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Lo que Trump no quiere oír y tampoco quiere ver

Lo que Trump no quiere oír y tampoco quiere ver
Washington es una burbuja, y está llena de símbolos contra los que lucha Trump, a quien llama TACO porque dicen que siempre se acaba rajando'Crónicas desde Trumplandia' es un boletín exclusivo para socias y socios, en el que el corresponsal de elDiario.es en Washington, Andrés Gil, explica las claves de lo que sucede en el EEUU de Donald Trump. Si lo quieres recibir cada miércoles en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es Esta semana ando de arriba abajo por la ciudad, yendo de la oficina de la empresa del gas –Washington Gas– al banco, y de ahí a la compañía eléctrica –Pepco–, a la de internet –Comcast– o a la tienda de herramientas, donde hago copias de la llave de mi nuevo apartamento y compro el imprescindible –para mí– destornillador eléctrico para montar el puñado de muebles de Ikea (en Maryland) que compré el pasado fin de semana. Mientras, gestiono acreditaciones ante diversas instituciones y organismos. Nunca sabes cuándo puede saltar un anuncio de aranceles, un fallo judicial o un suceso. No se puede dejar de estar pendiente, con las alertas de todo tipo activadas, al tiempo que hago el traslado de mis cosas desde la casa de mis amigos Pablo y Alba, que me han acogido estas semanas con tanta amabilidad y generosidad, –y a pensión completa, como dice mi madre– hasta mi nuevo hogar para los próximos años. Eso sí, aquí vamos siempre con la mochila y el ordenador a cuestas, escribiendo en cualquier banco, parque o terraza, porque en cualquier momento puede saltar un hilo de Elon Musk contra el proyecto económico de Donald Trump o una publicación del presidente de EEUU cargando contra la rebelión republicana en el Senado. Donald Trump es un maniático. Este martes se hizo público su nuevo retrato: sombrío, oscuro, desafiante. Es la imagen que quiere proyectar, la de alguien que reta al mundo, con el que quiere negociar por la fuerza bruta. Retrato del presidente de EEUU, Donald Trump, colgado el 2 de junio de 2025. Pero hay quienes ya no se fían. Consideran que Trump nunca termina de cumplir sus amenazas, y por eso lo han bautizado como TACO, es decir, Trump Always Chickens Out —Trump siempre se raja—, un mote del que el presidente de EEUU se acaba de enterar durante una comparecencia ante la prensa en la Casa Blanca. Y no le ha hecho ninguna gracia. El TACO se cocinó el 2 de mayo. Aquel día, el columnista del Financial Times Robert Armstrong escribía: “El reciente repunte económico tiene mucho que ver con que los mercados han llegado a la conclusión de que la administración estadounidense no tiene un umbral muy alto de tolerancia al dolor económico y de los mercados, y que se echará atrás rápidamente cuando los aranceles empiecen a causar estragos. A esto se le ha llamado la teoría del TACO: Trump Always Chickens Out —Trump siempre se acobarda—”. El concepto, escondido en medio de un análisis sobre la coyuntura económica, comenzó a crecer hasta estallar en la Casa Blanca la semana pasada, cuando la periodista de CNBC, Megan Cassella, coge el micrófono y le pregunta a Trump: —Señor presidente, los analistas de Wall Street han acuñado un nuevo término: TACO trade. Dicen que Trump siempre se echa atrás con sus amenazas arancelarias, y que por eso los mercados han subido esta semana. ¿Qué responde a eso? —¿Que me echo atrás? ¿Que me acobardo? Nunca había oído eso —responde Trump enfurecido—. Y tú vienes con una pregunta tan desagradable como esa... Se llama negociar. No vuelvas a decir eso. Es una pregunta muy desagradable. Es de las más desagradables que me han hecho. Dos días después de esa respuesta, Trump anunció que duplicaba los aranceles al acero y al aluminio, del 25% al 50%, decreto que ha firmado este martes y ha entrado en vigor este miércoles. Pero también es cierto que, después de anunciar aranceles desorbitados —impugnados por el Tribunal de Comercio Internacional— el 2 de abril, en el llamado “día de la liberación”, los dejó finalmente en el 10%; y que tras anunciar un 145% a China, lo rebajó al 30% mientras se negocia, algo parecido a lo que ocurrió con Canadá y México. ¿Trump Always Chickens Out? ¿Trump siempre se raja? De momento, lo que sí hace es generar caos en todo el mundo. Lo que Trump no quiere ver en su ciudad Mural en Florida Avenue, Washington DC. “Children’s dreams are stars in the night. We must protect their right to life”, reza un mural pintado en un punto de Florida Avenue —“los sueños de los niños son estrellas en la noche; debemos proteger su derecho a la vida”—, sobre una bandera palestina, evocando las muertes del genocidio israelí en Gaza. Washington DC está lleno de símbolos que Donald Trump no quiere ver, contra los que lucha desde el Despacho Oval con sus decretos y sus órdenes: está expulsando estudiantes con visado por defender la causa palestina; está utilizando un ataque a un grupo de manifestantes como palanca para deportar migrantes; está vinculando la crítica al Gobierno de Benjamín Netanyahu con el antisemitismo y con hacer el juego al terrorismo, al tiempo que criminaliza el lema “libertad para Palestina” y está recortando derechos de las personas LGTBIQ+. Restaurante palestino en la calle U. Pero Washington DC es, en cierto modo, una burbuja. Es una ciudad relativamente pequeña —unos 700.000 habitantes registrados—. Es la sede del Gobierno federal y del poder legislativo, pero sus ciudadanos no tienen representación en el Congreso ni en el Senado. También alberga numerosos organismos internacionales, lo que le confiere un perfil demográfico y sociológico muy singular dentro de EEUU. Es una suerte de isla, que huele mucho a marihuana según qué calles —porque es legal su consumo personal—, que vota masivamente demócrata —Kamala Harris ganó a Trump con el 92,4% de los votos—, y que estos días alberga el World Pride. Y se nota. Banderas LGTBIQ+ cerca de Dupont Circle. Y a Donald Trump eso no le gusta. No le gusta saber que vive en una ciudad llena de símbolos que intenta eliminar, aunque, por ahora, no puede. Por eso, los murales reivindicativos, de momento, sobreviven a su vecino más poderoso: el presidente de Estados Unidos. Yo ya me despido por hoy. Nos encontramos la próxima semana. Un saludo y gracias por estar ahí. Andrés Mural con Martin Luther King, Marion Barry y Malcolm X en el barrio de Anacostia.

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