cupure logo
losqueparalasconunamáseurosvehículostoyota

Operación Salida en los 80: los icónicos utilitarios que poblaban las carreteras españolas

Con salarios entre unas 30.000 y 100.000 pesetas y una inflación galopante, los españoles de los 80 vivieron la transición hacia una sociedad más abierta y de consumo, con el primer coche como símbolo de libertad y una vivienda aún más accesible que hoy (Estos precios pueden variar según el año de la década y los diferentes índices de consumo consultados). Como media, a principios de esta etapa, alrededor de 1982, un peón de la construcción podía ganar unas 37.140 pesetas al mes, mientras que un Oficial de primera podía rondar las 44.070 pesetas. Un Titulado de Grado Medio podía alcanzar las 50.940 pesetas. Marcada por la efervescencia de la Movida Madrileña, la consolidación democrática bajo el gobierno del PSOE de Felipe González, y una apertura cultural y económica que transformó profundamente el país. Sin embargo, en el día a día, los españoles lidiaban con una economía en evolución y, sobre todo, con una inflación significativa que erosionaba el poder adquisitivo de la peseta. La inflación acumulada en esta década fue de aproximadamente el 128%, lo que significa que el dinero perdió más de la mitad de su valor. La vivienda era, en términos relativos al poder adquisitivo, más accesible que en la actualidad, aunque también representaba un desembolso importante. En 1985, un piso de unos 80 metros cuadrados podía costar alrededor de 3,5 millones de pesetas. En zonas céntricas de ciudades como Madrid, un piso similar podría elevarse a unos 5,25 millones de pesetas. Comer fuera era más un lujo ocasional que una costumbre diaria para muchos, pero los precios eran acordes a la época. Un menú del día en un restaurante modesto podía costar entre 500 y 800 pesetas. Y un pincho en un bar se podía conseguir por unas 50 a 60 pesetas. El precio de la gasolina era una preocupación constante debido a la inflación y los shocks petroleros. En 1982, el precio del litro de gasolina no está disponible directamente del INE. Sin embargo, se puede estimar a partir de datos de la época y conversiones a euros. En 1982, la gasolina se medía en pesetas por litro, y se estima que la normal podría costar alrededor de 60-70 pesetas por litro, según FACUA-Consumidores en Acción, y unas 93 pesetas la gasolina (sin plomo, que se iría introduciendo más tarde). La costa mediterránea, con Benidorm y Torremolinos a la cabeza, junto a las Islas Baleares y Canarias, eran el epicentro de las vacaciones para los españoles de los 80, que buscaban el calor, la diversión y el reencuentro familiar en un ambiente de modernización y apertura. La «Operación Salida» en la España de los años 80 era un ritual veraniego muy diferente al que conocemos hoy. Sin la infraestructura vial actual ni la tecnología de asistencia al conductor, el viaje de vacaciones era una aventura en sí misma, una epopeya familiar marcada por la improvisación, la paciencia y un ambiente que hoy evoca nostalgia. Predominaban las carreteras nacionales de una sola calzada por sentido, con numerosas travesías urbanas que ralentizaban el tráfico. Las autopistas eran escasas y de peaje, por lo que muchos conductores preferían las rutas convencionales. Esto significaba que las retenciones kilométricas eran una constante en las principales salidas de las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, etc.) y en los puntos neurálgicos de las rutas hacia la costa. Los atascos eran parte intrínseca de la experiencia de la «Operación Salida», poniendo a prueba la paciencia de los conductores y pasajeros. No había GPS ni aplicaciones de tráfico; la información se obtenía por la radio o por la simple observación de las colas de vehículos. En el «cassette» del coche sonaban como éxitos cantantes y grupos del Pop-Rock Español: «Chica de ayer»de Nacha Pop (Considerada un himno de la Movida y del pop español); «Déjame» de Los Secretos; «Escuela de calor» de Radio Futura; «Lobo-hombre en París» de La Unión; «Cadillac Solitario» de Loquillo y los Trogloditas; «A quién le importa» con Alaska y Dinarama (Un himno a la libertad y la diversidad) y «Devuélveme a mi chica» de Hombres G, entre otros. Como canción del verano, en la radio escuchábamos temas como «Viaje con nosotros» de la Orquesta Mondragón, o «Caliente, caliente» de Raffaella Carrá. Los madrileños sentían cierta contradicción al cantar «Aquí no hay playa» de The Refrescos, mientras pensaban en tomar la «carretera de Valencia» en busca de un destino refrescante. Era habitual hacer paradas en ventas de carretera para estirar las piernas, comer bocadillos preparados en casa y disfrutar de la gastronomía local. Los niños se entretenían con juegos de palabras, cantando canciones o simplemente observando el paisaje. La Dirección General de Tráfico (DGT), que por aquel entonces ya comenzaba a implementar operativos especiales, se enfrentaba a retos enormes. La seguridad vial era una preocupación creciente, con una mayor siniestralidad debido, entre otros factores, al envejecimiento del parque automovilístico y a una menor concienciación sobre la velocidad o el alcohol. La DGT, que comenzó a implantar el Plan Nacional de Seguridad Vial en 1980, luchó contra esta tendencia ascendente. Sin embargo, la magnitud del problema y las condiciones socioeconómicas y tecnológicas de la época hicieron de los años 80 una de las décadas más letales en la historia de la seguridad vial en España. Según los datos históricos de la DGT, el número de fallecidos por accidente de tráfico en España experimentó una tendencia general ascendente a partir de 1980, alcanzando un máximo histórico en el año 1989 con 9.344 fallecidos. Esta cifra contrasta drásticamente con los aproximadamente 1.755 fallecidos registrados en 2019, lo que representa una reducción del 80% en 30 años. Para ponerlo en perspectiva, en el año 1980, se registraron 5.017 fallecidos en total (carretera y zona urbana). Aunque en los primeros años de la década hubo algunas fluctuaciones, con un leve descenso en 1982 (4.486 muertos), la tendencia general fue al alza. Por ejemplo, en 1986, hubo un notable incremento del 10,85% en el número de muertos respecto al año anterior. La década vio un notable incremento del parque automovilístico, con un aumento del 28% en el número de vehículos en circulación. Más coches significaban más oportunidades de accidente. El volumen de tráfico en zonas interurbanas también creció considerablemente, un 41% en esta década, ejerciendo una mayor presión sobre una infraestructura vial que no evolucionaba al mismo ritmo. La década de los 80 en España fue, por tanto, un periodo de diversificación y modernización en el mundo del automóvil. Los coches no solo transportaban, sino que empezaban a reflejar un estilo de vida, marcando una era de diseño, innovación y, sobre todo, de mayor libertad sobre el asfalto. Con el fin de la dictadura y la apertura al exterior, el parque automovilístico se modernizó, y tener un coche se convirtió en un símbolo de libertad y estatus. La moda en las carreteras españolas la dictaron una serie de modelos que, por su diseño, prestaciones o simplemente por su ubicuidad, se grabaron en la memoria colectiva. De los utilitarios más prácticos a los deportivos compactos, la década de los 80 vio nacer y popularizarse modelos que definieron el estilo y la libertad de una generación. El Seat Ibiza, el Renault 5 y el Volkswagen Golf lideraron una revolución automovilística en el país. Esta década supuso década supuso el nacimiento y la consolidación de los utilitarios modernos, coches pequeños pero versátiles que se adaptaban perfectamente a la vida urbana, codiciados por los más jóvenes, y berlinas y hatchback (también conocidos como «tres puertas» o «cinco puertas» en referencia al portón trasero) que cubrían las necesidades de las familias españolas. El Seat Ibiza (1984) es probablemente el icono español por excelencia de la década. Diseñado por Giugiaro, con ingeniería de Porsche para su motor («System Porsche») y un claro espíritu español, el primer Ibiza fue una revolución. Su diseño moderno y su capacidad lo convirtieron rápidamente en un éxito de ventas y en el coche deseado por muchos jóvenes. Otro gran hito de la época era el Opel Corsa (1982). Un coche igualmente fabricado en España, en la planta de Figueruelas (Zaragoza). El Corsa fue un éxito rotundo por su fiabilidad, su tamaño compacto y sus opciones mecánicas, incluyendo la popular variante deportiva GSi que llegaría más tarde. El sucesor del mítico «R5» original, el Supercinco, mantuvo y expandió la popularidad de este modelo en España. Era un coche ágil, con nervio, y su versión GT Turbo se convirtió en un objeto de deseo para los amantes de las sensaciones deportivas. El Peugeot 205 (1983) irrumpió con fuerza, y su popularidad alcanzó su punto álgido en 1985, cuando fue nombrado Coche del Año. El 205 era versátil, con versiones que iban desde el utilitario básico hasta el icónico 205 GTI, un referente entre los compactos deportivos de la época. El práctico y colorido SEAT Panda se convirtió rápidamente en un utilitario de moda. A mediados de la década, evolucionó a SEAT Marbella, manteniendo su atractivo para el mercado juvenil y las familias que buscaban un coche económico y manejable. Más allá de los pequeños utilitarios, otros modelos también definieron el paisaje automovilístico español. Destacaba el Volkswagen Golf (especialmente el GTI). Aunque no era de fabricación española, el Golf y, sobre todo, su versión GTI (iniciada a finales de los 70), se consolidaron como un referente de coche compacto deportivo en los 80. Representaba un estatus y una forma de entender la conducción más dinámica. El Renault 9 y Renault 11 se alzaron con el título de coches más vendidos en varios años de la década (el R9 en 1983 y el R11 lideró entre 1984 y 1986), demostrando la confianza del público español en la marca francesa para coches más allá del segmento utilitario. Set tenía también su propuesta, el Ronda de 5 puertas y el Málaga, con 4 puertas y un gran maletero. Lanzado a mediados de la década, este sedán familiar encabezó la gama SEAT a finales de los 80, buscando ofrecer una opción más espaciosa para las familias. El primer coche era un hito importante y, aunque más «asequible» que hoy en proporción al salario medio, seguía siendo una inversión considerable. Modelos accesibles como un Citroën Dyane 6 costaban alrededor de 265.000-376.000 pesetas (unos 1.591 euros al cambio actual). Un Seat Ibiza 1.7d Special de finales de la década (1989) rondaba las 825.000-1.197.000 pesetas (unos 7.194 euros). Otros coches como el VW Golf 1.8 podían costar en torno a 1.000.000 a 1.500.000 pesetas (unos 9-10.000 euros). En general, se podía adquirir un coche nuevo entre 700.000 y 1.500.000 pesetas para los segmentos más populares.
abc.es
hace alrededor de 6 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

noticias de automóviles