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Carlos Alcaraz: «Me gusta vivir, hay que saber desconectar»

Hay un olor leve a fiesta en una salita modesta en las tripas de Arthur Ashe , la pista central de Nueva York. Tiene la culpa Carlos Alcaraz, que entra con una sonrisa luminosa. O más bien, la copa de campeón del US Open que lleva en las manos. Hace un rato, ambos se han bañado con algún tipo de espumoso californiano, en el éxtasis de la celebración del sexto Grand Slam del tenista español. Nada más levantar el trofeo, de vuelta al vestuario, todavía vestido con la equipación de morado nazareno con la que ha hecho pasar por estación de penitencia a todos sus rivales en Nueva York, su equipo le recibió con esa especie de chupinazo que corrió por redes sociales en todo el mundo. Alcaraz viene a la cita ya duchado y cambiado, pero advierte, de nuevo con la misma sonrisa, que la copa sigue oliendo a champán. El campeón recibe a ABC entre un grupo reducido de periodistas españoles que ha seguido el torneo y que ha visto la mejor versión posible mostrada hasta ahora por el murciano: con una superioridad insultante con todos sus rivales -también con Novak Djokovic , el mejor de siempre, que sigue en un gran nivel en su ocaso- y con un cuerpo de ventaja frente a Jannik Sinner . La final con el italiano, soñada por todos en Nueva York, es la respuesta contundente que Alcaraz ha dado ante un momento en el que parecía que Sinner era impenetrable, que el español no podía meterle mano. Le ganó en Roland Garros con una remontada milagrosa : una alegría inmensa para la afición española, pero, también, una advertencia de que Sinner le podía ganar incluso en su territorio favorito, la tierra batida. Y en Wimbledon, poco después, el italiano le barrió. Ahí fue cuando Alcaraz y su equipo, comandado por su entrenador, Juan Carlos Ferrero , entendieron que necesitaba cambios. Y los ha tenido dentro y fuera de la pista. Alcaraz, exultante, con su trofeo en la mano, da mucha importancia a los segundos. Durante todo el torneo, ha insistido en el equilibrio que ha encontrado dentro y fuera de la pista como una de las claves de su éxito. ¿Cómo ha sido ese proceso? ¿Qué es lo que te ha llevado a ese equilibrio? En la pista, los triunfos ayudan mucho (sonríe). La verdad es que, como en todo, cada persona, cada jugador, es distinto, necesita cosas diferentes. Yo, personalmente, necesito un equilibrio. A mí me gusta vivir. Me gusta disfrutar con mi familia, con mis amigos, estar tiempo en casa, tiempo de calidad. Es lo que me hace feliz. Hay veces que si no paras no lo consigues. En esta carrera, estás viajando, jugando todo el tiempo, torneo tras torneo. Hay que parar, incluso durante los torneos. Hay que desconectar para luego conectar en pista y dar lo mejor. Y me está yendo muy bien. Tu figura no para de crecer, ¿qué es con lo que más te cuesta lidiar fuera de pista? Ser conocido. Lo he llevado siempre bien, pero con cada paso que doy voy siendo más conocido. Eso es bueno y malo, ¿no? Antes era todo un poco más nuevo. Pero estoy encontrando el equilibrio para lidiar con esas cosas. Con la madurez y el paso de los años lo estoy gestionando mejor. Has hablado de que ahora te cuidas más, ¿cuál es el mayor sacrificio que estás haciendo? ¿Hay cosas por las que no pasas? Sí, me estoy cuidando un poco más en el tema de la comida, de la suplementación, de dormir bien, todo muy importante para luego dar lo mejor en la pista. Pero por lo que nunca pasaría es por perder tiempo de estar en casa. Eso sí que no. Si veo que no estoy teniendo el tiempo que a mí me gustaría para estar con mi familia, con mis amigos, con los míos, en Murcia, tiempo de calidad, cambiaría lo que fuera para tenerlo. Venimos de un verano y de un año complicado en España: la dana, los incendios, todo lo de alrededor… ¿Te motiva que tus triunfos dan un punto de felicidad en momentos complicados? Durante los incendios hemos estado aquí en Estados Unidos, pero intentando estar al tanto al máximo de lo que pasa en España. Todos estamos sufriendo, pero hay gente en muchos sitios que está sufriendo de más. Si mis partidos pueden ayudar a distraer… Los momentos no están siendo fáciles en España y yo hago lo que puedo para que no todo sean desgracias. Tu reacción tras la derrota de Wimbledon ha sido evolucionar, buscar una versión todavía mejor de ti mismo, ¿eres cada vez más exigente contigo mismo? No, incluso al revés: soy menos exigente conmigo mismo. Porque una cosa es querer ganar, querer dar lo mejor, querer estar en esta posición más a menudo. Y otra cosa es la expectativa cuando vamos a cada torneo. Yo siempre quiero ganar. Pero si no lo hago, quiero perder haciendo las cosas que tengo que hacer. De Wimbledon no tuve bajón, salí orgulloso. No soy muy exigente conmigo mismo a nivel de resultado, pero sí de intentar ser lo mejor que pueda cuando juego.
abc.es
hace alrededor de 12 horas
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