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Antonio Arias, cantante de Lagartija Nick: “Uno espera la ejecución, pero el verdugo no viene”

Antonio Arias, cantante de Lagartija Nick: “Uno espera la ejecución, pero el verdugo no viene”
El grupo granadino presenta 'Eternamente en vivo', álbum en directo que resume 35 intensos años de vidaShaun Ryder, líder de Happy Mondays: “De joven no me importaba la política, pero ahora pienso en ella por mis hijos” Quizá por una especie de efecto Mandela, algunos estarían convencidos de que Lagartija Nick ya contaba con un disco en directo. No era así hasta ahora, hasta Eternamente en vivo (Montgrí). Una novedad que repasa 35 años de trayectoria con la particularidad de condensar 14 álbumes en 12 temas. La prueba física de lo que ya saben quienes han vivido alguno de sus conciertos actuales: el presente dulce de la banda de Eric Jiménez, Juan Codorníu, JJ Machuca y Antonio Arias (Granada, 1965), que nos habla sobre el universo Lagartija y el futuro cercano. La gira de presentación del disco comienza el 9 de octubre en Pamplona y sigue por Bilbao, València, Elche, Madrid, Barcelona y Murcia, para rematar en Málaga el 24 de enero. ¿Por qué no existía todavía un disco en directo de Lagartija Nick? Quizá hay un pudor. Los músicos solemos ser muy malos críticos con nosotros mismos, no le vemos la perspectiva a las grabaciones, se magnifica el error y eso te aleja de editar algo en directo. Pero en los últimos años grabamos muchos conciertos para el documental Generación Lagartija y vimos que el sonido era muy expresivo y convincente, que abarcábamos mucho espacio. Estábamos casi sorprendidos por el sonido que teníamos en directo. Supongo que el trabajo de selección de temas no ha sido sencillo. El grupo tiene más de 160 canciones y en el disco hay doce. Es curioso centrar un directo en un disco sencillo. Lo más lógico sería abarcarlo todo, pero también me atraía la idea de sintetizar un concierto en doce temas. Han sido seleccionados por el impacto que tienen en directo. Quizá nos hemos enfocado hacia una parte punki que se nos da bien. Tenemos varios de Su y hemos recuperado alguna de un disco bastante oculto como Lo imprevisto. La incorporación de JJ está muy bien reflejada y la gama de sonidos también. En cuanto a los textos, creo que son todos bastante reivindicativos, se posicionan, hay una idea de acción política. Lo primero que se escucha es una tonadilla en voces de niñas: “Hoy nos reciben con palmas, con amor y caridad, y las palmas se volvieron odio y mala voluntad”. ¿Cuál es la historia de esa grabación? En Soria vimos unas niñas que estaban cantando, en Domingo de Ramos, esos cantos tan siniestros. Pedí a los adultos que las acompañaban si podía grabarlo. Son canciones tradicionales sin notas, es difícil adornarlo con acordes. Lo que cantan es un resumen, con sentido del humor, de nuestra propia carrera y de lo que puede pasar en un directo. Se puede decir que existe un universo Lagartija. En el directo aparecen Lorca, Val del Omar, Morente o su hermano Jesús Arias a través de la letra de El signo de los tiempos. Pienso también en Joe Strummer, el fallecido cantante de los Clash, o Buñuel. Nuestra obsesión por crear una iconografía propia tiene que ver con nuestro ritmo lento. Lo comenzó mi hermano Jesús con Manifiesto Guernika de TNT y uniendo a Lorca con una poética punk como la de la letra apretada de Agonía, agonía. Cualquier creación iconográfica lleva también mucho de fantasía, de historia mágica. Como esa imagen de Joe Strummer con mi hermano en Víznar buscando con palas el cuerpo de Lorca. Es importante la teatralidad, reconocer lo cercano y hacerlo tradición. Todo eso conlleva una lentitud con respecto a imitar los modelos anglosajones, que ya no son modelos artísticos, sino de negocio. Es mejor crear y compartir tu propio mundo que seguir esos otros modelos. Cualquier creación iconográfica lleva también mucho de fantasía, de historia mágica. Como esa imagen de Joe Strummer con mi hermano en Víznar buscando con palas el cuerpo de Lorca. Es importante la teatralidad, reconocer lo cercano y hacerlo tradición El álbum está grabado en casa, en Granada, y en una noche. Nos marcamos el reto de hacerlo con el concepto de día único. Tiene esa comunión con el público. Para el grupo es un ejercicio de concentración, de ‘hazlo y no pienses’, pero al tiempo permanece atento a la gente, que son quienes hablan con el grupo en ese momento. Ocurre todo muy rápido, aunque hagamos dos horas siempre pienso que nos hemos olvidado de 20 minutos. En 35 años de carrera casi sin parar, ¿qué ha aprendido? En su momento, cada paso que dimos parecía el más lógico, pero visto ahora dices ‘qué locura’. Nuestro primer mánager, Javier González, es de Portugalete, y los gaztetxes de Euskadi crearon el sonido que todavía conservamos. Teníamos mucha comunicación con un público que nos imponía respeto. Después, la poesía nos 'engañó' y creó otro camino importante después de Omega, aunque yo ya estaba obsesionado con el collage y la poesía de la beat generation con su lado lorquiano y lisérgico. Ahí ya empezamos a buscarnos donde nunca nos habíamos conocido. Esos cambios de estilo representan una urgencia. Quizá nos metíamos mucha prisa. El tiempo pasaba de una forma distinta. El resto del tiempo ha transcurrido más sosegado y ha servido para convencernos de que cuando hagamos un disco debe ser un reto para nosotros mismos, debe ser complejo y distinto. El otro día un amigo decía que en conciertos de otra gente todo el mundo se sabe las letras y que en nuestro caso hay una confusión añadida. ¿Y el mayor logro de Lagartija Nick? Cuando hicimos el grupo se huía de las multinacionales de los ochenta. Yo había estado en 091, el grupo estaba chulísimo, pero era un rollazo tratar con las compañías, eran como sordas y ciegas. Estuvimos intentando evitar firmar con una multi, pero en Inercia, que iba a ser para Romilar-D como Hipnosis, ya se nos vendió el contrato a Sony. Con Omega tuvimos muchísimos problemas y con Val del Omar ni te cuento. Para nosotros, la condición de estar ahí era potenciar a lo bestia nuestro mensaje, no adaptarnos a lo que mejor funcionaba. Aquellas reuniones eran únicamente matemáticas, de artístico tenían poco. Pero estoy contento de haberlo hecho así, con el sufrimiento que conllevó. Quizá por eso Su refleja ese punto: todo se oscurece y nos lleva con Morente, Lorca y Val del Omar. El camino tenebroso. Se nos abrieron dos ante nosotros, uno estaba lleno de luz y arcoíris y el otro de bosques negros. Pues ese cogimos. Es cierto que la trayectoria de la banda puede leerse como una sucesión de etapas. ¿Cuál sería la actual? Tenemos una excelente relación, es una época muy sana. Podemos hacer cualquier cosa, por ahí estoy muy tranquilo. Da mucha alegría cuando estás en el ensayo con los mismos con quienes empezaste a hacer las canciones más tontas de la historia. Cuando hicimos el grupo se huía de las multinacionales de los ochenta. Yo había estado en 091, el grupo estaba chulísimo, pero era un rollazo tratar con las compañías, eran como sordas y ciegas ¿Esperaba que el grupo durase tanto? Quizá espera uno la ejecución. El yo no lo voy a matar, que lo mate otro. También por necesidad: este es tu oficio. Siempre hay una víspera del final en cada disco. La vida te va enseñando lo increíble que es estar bien y nunca sabes si vas a poder editar otro. Ese 'puede que sea el último' es como la zanahoria del burro. Pero Lagartija continúa, ¿no? Sí, sí, yo estoy esperando al verdugo, pero no viene [risas]. ¿Qué trae 2026? Es el 30º aniversario de Omega y queremos montar algo, estamos hablando con la familia de Enrique. Da mucha pena sin él porque cómo lo disfrutaría. A nosotros el impacto de trabajar con Morente nos modificó de inmediato. Siempre girábamos en torno al mismo concepto de canción y eso solo lo rompimos en Omega. El duende habitaba en él en el sentido de que era una llama viva, cada directo era único. Así los tomé todos. Qué suerte, pensaba yo, de haber hecho otro más con él. ¿Cuál ha sido la clave para mantener al grupo, si no eternamente, sí todo este tiempo en vuelo? La propia urgencia de vivir. Ser hoy músico y mañana ya veremos. Creo que ese ha sido el motor siempre. ¿Qué le parece el mundo de hoy? Está como siempre. Entre distópico y feliz. Yo lo afronto intentando adaptarme. En la música, uno puede echar de menos aquellos trabajos que tenían esa secuencia tan estudiada y lenta: disco, gira, componer. Ahora es una adaptación diaria a esos entornos que llaman VUCA [Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo: acrónimo creado por la Escuela de Guerra del Ejército estadounidense para describir el mundo posterior a la Guerra Fría], que son para las empresas pero que se aplican a la vida. Tiene bastante que ver con la confusión que reflejaban las letras de Inercia, pero ahora te enfrentas a algo que no puedes calibrar y filosóficamente te reta en una atracción-repulsión. Creo que el sistema te orienta a ser gestor de lo que te funciona. Pero eso puede provocar la muerte de tu creación si no te preocupas de tener proyectos aunque sean ruinosos. Es como que el entorno te dice que le puedes sacar más provecho a tu memorabilia que a tu futuro y a tu ahora. El músico Antonio Arias Lo que vemos en Palestina tiene bastante que ver con el álbum Los cielos cabizbajos, la muerte que llega desde arriba. En la gira de Buñuel, yo decía eso de “arderá, arderá Netanyahu en el infierno de su propio Libro”. En el último concierto en el Zaidín llevaba un pañuelo y sacamos la bandera. Por un lado, hay una reivindicación constante que no nos tiene que obligar a gestos físicos. Pero, por otro lado, todo lo que vives te sugiere que, en lugar de decir que ya has denunciado millones de veces, sigas haciéndolo. El activismo, lo de levantar el culo del sofá, es lo más importante. Estoy muy obsesionado con la música gnawa y estoy terminando un disco. Me gustaría sacudirme toda la influencia anglosajona, centrarme en la esencia de la música. Quiero llegar al hueso de mi necesidad del rock a través de otros caminos ¿Por dónde pasa su próximo plan? Estoy muy obsesionado con la música gnawa y estoy terminando un disco. Me gustaría sacudirme toda la influencia anglosajona, centrarme en la esencia de la música. Quiero llegar al hueso de mi necesidad del rock a través de otros caminos. Esa es mi etapa creativa actual: primero descomponerme para después componer de otra manera. He bajado tres veces a Marruecos este año para estudiar gnawa con los músicos de allí, sobre todo a través del instrumento guembri. Colaborar con el bajo eléctrico se ha hecho mucho, pero estudiando desde el mismo instrumento es como vas a aprender su música. Estuvimos con Bachir Attar de Master Musicians of Jajouka y haciendo vídeos en Tetuán. Grabamos con equipo marroquí y la idea es que cada presentación se pueda convertir casi en un festival. Tocar con ellos, dar un mensaje de solidaridad antirracista. Siempre hay una distancia, pues que se nos vea hacer cosas juntos, que veamos cómo nos tratan allí y cómo les tratamos aquí. A ellos, a los músicos, les putean mogollón en ambos lados. Y aquí en Granada se potencia a Isabel la Católica y la Semana Santa, pero todo el mundo viene a ver la Alhambra, el Sacromonte y el Albaicín.
eldiario
hace alrededor de 1 mes
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