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De Rosalía a Hakuna, ¿por qué la imaginería cristiana ha vuelto a la música?

De Rosalía a Hakuna, ¿por qué la imaginería cristiana ha vuelto a la música?
De Rosalía a Siloé. El auge de artistas y producciones con referencias cristianas marca un giro estético y discursivo en la escena pop internacionalMemes, celebridades y TikTok: cómo el discurso religioso se coló en nuestras pantallas Visten de negro. El pelo, abundante, bien peinado. A veces, cubierto de gomina. Otras, de laca. Los ojos maquillados, perfilados en khol oscuro. En muchas ocasiones, un rosario se bambolea sobre el cuello del líder. Su puesta en escena la corona un crucifijo enorme, en el centro del escenario, iluminado con leds de un rojo vibrante. Su estética recuerda a la de unos vampiros salidos de una serie adolescente, pero son una de las bandas de pop más exitosas del momento en España. Siloé, de nombre y carácter bíblico, reivindican la religión católica de forma directa en sus discos y sobre los escenarios. Y no son la única. Las letras de Inazio, el último disco de Rigoberta Bandini, el renacer de la estética sacra en videoclips o la tarta de Rosalía en su 33 cumpleaños (imitando el aspecto de un cirio del que colgaba un crucifijo dorado) son algunos ejemplos de la proliferación de la semiótica cristiana en la música pop actual. Rosalía, además, acaba de desvelar la portada de su nuevo álbum LUX donde abraza sin tapujos la ética y estética del cristianismo. En ella aparece vestida de blanco, virginal como una novicia. Su puesta en escena en la madrileña plaza de Callao, con el pelo pintado con una aureola y una aparición mesiánica, para promocionar el álbum no es casualidad. Como tampoco lo es que, en una de sus últimas entrevistas, dijera que no quería saber de hombres, que estaba en un momento vital de 'volcel': celibato voluntario. O sea, como una monja. No es algo nuevo en la carrera de la cantante, que en una entrevista hace unos días en el podcast Ràdio noia, de Mar Vallverdú, aseguraba que “Dios es el único que puede llenar los espacios si tú tienes la predisposición”. El imaginario católico tampoco es algo nuevo en ella. Ya en El Mal Querer la portada remitía a una figura virginal, y la idea de la fe y de dios ha estado presente en varias de sus canciones. “Siempre se han usado elementos religiosos en el pop, basta mirar al Like a Virgin de Madonna o el Personal Jesus de Depeche Mode. Entonces era una cuestión estética dentro de la cultura occidental. No se asociaba a una defensa del cristianismo y su erotismo (pues llevaba casi siempre un erotismo implícito) era muy sutil”, explica a elDiario.es Amparo Huertas, profesora de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). La experta señala que la diferencia con el presente reside en que aquello no era más que un complemento a la imagen del artista en cuestión. “No había intencionalidad detrás, pero ahora, de un tiempo a esta parte, comienza a ser significativo”, apunta Huertas, que también estudia la representación de lo religioso en los medios. La cantante Madonna baila junto a una cruz cristiana durante un concierto en agosto de 2006 en Roma, Italia “Es un tema, el de la música, en el que llevo fijándome tiempo y que suele ser motivo de debate con mis alumnos”, añade indicando que este viraje, esta reivindicación directa desde la imaginería cristiana en la música mainstream, va de la mano de la “derechización de Occidente”. “Ahora mismo vivimos en una tendencia conservadora que hunde sus raíces en lo religioso y estamos viendo cómo impregna varios estratos del discurso mediático”, continúa para poner un ejemplo reciente: la noticia de la canonización de Carlos Acuti, el primer “santo milenial”. “Lo sacaron en las noticias como si fuera algo más que una frikada e, incluso, entrevistaron a una señora que aseguraba que le había rezado y se había curado del cáncer. En otro momento esto no hubiera sido noticia, pero ahora lo hemos aceptado como tal”, apunta. Además del impulso que le propicia el giro al conservadurismo actual, afirma que en las relaciones interculturales la religión no ha perdido su peso: “Eso hace que la música pueda ser el vehículo perfecto porque refieren a una cultura común, metida en nuestra genealogía, que te suena aunque no la conozcas del todo”. “Se te nota en la cara / que eres tan culpable / tan amable / tan inestable / tan detestable como yo” son alguno de los versos centrales de Reza por mí de Siloé. “Si te paras a escucharla es evidente que habla de la culpa católica, que la letra tiene una profunda raigambre cristiana, pero también puedes pensar que está hablando de un amante o una ruptura como muchas canciones pop”, interpreta la profesora. “Por eso este tipo de cosas tienen tanto éxito”. La portada del disco 'Puta' de Zahara, en el que simula ser una virgen católica, en el puesto de merchandising de su concierto de 2021 en Toledo La raíz norteamericana En 1989 Ron Luce fundó Teen Mania. Una organización evangélica que operaba desde Dallas, Texas, y cuya finalidad era movilizar y entrenar a jóvenes estadounidenses en la fe cristiana evangélica. Todo ello a través de la música. Durante tres décadas, Teen Mania montó de manera recurrente eventos masivos bajo el nombre de 'Acquire Fire', donde miles de adolescentes se reunían para escuchar música cristiana y mensajes de inspiración espiritual. Mientras la MTV, que vivía sus años dorados, utilizaba la retórica religiosa para subvertirla (Madonna, Lady Gaga, etc), Luce la reivindicó y prestigió a artistas de carácter cristiano como Skillet, The Afters o TobyMac, entre otros. Desde sus inicios hasta su declaración en bancarrota en diciembre de 2015, Teen Mania creció y se convirtió en uno de los mayores movimientos evangelísticos del mundo, ayudando a definir la cultura juvenil cristiana del momento, conectando la fe con la estética del rock, el pop y los grandes espectáculos. “En Estados Unidos, la conexión entre música, religión y política es muy fuerte”, comenta, por su parte, Joseba García Martín, sociólogo por la Universidad del País Vasco y autor de la tesis Religión, política y estrategias de desprivatización: la movilización de los grupos laicos de inspiración cristiana en el estado español (2020). Para García, aunque en España no estamos aún en ese punto, la comparación con EEUU y el movimiento evangélico es “inevitable”. Lady Gaga actúa durante su canción 'Judas' vestida con un traje que imita al hábito de una monja, en diciembre de 2010 en Milán, Italia. “Tienen visibilidad, atraen a miles de jóvenes y han sabido moverse en plataformas como Spotify o TikTok, pero están todavía muy lejos de tener la capacidad de influencia política que sí tienen los evangélicos en Estados Unidos o en América Latina. Aquí, quienes realmente tienen peso político son otras organizaciones católicas más tradicionales y articuladas desde el asociacionismo civil”, explica para matizar con que cada vez hay más conexiones; “los grupos musicales católicos forman parte de un ecosistema más amplio que alimenta una identidad religiosa compartida”. Adaptarse para seguir llegando al público joven, eso es lo que, a juicio del estudioso, ha hecho la religión. “Lo está haciendo a través de la música, de la cultura pop, de dinámicas comunitarias que conectan mejor con la sensibilidad juvenil” explica para señalar que, en ese sentido, “hay novedades claras en los lenguajes y en los formatos, pero el fondo sigue estando dentro del marco católico”. “No estamos ante una religiosidad completamente al margen, sino ante nuevas estrategias de actualización que buscan traducir el mensaje a códigos contemporáneos. La novedad está en el modo, no tanto en el contenido”, desarrolla García. “La guerra cultural de la que tanto hablamos ahora empezó con lo de Teen Manía a principios de los 90. Hacer cool, hacer que molen una serie de cosas. Y Luce lo consiguió”, opina Elío, miembro de la banda indie La Jetée. Un movimiento desapercibido “Todos sabemos que los símbolos religiosos se han usado siempre en la música, pero cuando empiezas a ver ciertas cosas de forma repetida te dices: ‘Oye, aquí está pasando algo'”, prosigue Elío.“Quizá no sea un apoyo explícito, pero está ahí apoyando una serie de retóricas y narrativas concretas”, apunta para criticar que es algo de lo que no está hablando la crítica cultural. “Tengo la sensación de que es algo que ha pasado por encima y que solo se comentó, ligeramente, con el caso de Íñigo Quintero”, continúa el músico. Para García hay varias razones por las que no se habla el asunto. La primera es la ambigüedad lírica. La segunda, que aún se trata de un fenómeno que cuenta con cierta percepción de marginalidad. “Durante mucho tiempo estos proyectos se han visto como fenómenos secundarios, disfrutables solo por un sector relativamente pequeño de la población”, cuenta el estudioso al apuntar que eso está empezando a cambiar. “Me da la impresión de que la crítica cultural ha tendido a no tomarlo demasiado en serio, unido a que en España creo que no ha sido un fenómeno tan exitoso debido al propio proceso de secularización como el que ha ocurrido en América en general”. La tercera es el riesgo de convertirse en 'one hit wonders’. Un ejemplo, ya mencionado, es el español de Íñigo Quintero y su canción Si no estás que lanzada en 2023, cuando tenía 21 años, se convirtió enseguida en el número uno de Spotify, superando a artistas de la talla de Bad Bunny o Taylor Swift. La canción alcanzó, en cuestión de días, los 50 millones de visualizaciones en YouTube y los 286 millones de escuchas en Spotify. En 2025, además, ha sido versionada en directo por Damiano David, el (ex) líder de Måneskin. “Se nos vendió como un fenómeno natural, pero todos sabemos que eso es imposible”, ironiza Elío. Detrás del éxito, longevo o no, de estos grupos suele haber un aparato económico. Generalmente, el Opus Dei, como ya ocurrió con Hakuna. “El Opus Dei está detrás de buena parte de las iniciativas laicales y seculares que han ido apareciendo en el catolicismo contemporáneo”, explica García. Una aseveración que ya mantuvo el sociólogo Joan Estruch, que definía al Opus como una organización omni-latente. “Aunque conviene no exagerar su alcance, es verdad que existen entornos sociales vinculados al Opus —clases medias-altas, colegios, universidades, círculos culturales— de los que han salido músicos y proyectos con mayor o menor conexión explícita con lo religioso”, insiste García. El nepotismo y sus consecuencias “Hoy es muy difícil que salgan a flote bandas de origen obrero, como ocurrió con Estopa en su momento”, apunta Elío al respecto para señalar que “solo basta mirar el árbol genealógico de las bandas emergentes del ahora”. A continuación, algunos ejemplos de la élite de la cultura española: pablopablo es hijo de Jorge Drexler. Dear Joanne, sobrina de David Summers, acaba de firmar su primer single con Universal. El rapero Teo Lucadamo (que cuenta con un programa en Radio3, Hay días y días que no) es hijo de la actriz Aitana Sánchez-Gijón. El grupo La Milagrosa es el proyecto de Germán GES (quien dijo en una entrevista que un día se le apareció La Virgen y le pidió que montara una banda). Hijo de Luis Gómez-Escolar Roldán y Miluca, ‘Milagrosa’, Sanz Rueda. Dos pesos pesados del panorama cultural nacional. Es normal que tus padres te ayuden y es genial si tienen los medios para ellos, el problema es que seguimos hablando de meritocracia en un sector donde cada vez es más difícil abrirse un hueco Elío — Miembro de la banda La Jetée “Es normal que tus padres te ayuden y es genial si tienen los medios para ellos, el problema es que seguimos hablando de meritocracia en un sector donde cada vez es más difícil abrirse un hueco”, continúa el músico para opinar que los estratos socioeconómicos altos suelen estar vinculados con lo conservador. Pero, ¿por qué ahora? A la pregunta de qué factores podrían explicar que símbolos cristianos reaparezcan hoy con tanta fuerza en la cultura pop, tanto Amparo Huertas como Joseba García tienen una respuesta común: que en España la tradición católica ha dejado un archivo enorme de imágenes y lenguajes que todo el mundo reconoce, aunque los significados sean desconocidos o lejanos. Cruces, vírgenes, rezos o procesiones son parte del acervo cultural a pesar de que no estén en la cotidianidad de la mayoría de la juventud. “Forman parte del paisaje cultural, y son signos muy potentes. En este sentido, creo que funcionan muy bien como un código compartido y para empezar a generar una identidad colectiva. No hace falta ser creyente para que esas referencias 'te suenen' y te conecten con algo que está en la memoria colectiva”, apunta él. Un anuncio del disco "El mal querer" de Rosalía, con una estética de referencia a la religión, el 13 de septiembre de 2018 en una enorme pantalla en Times Square, Nueva York Además, ambos opinan que se trata de una estrategia pragmática dentro de la lógica de la secularización en Occidente. “Si la religión ya no ocupa el centro de la vida pública como antes, encuentra otras maneras de hacerse presente en espacios seculares, proponiendo que la fe se viva en lo cotidiano y no solo en los rituales tradicionales. La música, por su capacidad de generar emoción, comunidad y pertenencia, se convierte así en un puente privilegiado”, zanja García. Como escribió Stuart Hall, teórico cultural y sociólogo jamaicano, y uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX en el campo de los Estudios Culturales: “La cultura es el lugar donde se juega y se disputa el poder”.

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