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A Trump le gusta presumir, y Xi, Putin y Modi le han puesto un espejo en el que mirarse

A Trump le gusta presumir, y Xi, Putin y Modi le han puesto un espejo en el que mirarse
La cumbre de los presidentes de India, Rusia y China evidencian un mundo multipolar en el que EEUU no necesariamente es el centro siempre Ya se me han acabado las vacaciones. No me puedo quejar, he tenido un mes entero en el que he podido descansar y disfrutar de la familia, y ahora me toca volver a trabajar en el mejor oficio del mundo, el periodismo, en uno de los destinos más apasionantes del momento: the belly of the beast, el corazón de la bestia; Washington DC. Como era previsible a finales de julio, el panorama está peor que entonces. Y solo puede empeorar. Ahora, la capital de EEUU está tomada por Donald Trump, con la Guardia Nacional desplegada por la ciudad y los agentes migratorios acometiendo redadas: hemos pasado del Occupy Wall Street de septiembre de 2011 en el que se reivindicaba una mayor igualdad económica y una profundización democrática a un DC Occupation por parte de Trump en septiembre de 2025 que refleja todos los pasos autoritarios que está viviendo el país. Trump se maneja siempre así, a golpe de amenaza, intentando imponerse sobre los demás, ya sea con aranceles con el resto de países o con tanquetas en las calles de Los Ángeles, Washington DC, Chicago o Baltimore, que pueden ser las siguientes dentro de poco. Pero no siempre le salen las cosas como quiere, aunque el legado que está dejando será difícil de recomponer. Trump dice que está vivo, y no quiere testigos “Son noticias falsas”, ha dicho Trump este martes tras ser preguntado por los rumores sobre su muerte que circularon en las redes sociales el pasado fin de semana. Pocas cosas son tan geniales como que un periodista de Fox pregunte el presidente de EEUU en la Casa Blanca sobre unos rumores en torno a la salud de Trump que convirtieron “Trump is dead” en trending topic en X. Y que el presidente de EEUU niegue semejantes rumores en persona. Pero, más allá del estado de salud del presidente, que sólo él y su equipo más cercano conocerán en profundidad, la cruzada de Trump está a punto de alcanzar a la prensa extranjera. La Administración Trump ha ido contra los migrantes, las universidades, los despachos de abogados, la CNN, el New York Times, el Wall Street Journal, la NBC, los expertos en vacunas, el presidente de la Reserva Federal, los bastiones de la oposición... Y ahora está llegando el turno a los corresponsales. Según un proyecto de la Administración Trump difundido por el Departamento de Seguridad Nacional, los periodistas extranjeros, que hasta ahora podemos tener un visado de hasta 5 años, a partir de ahora tendríamos un visado por 240 días –8 meses, tres si eres chino– con posibilidad –o no– de renovación tras una evaluación. ¿Y qué consiguen con eso? Difundir el miedo y el temor a ser deportado, ¿Qué medio puede mandar a un periodista a EEUU si sabe que puede ser devuelto a los 8 meses? En el fondo, lo que quiere Trump es tener cada vez menos testigos de lo que está haciendo: a la prensa estadounidense crítica no puede echarla del país, pero si puede hacerlo con la extranjera. Putin, Modi, Xi... ¿Y Trump? EEUU y China se encuentran en una tensión permanente, al igual que India y EEUU. Los dos países, junto con Rusia y Brasil, son los fundadores de los BRICs, el grupo de Estados que más molesta a Donald Trump por lo que supone de amenaza para sus aspiraciones hegemónicas en el sistema mundo.  Con Brasil, Trump ya aplicado un tarifazo con el argumento de defender a su amigo procesado por golpismo, Jair Bolsonaro. Y con el presidente ruso, Vladímir Putin, mantiene un histórico idilio intermitente que ha dado mucho oxígeno diplomático al presidente ruso, al que a día de hoy se le abren muchas más puertas que hace un año. La geolítica es así, y la doble vara de medir de Occidente con Israel y Netanyahu por el genocidio en Gaza en relación con Rusia y el Kremlin por la invasión de Ucrania está teniendo unas consecuencias de difícil alcance en el sur global, donde EEUU y la UE se dejan cada día toneladas de credibilidad, lo que refuerza, precisamente, a los BRICs. La foto de hace dos días entre los presidentes de China, Rusia e India, Xi, Putin y Modi, es un espejo en el que se mira Trump y en el que ve el espacio geopolítico recuperado por Rusia, junto con el refuerzo de una alianza que suma 3.000 millones de habitantes –y consumidores–, frente a los 800 de EEUU más la UE, y una alternativa a la guerra comercial estadounidense. Trump dice cada día que EEUU es el país más caliente del mundo –hottest–, que es el que fabrica mejores y más mortíferas armas, que está ingresando billones de dólares gracias a los aranceles, que es el campeón del mundo a consecuencia de su forma de hacer política, marcada por el matonismo.  Y, ante eso, la foto de Xi, Putin y Modi reflejan que el mundo es mucho más que medio hemisferio, que es mucho más que el patio de colegio en el que Trump quiere imponer su ley, y que, a diferencia de la Guerra Fría en el que el eje ideológico pesaba mucho, ahora las coordenadas han cambiado, y eso ya parece ser cosa del pasado. ¿Qué más hace falta para que Trump pare el genocidio? Llevo días con eso en la cabeza, con una pregunta cada vez más urgente para la Casa Blanca: ¿Qué más necesita Trump para detener el genocidio en Gaza, que además se está cometiendo con sus armas? A menudo se explica que Israel es EEUU en Oriente Próximo, que los vínculos entre los israelíes y las fuerzas vivas estadounidenses son inquebrantables. Y lo hemos visto con administraciones demócratas y republicanas: la comunión entre Washington y Tel Aviv parece a prueba de todo.  ¿Realmente de todo? Eso es lo que estamos viendo ahora: más de 62.000 muertos desde el 7 de octubre de 2023, Gaza arrasada, una hambruna reconocida por la ONU, niños asesinados todos los días... Y Trump ni parpadea. ¿Qué más necesita para parar esto? Este miércoles el presidente de EEUU ha respondido a un puñado de preguntas, pero ninguna ha tenido que ver con Israel y Gaza. La prensa con acceso al Despacho Oval y a la que dan la palabra en la Casa Blanca no está demostrando mucho interés en presionar a la única persona de este mundo que realmente puede detener a Benjamín Netanyahu. Pero no lo hace, ni siquiera amaga con hacerlo. Netanyahu lleva cometiendo el genocidio en Gaza con Biden y con Trump, los dos le han dado dinero, armas y apoyo diplomático para ejercerlo. Habrá un día, dentro de unos años, en el que se recordará dónde estuvo cada cual durante este genocidio, y a EEUU le pesará como una losa.  Y aquí lo dejo por hoy. Muchas gracias por estar ahí, y nos encontramos la próxima semana, Andrés

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