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Serena Williams, una líder que gestó una nueva época del tenis

Durante muchos años fue el límite, la barrera infranqueable, la dueña del tenis con sus golpes, sus genialidades, su fortaleza y su gen competitivo. Durante muchos años fue Serena Williams una número 1 que ejercía el liderazgo dentro y fuera de la pista; acumulando trofeos y récords y peleando por un mundo mejor para deportistas y no deportistas. Recibe la extenista el Premio Princesa de Asturias del Deporte 2025 precisamente por eso, porque traspasó las barreras de la pista para reivindicar derechos y mejoras para todos. Nació en Michigan en 1981, aunque su infancia la pasó en el suburbio de Compton, en California. Es la pequeña de cinco hermanos desde su nacimiento estaba predestinada a cosas grandes. Al menos, así lo estipuló su padre, Richard, que orquestó un plan para que tanto ella como su hermana Venus fueran las números 1 del tenis. Desde los tres años, Serena golpeó la pelota con la raqueta al son que marcaba su padre-entrenador, y empezó a dar sus frutos competitivos en edades infantiles. Con 10 años sumaba 46 triunfos y solo tres derrotas del circuito juvenil de Estados Unidos. En 1995, con 14 años, dio el salto a profesionales. En 1998 entró en el top 20, y fue la quinta del mundo en 1999, cuando inició su particular lista de trofeos que concluyó con 73. Allí, siguió la estela de su hermana Venus, tres años mayor, y acabó por superar esa rivalidad que nacía en casa. En Nueva York, en el US Open de 1999 se convirtió en estrella con 17 años; y allí también anunció su retirada, en 2022, después de veinte años de dominio absoluto. Con 20 años alcanzó el número 1 del mundo hasta completar 319 semanas (no consecutivas), solo por detrás de Steffi Graf y Martina Navratilova. En 2017 se convirtió en la tenista más veterana en volver a reinar en el tenis, con 35 años. Fueron 23 Grand Slams en total; seis en Nueva York, tres en Roland Garros, siete en Wimbledon y siete en Australia, donde logró coronarse a lo grande por última vez, en 2017, ya embarazada de Olympia, su primera hija. El currículo deportivo se completa con cuatro oros olímpicos, con el número 1 durante 319 semanas, con al menos un título durante 11 temporadas consecutivas, cinco Copas de Maestras, 858 triunfos y 156 derrotas (cuarta tras Navratilova, 1.442; Chris Evert, 1.309, y Graf, 902), y ser referente para varias generaciones, pasadas, presentes y futuras. Compartió gloria olímpica con su hermana en Sídney 2000, un año después de su gran entrada en el circuito de las campeonas, y sumaron otro en Pekín 2008, pues una lesión la dejó sin poder participar en Atenas 2004. En Londres 2012 llegó su gran oportunidad individual y no lo dudó: era Wimbledon, en hierba, donde ya había conseguido cinco títulos, y su magnífico estado de forma se vio reflejado en la final, contra Maria Sharapova, con quien rivalizó en más de un gran torneo. Serena ganó ese oro individual tras ganar a la rusa por 6-0 y 6-1. Así eran muchos de sus partidos, atronadores, sin posibilidad de rebatir; así cambió también una época del tenis. Con esa medalla se unió a Steffi Graff, Andre Agassi y Rafael Nadal en la lista de los que han completado los cuatro grandes y el oro en unos Juegos, pero fue la primera en lograrlo tanto en individual como en dobles. Y todavía nadie ha desbancado su posición. Siempre defendió poder compaginar la carrera de tenista con la maternidad, aunque ella lo tuvo difícil. «Nunca quise tener que elegir entre el tenis y una familia. No creo que sea justo. Si fuera un hombre, no estaría escribiendo esto porque estaría jugando y ganando mientras mi esposa hacía el trabajo físico de expandir nuestra familia», indicó en su carta de despedida, en 2022. Se quedó embarazada en 2017, y ganó ese último Grand Slam, en Melbourne, con Olympia en camino. Pero el parto y el posparto fueron muy difíciles e incluso confesó haber sufrido una embolia que hizo peligrar su vida. A partir de ahí, todavía pisaría cuatro grandes finales más, pero su cuenta de Grand Slams se quedó en 23, a uno de emular a Margaret Court. «Mentiría si dijese que no quiero conseguirlo, pero ya no pienso en ello. Quizá pensé demasiado este tiempo y no ayudó», asumiría al final de su carrera. Con esa fuerza arrolladora en la pista también emprendió otros caminos y otras metas que pasaron sobre todo por la lucha por la igualdad, bien de premios en los torneos para hombres y mujeres, bien de presencia en las altas esferas de las grandes empresas. Ella misma creo Serena Ventures, con la que invierte en empresas cuyas directivas sean lideradas por mujeres y personas negras, otro de sus grandes retos fuera de la pista. Además, es cofundadora de una startup dedicada al cuidado del cuerpo; lanzó en 2023 la compañía multimedia Producciones Nine To Six y tiene una pequeña participación en el equipo de los Miami Dolphins. Nunca se despegó del deporte, e incluso su marido, Alexis Ohanian, ha apostado por el fútbol femenino con una inversión en el Chelsea. Acumuló unos 94 millones de euros en premios deportivos y, según Forbes, su patrimonio a 2024 asciende a unos 340 millones de euros. En 2022 anunció que se retiraría al final del US Open, cuando el tenis y las rivales dijeran que había llegado la hora del adiós. «Nunca me ha gustado la palabra 'jubilación. Quizá la palabra que describe donde estoy es 'evolución'. Estoy aquí para deciros que estoy evolucionando hacia más allá del tenis, hacia otras cosas que son importantes para mí», indicó en una carta abierta en aquel momento. Con 44 años, la estadounidense celebra un nuevo título en su carrera. La leyenda se amplía con este Princesa de Asturias de los Deportes para una líder que revolucionó el tenis y marcó una época que han seguido todas las demás con ella como ejemplo.

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