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David Cronenberg despliega en ‘Los sudarios’ su visión de la muerte: “Para los existencialistas ateos como yo, es un absurdo”

David Cronenberg despliega en ‘Los sudarios’ su visión de la muerte: “Para los existencialistas ateos como yo, es un absurdo”
La nueva película del director de 'Crash', 'La mosca' o 'Una historia de violencia', tuvo una puesta de largo el año pasado en Cannes y llega a Filmin sin estreno en los cinesDe 'El golpe' a 'Memorias de África': las diez mejores películas para recordar a Robert Redford Los sudarios, la última película de David Cronenberg —uno de los pocos cineastas que ha sido capaz de sostener un relato a lo largo de toda su carrera, el de los límites del ser humano— no se va a estrenar en los cines. Filmin la trae directamente a su plataforma este 19 de septiembre. El título compitió el año pasado en la Sección Oficial de Cannes, de donde se fue de vacío en premios y pobre en elogios. Tampoco es de extrañar que Cronenberg no recoja galardones, en 2022 compitió con la excelente Crímenes del futuro en el mismo festival y tampoco obtuvo reconocimientos. O, lo que es aún más incomprensible, el paso de Crash, su mejor filme, por el festival francés, se llevó el Premio Especial del Jurado pero no la Palma de Oro en 1996, que fue para Secretos y mentiras de Mike Leigh. Cronenberg, pese a su audacia y su influencia, no es para todos los públicos. En cualquier caso, la nueva película no obtuvo buenas críticas y esa falta de entusiasmo no le ha dado el suficiente empuje como para llegar a las pantallas grandes en España. A pesar de ello, es una obra importante dentro de su filmografía, pues explora territorios por los que no había avanzado previamente: cómo los restos mortales y los cuerpos sin vida ‘hablan’ con los que permanecen vivos. Y también lo que la psicología llama duelo, ese proceso de aceptación de la muerte del otro. El personaje protagonista de Los sudarios, interpretado por Vincent Cassel, inventa una tumba mediada por la tecnología que permite a los familiares observar la descomposición de los restos de la persona finada. David Cronenberg, desde su casa en Ontario y también delante de una pantalla, vuelve a contestar preguntas sobre una obra que lleva ya un año estrenada. “La película no solo trata de la muerte. Primero, trata del amor, y luego de la pérdida, y de la pérdida del amor. Habla sobre todo lo humano que rodea ese acontecimiento y sobre la inevitabilidad de la muerte”, recalca. Filmin había anunciado el estreno en España de The Shrouds, la vigésimo tercera película de Cronenberg con el título Profanación. Y con ese título se proyectó en los festivales Atlàntida Mallorca Film Fest (Mallorca) y PUFA (Valladolid), este verano. Este país tiene una vigorosa tradición de cambio de títulos, en general, y con este director en particular: Shivers (1975), se llamó en España Vinieron de dentro de…, Fast Company (1979) fue Tensión en el circuito, The Brood (1979) aquí se la conoce como Cromosoma tres, a Scanners (1981) se la alargó con un aclarativo Scanners: Su solo pensamiento podía matar, y el título original de Inseparables, que no era una comedia romántica, era Dead Ringers (1988). Cronenberg se enteró del cambio de nombre durante esta entrevista con elDiario.es. “La distribuidora habrá pensado que Profanación era un título mejor”, dice el cineasta, sin ocultar su desconcierto, “pero The Shrouds es un título muy neutral, no es un título que dé miedo, no es un título religioso, mientras que Profanación sí lo es. La película no tiene nada que ver con eso y me parece que es engañoso. No me convence ese título y no me preguntaron qué pensaba sobre ello”. Esta conversación tuvo lugar a mediados de agosto; al día siguiente, Filmin nos comunicó que el nuevo título sería Los sudarios. Vincent Cassel y Sandrine Holt en 'Los sudarios' Uno de los motivos por los que no hay una profanación en la película, es porque una de las ideas que la sobrevuelan es la imposibilidad de entrar a pensar con profundidad la idea de la muerte, de la muerte como ausencia. En lugar de eso, se hacen películas o se escriben libros como rodeo para llegar a ese vacío. David Cronenberg traza así su recorrido para llegar al tuétano de Los sudarios: “El activista y filósofo británico Christopher Hitchens dijo que la muerte causa la religión, y creo que es bastante acertado. Es decir, la razón por la que cada religión te da una forma de evitar la realidad de la muerte es que dice que hay una vida después de la muerte, que estarás con Dios, que estarás en el cielo, que verás a todos tus seres queridos. Por lo tanto, creo que muchas cosas en la sociedad provienen del miedo a la muerte y del miedo a aceptar la realidad de la muerte”. “En mi película —prosigue el razonamiento—, uno de los elementos que se utiliza es la idea de la conspiración, la idea de que cuando alguien muere, uno se pregunta: ¿Por qué murió esta persona? No hay ninguna razón para que haya muerto, especialmente si muere joven. ¿Podría ser solo algo genético? ¿Podría ser únicamente un accidente? Una persona fue atropellada por un coche, pero ¿sabes cuál es la razón?, ¿por qué sucedió eso? Hemos llegado a un punto en el que queremos buscarle sentido a todo y nos preguntamos cuál es el significado de esa muerte”, afirma. Como conclusión a ese pensamiento que abraza la película, Cronenberg pide que se ponga atención a lo siguiente: “Esa búsqueda de significado ha ayudado a los humanos a convertirse en una especie muy dominante, porque proporciona cierta cohesión a la comunidad, el grupo, la tribu o la nación”. Y ese es un tema muy cronenbergiano, ya que su cine imagina cómo sería la especie humana si se introducen en ella otros parámetros que pueden ser tecnológicos, genéticos o evolutivos. “Si eres existencialista y ateo como yo, en realidad no hay razón para la muerte: no tiene propósito, no tiene sentido. Es muy difícil para la gente aceptar que no tiene sentido algo tan poderoso como la muerte de un ser querido. Es absurdo. No tenía que suceder, pero sucedió. Es muy difícil de aceptar”, amplía el director que, como se ha divulgado ampliamente, ha escrito esta película tras el fallecimiento en 2017 de su esposa Carolyn Zeifman. El personaje principal, un empresario tecnológico que invierte en un nuevo concepto de lápida monitorizada, es también un viudo que vive entre los vivos y los muertos, y que también desarrolla esa lucha por la aceptación de la pérdida, hasta el punto de abrirse a escuchar argumentos conspiranoicos. De izquierda a derecha Diane Kruger, David Cronenberg y Vincent Cassel en el festival de Cannes Film Festival, el 21 de mayo de 2024 El cineasta, nacido en Toronto (Ontario, Canadá) hace 82 años, ha situado su reflexión sobre la muerte a una edad muy temprana. “Creo recordar haber tenido una conversación con mi madre cuando no tenía más de ocho años, quizás incluso era más pequeño. Ella no me dijo: ‘Está bien. Nos encontraremos todos en el cielo después de morir’. Yo le preguntaba: ‘¿Y tú? ¿Quieres decir que tú vas a morir y yo también?’. Y ella dijo: ‘Sí, pero es algo que ocurrirá en un futuro muy lejano, y no tienes que preocuparte por eso ahora’. No dijo que no fuera a ocurrir, y eso estuvo bien. Así que de niño, lo acepté”, recuerda.  “La mayoría de los niños no piensan en la muerte, pero en cierto momento de su vida, se dan cuenta de ella. Normalmente es por sus mascotas, animales, perros, gatos, pájaros. Si tu gato muere, con el tiempo empiezas a darte cuenta de que la muerte se aplica también a ti, a tus padres, a tu hermano y a tu hermana. Es bastante impactante porque no naciste con esa comprensión. Luego, aún de niño, tienes que descubrir qué significa eso para ti”, explica. “Y, por supuesto, si naces en una sociedad muy religiosa y en una familia religiosa, habrá toda una estructura, ya sea cristiana, musulmana, judía o de cualquier otra religión. Todas tienen una estructura que te permite pensar en la muerte de forma positiva. Pero una de las revoluciones de la Ilustración fue la posibilidad de que no exista Dios, ni el cielo, ni el más allá. Cuando mueres, dejas de existir. Es el olvido. Esto sigue siendo un tema polémico. Y, por supuesto, hay miles y miles de millones de personas en el mundo que son religiosas y cuya religión les permite evadir la cuestión de la inexistencia. Así que Los sudarios, a su manera particular, con personajes específicos, también aborda eso”, añade.  Todo en Cronenberg gira alrededor de lo orgánico, lo único verdaderamente humano. En Videodrome (1983), otra película que fue un fracaso en cines y ahora se considera de culto, el vídeo se hacía cuerpo, lo cual daba pie a un movimiento político: la Nueva Carne. En cierta forma, Crímenes del futuro se preguntaba cómo se violenta un cuerpo —en una extraña continuación de lo planteado en Videodrome— cuando hay personas que consiguen generar nuevos órganos, los cuales hay que inscribir en un registro gubernamental. “Mis películas son una respuesta a todo en la vida. Sigo explorando la condición humana, lo que significa ser humano ahora, lo cual tiene algo de absurdo. Todas mis películas son muy divertidas, no diría que son comedias, pero sí muy divertidas. Y esa es una de las maneras en que lidiamos con las dificultades de ser humanos, que es un tema delicado. Los seres humanos somos muy complejos y hemos desarrollado muchas maneras de lidiar con eso. Una de esas maneras es el humor, un sentido del humor que nos permite aceptar parte del absurdo e incluso de los horrores de la vida, y aun así encontrar una forma de seguir viviendo. Para mí, eso es todo en la vida y está presente en todo mi cine”.
eldiario
hace alrededor de 2 meses
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