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Lecciones de Chile sobre por qué España necesita un Museo de la memoria

Lecciones de Chile sobre por qué España necesita un Museo de la memoria
El Museo de Memoria y Derechos Humanos de Chile, dirigido por María Fernanda García, funciona como "lugar de conciencia" desde el que construir sociedades "más inclusivas, empáticas, solidarias y en contra de conflictos, como las guerras y los genocidios"Trump anuncia un arancel del 100% a películas extranjeras para impulsar el cine hecho en EEUU Un taller sobre cómo se construyen políticas de memoria(s) feminista(s), un festival de Cine de Derechos Humanos y una obra de teatro dedicada a la autora ganadora del Nobel Gabriela Mistral. Estas son tres de las actividades que coparán la cartelera del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile en los próximos meses. Fundado en 2010, este centro referente fue concebido como un lugar para conservar y exhibir los testimonios y documentos que permitan mirar al pasado doloroso con el objetivo de aprender. Un espacio en el que no apartar la mirada a los hechos, sino apuntarla más si cabe para contribuir a que la cultura de los derechos humanos y de los valores democráticos sea la única que rija el futuro. “Los museos son ahora un espacio distinto al que fueron, cuando solo exponían y esperaban que la gente simplemente mirara, ya fueran obras o documentos, sin que hubiese una comunicación más fluida entre el espectador y ese 'algo'”, describe la directora de la institución, María Fernanda García desde Mondiacult, la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y el Desarrollo Sostenible que se celebra esta semana en Barcelona. “Hoy tienen ocasión de ser un centro cultural y de constante reflexión e interpelación con un público que queremos que sea activo”, añade a elDiario.es. Esta evolución convierte a los museos en espacios mucho más “complejos”, que adaptan a distintos públicos, ya sean niños, jóvenes, adultos, organizaciones de víctimas de derechos humanos, artistas y turistas. “Todos sienten que el museo es suyo, que es lo importante. Es un desafío responder de la mejor manera a cada una de las comunidades”, defiende. La fachada del Museo de Memoria y Derechos Humanos de Chile El museo cuenta con tres plantas dedicadas a la colección principal, que aborda las violaciones de los derechos humanos desde el Golpe de Estado encabezado por Pinochet en 1973. Y lo hace a través de un relato basado en archivos de material donado, que es a partir del que está constituido todo el centro: “Al ser espacios donados, se hace presente la memoria colectiva de una sociedad. Nosotros no compramos nunca material”. A estas se añaden salas temporales, una explanada donde organizan “eventos masivos” de cine, teatro, música y danza; además de un auditorio con capacidad para 100 personas. En ellos se han celebrado desde festivales de rock a la grabación de un podcast de ficción. Uno de sus grandes puntos fuertes son sus recursos interactivos, a los que se puede acceder a través de su página web desde cualquier parte del mundo. En ellos se puede consultar información relativa a los memoriales construidos a lo largo de todo el país como parte del proceso de reparación simbólica y homenaje a las víctimas de la dictadura y sus familiares. Los componen obras levantadas por el trabajo de iniciativas ciudadanas, organizaciones sociales y, en algunos casos, aportes estatales. Captura de la información sobre un Memorial situado en Atacama Uno de ellos es el Mausoleo ubicado en el Cementerio de Copiapó (Atacama). Sobre los nichos y placas recordatorias de las víctimas se alza la frase grabada en madera “por la fuerza y sin la razón”, aludiendo a la forma violenta en que murieron las personas de cuyos restos ahí descansan. Otro de los recursos webs permite conocer los recintos que funcionaron como centros de reclusión política y/o de tortura, además de historial de las víctimas (tanto ejecutados políticos como detenidos desaparecidos); y sobre los hallazgos de restos de víctimas a lo largo del país, evidencias que dan cuentas de las violaciones de derechos humanos y que constituyen pruebas fundamentales en los procesos de búsqueda de la verdad y esclarecimiento de los crímenes de la dictadura. Por último, el apartado dedicado a la justicia, a través de una base de datos que recoge los textos completos de sentencias definitivas correspondientes a los procesos judiciales que investigan y en su caso sancionan las violaciones a los derechos humanos perpetradas en Chile entre 1973 y 1990. Captura de la interfaz de la base de datos de Justicia En esta se permite la búsqueda por criterios como Víctima, Condenado, Caratulado, Episodio, Tipo de sentencia, Tipo de Delito y Rol de última instancia. Sociedad pacífica implica compromiso María Fernanda García anima a que España cuente con su propio Museo de la Memoria. Preguntada por si este podría ayudar a una posible “reconciliación social”, reconoce que esta es “difícil cuando hay un sector que se niega a que tengas a los cuerpos de tu familia contigo”. La directora insiste en que hay que seguir igualmente abogando por ello, “para que al menos haya una verdad histórica con algunos mínimos comunes que se respeten como pensábamos que teníamos ya resueltos”. La gestora cultura incide en que la importancia de los espacios de memoria reside no solo porque aludan a los derechos humanos, sino porque son “lugares de conciencia para unirnos como sociedad en paz. Pero una paz como agentes activos en la construcción de sociedades más inclusivas, más empáticas, más solidarias y en contra de conflictos como las guerras y genocidios”. “Sociedad pacífica no significa inerte, sino todo lo contrario, implica mantenernos todo el tiempo alerta y muchos más comprometidos por lo que queremos construir”, reivindica. Sociedad pacífica no significa inerte, sino todo lo contrario, implica mantenernos todo el tiempo alerta y muchos más comprometidos por lo que queremos construir Mará Fernanda García — Directora del Museo de Memoria y Derechos Humanos de Chile Además, María Fernanda García Iribarren advierte de que las construcciones de este tipo de museos son “decisiones políticas que nunca van a estar alineados” y que, precisamente por ello, conviene “aprovechar la oportunidad cuando hay gobiernos y alianzas para hacerlos, porque probablemente mañana no las haya”. Dónde queda la ideología Uno de los interrogantes que se plantean al idear un Museo de la Memoria es dónde debe quedar la ideología. La responsable explica que el límite está en una base consensuada tanto por la ONU o la UNESCO que establecen que “los genocidios y las dictaduras no son la vía por la que solucionar políticamente las sociedades. Por mucho que haya un conflicto político, ninguna de las dos serán la resolución frente a estos”. No obstante, asegura que no quieren la “intervención de otros países, el boicot, y menos aún que los propios conciudadanos persigan, desaparezcan, asesinen y torturen a otras personas que estuvieron en el poder o que piensen distinto a ti”. De ahí a que sostenga que estas situaciones no deberían volver a ocurrir ni en Chile ni en ningún otro país del mundo, incluido España: “Creemos en la democracia y la solución política, en las artes y la cultura como vía de conexión social, que ayuda cultural, política y económicamente; y en crisis importantes como lo son hor en día la migración y la seguridad”. El papel (activo) de los jóvenes Una de las claves para materializarlo dentro del Museo es la involucración de los jóvenes. “Hay que hacer que conozcan las fuentes, los archivos, los testimonios, y que los hagan suyos”, sostiene María Fernanda García, ya sea a través de una canción de trap que pase por sus vivencias, un ensayo o una exposición de fotografía. E incluso quienes no sean artistas, pero tienen igualmente derecho a serlo, y que en un momento determinado “quieren expresarse a través de todo lo que quieran decir con esa historia que les conmovió, para explicar el pasado”. Un proceso creativo que, a su vez, puede estar mediado por las experiencias “propias”, como “las injusticias en la educación, el genocidio en Gaza o todo lo que conmueva y quieran expresar”. “Es vital hacer partícipes a los jóvenes y a la comunidad entera, que se expresen los dolores del pasado pasando por el presente”, concluye. Uno de los conciertos celebrados en la explanada del Museo de la Memoria y de Derechos Humanos de Chile La responsable asegura además que esta es la vía para responder a la peligrosa era de fake news y de discursos de extremaderecha que glorifican las dictaduras y el relativismo histórico: “Hay archivos, noticias y documentos que contrastan todo esto. Lo que pasa es que, lamentablemente, dejamos las redes sociales en manos de discursos de odio, que han acabado generando una sociedad con una parte despolitizada y otra negacionista o relativista frente a los hechos del pasado que involucran a todos”. Un problema que afecta a Chile, pero también al resto del mundo. Motivo por el que propone como única solución aquella que implique a los conjuntos, mediados por la cultura: “Tenemos que unirnos y planificar cómo vamos a accionar frente a estos hechos y cómo vamos a ganar creativamente esta batalla”.
eldiario
hace alrededor de 1 mes
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