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La generación desconectada: millones de mayores viven excluidos de la sociedad digital

Más de 3,5 millones de personas mayores de 65 años no usan nunca Internet ni servicios digitales básicos, una brecha que limita su acceso a la salud, a la administración y a herramientas para combatir la soledad Quizá muchos de quienes leen este medio digital recuerden con cierta nostalgia una época sin notificaciones. Sin los grupos de WhatsApp, los zascas de las redes sociales o los titulares clickbait. Inconvenientes que pueden hacernos idealizar esa desconexión. Pero lo cierto es que, en pleno siglo XXI, la vida cotidiana sucede en gran medida dentro de las pantallas: por ahí llegan los avisos médicos, las ayudas públicas, la banca, las buenas noticias de los amigos o las series del momento. Una vida de la que millones de personas se han quedado fuera. Cerca del 10% de la población española vive completamente al margen de Internet. El 83% son personas mayores. Para muchas de ellas no es una situación elegida, sino impulsada por el miedo a las nuevas tecnologías o la falta de habilidades. Algo que las aboca a más soledad, la sensación de estar desconectados del mundo y una creciente dificultad para acceder a derechos básicos que ahora dependen, cada vez más, de esa conexión. Son aproximadamente unos 3,5 millones los mayores de 65 años que se encuentran en situación de “exclusión digital completa”, sin ninguna conexión a Internet o uso de servicios digitales en los últimos tres meses o más. “Estamos ante uno de los elementos de exclusión más amplios, profundos, arraigados y capilarizados que existen nuestra sociedad”, avisa un informe de UGT sobre esta problemática que se publica este jueves. La realidad práctica de estas cifras aflora en los datos de uso de herramientas básicas de la sociedad digital. Hasta cuatro millones de españoles de 65 años o más no tienen WhatsApp ni otras apps de mensajería para comunicarse con su familia ni amistades. Seis millones no usan nunca el correo electrónico, una cifra parecida a la de los que nunca buscan información en Internet sobre productos o servicios, ni consultan medios de comunicación digitales, ni utilizan las apps de banca digital. Trasladado a la relación con unos servicios públicos en una lenta pero inexorable digitalización, esta situación se traduce en un gran grupo de población con cada vez más dificultades para ejercer derechos básicos. Por ejemplo, solo un 29% de los mayores fija citas médicas a través de medios digitales, menos de la mitad que la media española. “Un trámite que evita desplazamientos innecesarios (como en el caso de personas con problemas de movilidad o residentes en la España rural) no está siendo aprovechado por siete millones de personas mayores”, recoge el informe de UGT, realizado a partir de datos de Eurostat, el INE o el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad. En total son más de cinco millones de mayores no usan ninguna facilidad tecnológica relacionada con su salud, ya sea concertar una cita, consultar su historial o descargar su pauta farmacéutica. En el tramo de edad entre los 65 y 74 años, la cifra de ciudadanos que reconocen que no llevan a cabo trámites online porque carecen de los conocimientos necesarios asciende por encima del 51%. “La gente de mi edad, yo tengo 70 años actualmente, tiene muchas dificultades para llenar formularios, para rellenar todo tipo de requerimientos que se hacen online para la vida cotidiana”, explica Daniel Ubertone, miembro de Cibervoluntarios, una ONG que ofrece formaciones gratuitas en competencias digitales para personas en situación de vulnerabilidad, como los mayores. “Ir a un cajero automático ya resulta un tema bastante complicado para la gente mayor”, continúa Ubertone, que ahora imparte cursos de habilidades tecnológicas con la ONG para intentar desterrar “un miedo, un terror escénico al tener un teléfono móvil con miles de aplicaciones y posibilidades” que en ocasiones invade a las personas mayores. Las herramientas digitales también pueden ofrecer espacios de expresión y conexión para las personas mayores. En TikTok, por ejemplo, ha surgido una comunidad de influencers sénior con gran seguimiento: Dolores Moreno, con 4,5 millones de seguidores, protagoniza retos y bailes virales; José Abad reflexiona sobre arte y vida cotidiana ante más de 400.000 personas; y otras 600.000 se han suscrito al canal donde Patricia Cubero comparte consejos de belleza. Rosa Vallejo, una auténtica referente en la plataforma, suma 9,5 millones con sus vídeos de humor y bromas de cámara oculta. Según datos de la consultora GfK, más del 40% de los españoles mayores de 65 años tienen cuenta en la red social china. El potencial está ahí, pero en muchas ocasiones está desaprovechado y hasta 7,7 millones de mayores no participan, en ninguna ocasión, en redes sociales. “Una opción menos para paliar posibles aislamientos sociales y soledad vivencial”, advierte el informe. TikTok fue una de esas cosas que llegaron con la pandemia y lo hicieron para quedarse. Como en muchos sectores sociales y laborales, la digitalización de las personas mayores avanzó mucho en este periodo. De los 4,9 millones de personas que se encontraban en situación de exclusión tecnológica plena en 2019 se ha pasado a los 3,5 millones actuales. El ritmo, sin embargo, se ha estancado: de una reducción superior al 7% interanual entre 2019 y 2023, se pasó a solo un 1,5% entre 2023 y 2024. España está lejos de los países más avanzados de Europa en este aspecto. Según datos de Eurostat, el 17,4% de los españoles entre 65 y 74 años no se han conectado a Internet en los últimos tres meses. En Dinamarca, Países Bajos o Noruega esa cifra no llega al 3,5%. En Irlanda, Suecia, Luxemburgo o Finlandia no supera el 10%. La digitalización forzada por el coronavirus ayudó, pero no supuso el punto y final de esta brecha digital. “Aunque existe una evolución en el perfil de los mayores, ya que los mismos tienen algo más de experiencia digital, la brecha sigue siendo enorme. Además, la percepción negativa de la relación de los mayores con la tecnología no cambia a lo largo del tiempo”, explica Antonio Pulido, responsable de incidencia y cultura de Cibervoluntarios. Falta de datos para pasar a la acción elDiario.es ha preguntado al Gobierno por esta situación. Desde el Ministerio para la Transformación Digital enfatizan que el Plan Nacional de Competencias Digitales, ha formado ya a unas 344.855 en “competencias digitales transversales”. Sin embargo, en este número se incluyen varios grupos de población, como “146.419 ciudadanos de colectivos desfavorecidos, 57.846 niños y niñas en situación de vulnerabilidad y exclusión y 95.795 formados en zonas rurales”. Es decir, no está específicamente dirigido a los mayores. En este sentido, el informe de UGT critica que el INE dejara de preguntar, a partir de 2021, por qué no hay conexión a Internet en los hogares españoles que no tienen contratado este servicio. Entonces, el 77% aludía a una falta de interés, pero hasta un 40% refería también la falta de conocimientos para aprovecharlo. Las cuestiones económicas surgían en tercer lugar. “Hoy, no sabemos si estas razones siguen siendo las mismas, si han variado su peso, si han surgido alguna nueva”, expone UGT. “Tenemos que dedicar recursos a averiguar el porqué, para así construir planes de acción verdaderamente efectivos. Es lamentable que en la era de los datos no dispongamos de aquellos que nos ayudarían a construir una sociedad basada en la igualdad”, argumenta José Varela, responsable de Digitalización del sindicato y autor del informe. Desde Cibervoluntarios señalan dos situaciones diferentes a partir de su experiencia con los mayores en exclusión digital. “Las personas hasta los 74 años suelen tener más exposición previa a la tecnología, por lo que sus barreras son más sobre el miedo a equivocarse, inseguridad con los trámites o dudas sobre la seguridad online. En cambio, en personas mayores de 75 años, el freno es muchas veces debido a una falta de contacto previo, competencias básicas o accesibilidad”, indican. “En zonas rurales, la brecha digital se intensifica con carácter general y en los mayores en particular. Precisamente es ahí donde más se necesita la tecnología para acceder a servicios públicos, servicios financieros, culturales o de ocio, y es también ahí donde más barreras existen”, continúa Antonio Pulido. Tanto UGT como Cibervoluntarios señalan los planes de formación como la herramienta clave para erradicar la exclusión tecnológica de los mayores. Desde Transformación Digital recuerdan que donde sí existen planes específicos es para “ayudar a las personas mayores en sus relaciones con la Administración digital”. “Por ejemplo, el 060, el número de teléfono central de atención al ciudadano de la Administración General del Estado, que ofrece información y ayuda sobre trámites y servicios públicos, está puliendo una herramienta para poder detectar las llamadas que realicen las personas mayores y poder ser atendidas por un operador”, desglosan. También indican que el Punto de Acceso General electrónico, que da acceso a información de diferentes organismos públicos, se ha adaptado “al formato de lectura fácil, que facilita la comprensión a personas con déficit cognitivo y personas mayores”. A su vez, están en contacto con la Plataforma de Mayores y Pensionistas para identificar las “cargas administrativas que padece dicho colectivo, y su consiguiente reducción” en planes bienales. Incluir a los mayores El informe de UGT también señala la escasa atención que recibe este problema respecto a otros relacionados con la digitalización y las nuevas tecnologías, pese a lo evidente que resulta. Cuestiones como los centros de datos o las inversiones en inteligencia artificial acaparan foco mediático y medidas políticas, aunque “es posible que ninguno de ellos afecten a tal proporción y volumen de personas, deviniendo en un impacto social –y económico– muy superior a cualquier otra carencia tecnológica que podamos plantearnos”. Desde Cibervoluntarios recuerdan que se trata de incluir su voz en los debates, incluidos aquellos sobre digitalización. “Es clave que no los excluyamos de los debates públicos sobre tecnología. Pensar, por ejemplo, que la IA no va con ellos, es un error, ya que les impactará tanto como al resto. Tienen derecho a conocer, opinar y decidir sobre sus derechos digitales. Son parte activa de la ciudadanía digital y no podemos dejarlos fuera”. “La verdadera transformación pasa por dejar de ver a los mayores como 'usuarios pasivos' de la tecnología y empezar a verles como lo que son: ciudadanos plenos, creativos, con motivaciones y con mucho que aportar. En definitiva, tenemos que acabar con el edadismo digital”, concluyen desde la ONG. Mientras tanto, más de tres millones y medio de personas mayores siguen quedando fuera de un mundo virtual que no deja de avanzar. Un mundo que promete simplificar la vida real, pero que, para ellos, sigue siendo una puerta cerrada.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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