cupure logo
quelosconunadelporparalasmástrump

Mientras Netanyahu mata de hambre a Gaza, el mundo se vuelve contra él, y él lo sabe

Mientras Netanyahu mata de hambre a Gaza, el mundo se vuelve contra él, y él lo sabe
Netanyahu no escucha. Hace tiempo decidió que Israel puede ignorar a todo el mundo: que la UE y la ONU, junto con todas las instituciones globales, desde la Organización Mundial de la Salud hasta la BBC, pueden ser tachadas de parciales, con una sola excepción: Estados UnidosLos crímenes de Israel en Gaza, en imágenes: desplazamiento, hambruna, asesinatos y destrucción Si alguien nos quiere, no nos importa. Puede que suene conmovedor en las gradas de los estadios del sur de Londres, como el cántico característico del club de fútbol Millwall , pero como estrategia nacional es un desastre. Aun así, Israel se ha convertido en un Millwall entre las naciones, aparentemente indiferente e inmune a la condena de un mundo observador, condena que esta semana cobró un gran impulso. Mientras un país tras otro acusaba a Israel, repelido por la hambruna, la devastación y el derramamiento de sangre que ha desatado sobre Gaza, los funcionarios israelíes respondieron con el ya conocido dedo medio. Cuando Keir Starmer anunció la intención de Reino Unido de reconocer el Estado de Palestina, el vicealcalde de Jerusalén la descartó rápidamente, calificándola de “mucho ruido y pocas nueces”. Hubo una reacción igualmente desdeñosa tanto a la promesa previa de Francia de tomar la misma medida diplomática como al anuncio de Canadá el miércoles de que haría lo mismo. A veces, el mensaje es una estudiada indiferencia, un encogimiento de hombros; a veces, ira. Pero el mensaje es consistente: no cederemos. Como lo expresó el embajador israelí en Canadá: “Israel no cederá ante la distorsionada campaña de presión internacional en su contra”. Sin embargo, a pesar de todas las referencias shakespearianas, el “tsunami diplomático” del que advirtieron los críticos de Benjamin Netanyahu durante muchos años, y que ahora parece haber llegado, no es poca cosa. Es más, y bajo la fanfarronería a lo Millwall, hay indicios de que Netanyahu lo sabe. Más de 140 de los 193 Estados miembros de la ONU ya habían reconocido a Palestina, pero ese grupo pronto incluirá a importantes potencias occidentales: el cambio de postura de Francia, el Reino Unido y Canadá significa que al menos tres miembros del G7 ya se han sumado. Esta misma semana se celebró una conferencia especial en la ONU en Nueva York, donde 125 países instaron a Netanyahu a comprometerse con el establecimiento de un Estado palestino junto a Israel, en su afán por resucitar la moribunda solución de dos Estados. Toda esta actividad diplomática ha provocado una serie de objeciones por parte de Israel y sus defensores. Primero, la afirmación de que los críticos de Israel son apaciguadores. Prueba de ello es la respuesta tuiteada de Netanyahu a Starmer, que incluía la frase: “El apaciguamiento hacia los terroristas yihadistas siempre fracasa”. A Netanyahu le gusta invocar a Winston Churchill, y aquí está de nuevo, mostrándose como el líder británico más grande, con Starmer como Neville Chamberlain, mientras que el ministro israelí de Asuntos Exteriores habla sin parar de Múnich y de 1938. Como si hubiera alguna analogía entre la Alemania nazi apoderándose de un trozo de Checoslovaquia y los palestinos buscando la autodeterminación en su patria histórica. Es una línea de argumentación insultante por su ignorancia. A continuación viene la acusación de que figuras como Starmer, Emmanuel Macron y Mark Carney están “premiando el terrorismo”, premiando a Hamás por la serie de atrocidades asesinas que cometió el 7 de octubre de 2023. Pero es una interpretación extraña de lo sucedido. La declaración de Nueva York de esta semana, firmada por Arabia Saudí, Egipto, Catar y la Liga Árabe, condena explícitamente “los ataques cometidos por Hamás contra civiles” aquel día de octubre, la primera denuncia oficial de este tipo por parte de los estados árabes. Además, el documento es inequívoco al afirmar que “Hamás debe poner fin a su dominio en Gaza y entregar sus armas a la Autoridad Palestina”. El mismo mensaje se transmite alto y claro en las declaraciones de Starmer y sus homólogos: es a la AP, actualmente liderada por Fatah, a quien consideran la autoridad reconocida de un Estado palestino. Se puede criticar a los líderes por no explicar cómo se hará realidad esta visión, pero la visión en sí es sencilla, y no hay cabida en ella para Hamás. Es difícil presentarla como una “recompensa”. Más contundente es la objeción de quienes hacen campaña por la liberación de los 20 rehenes israelíes que se cree que aún siguen vivos en Gaza. Argumentan que Starmer cometió un grave error al sugerir que el Reino Unido no procedería con el reconocimiento de un Estado palestino si pronto se alcanzara un acuerdo de alto el fuego entre Hamás e Israel en Gaza. Esto, según argumentan los activistas, incentivó a Hamás a negarse a cualquier acuerdo –que debería incluir la liberación de al menos algunos rehenes– para que el reconocimiento del Reino Unido se llevara a cabo según lo prometido. Los defensores de Starmer creen que esta línea de argumentación se basa en una interpretación errónea de Hamás. Afirman que ese grupo no está interesado en un Estado palestino en Cisjordania y Gaza que coexista con Israel. Hamás no aspira a la creación de dos Estados, sino que busca gobernar un único Estado yihadista en todo el territorio, desde el río hasta el mar. De hecho, dado que la comunidad internacional apoyó el principio de la independencia palestina antes del 7 de octubre, abandonarlo después sería en sí mismo recompensar a Hamas, permitiendo a ese grupo hacer descarrilar la solución de dos Estados que ha estado decidido a sabotear desde que envió por primera vez atacantes suicidas a autobuses israelíes hace más de 30 años. Aun más contundente es la acusación de que estos anuncios y declaraciones son actos de desviación, gestos que revelan la impotencia de los distintos gobiernos. Hay algo de cierto en ello: el reconocimiento diplomático no alimentará a ningún niño en Gaza. Cuando las diversas demandas de Starmer a Netanyahu se ignoran despreocupadamente, solo se publicita la debilidad del primer ministro británico. En cierto modo, la medida de esta semana reconoce tácitamente esa realidad. Se basa en la idea de que Israel sigue actuando de maneras que hacen menos viable la solución de dos Estados. Anteriormente, Starmer siempre había dicho que quería esperar hasta que el reconocimiento del Reino Unido pudiera contribuir a un proceso de paz significativo y en desarrollo. Ahora ha reconocido que no existe tal cosa, que se arriesgó a aferrarse a una carta que se estaba convirtiendo en polvo en sus manos. Mejor jugarla ahora antes de que pierda todo su valor. Como dijo Wes Streeting, el Reino Unido debería reconocer a Palestina “mientras aún haya un Estado de Palestina por reconocer”. La esperanza en Londres, París y otros lugares es que, cuando la guerra de Gaza finalmente termine, ya se habrán definido los parámetros de lo que debería suceder a continuación. Pero, por supuesto, Netanyahu no escucha. Hace tiempo decidió que Israel puede ignorar a todo el mundo: que la UE y la ONU, junto con todas las instituciones globales, desde la Organización Mundial de la Salud hasta la BBC, pueden ser tachadas de irremediablemente parciales, si no intolerantes, con una sola excepción: Estados Unidos. Durante la última década, o más, ha ido más allá, descartando también a la mitad de Estados Unidos, optando por ignorar a todos los demócratas y centrarse únicamente en el Partido Republicano. Mientras Israel cuente con el apoyo del Partido Republicano, todo irá bien. Esa siempre ha sido una estrategia imprudente y esta semana confirmó su peligrosidad. Para empezar, Israel necesita el apoyo de más de un país. Puede que la UE y el Reino Unido no igualen a Estados Unidos como proveedores de armas, pero, económicamente, Israel los necesita como socios comerciales, en condiciones favorables. Además, el Partido Republicano estadounidense no es un aliado totalmente fiable: un sector importante del movimiento MAGA es hostil a Israel. (Esta semana, Marjorie Taylor Greene se convirtió en la primera legisladora estadounidense en acusar al país de genocidio ). Y el propio Trump no comparte del todo la total indiferencia de Netanyahu hacia la opinión internacional. La desdeña, pero también busca su aprobación: quiere ese premio Nobel. Poco a poco, el público israelí se da cuenta del precio del estatus de paria que Netanyahu prácticamente ha cultivado. Un pequeño presagio reside en los problemas que actualmente enfrentan los turistas israelíes en Grecia. Esa podría ser la mejor manera de entender la vehemencia con la que los funcionarios israelíes intentaron desestimar a Starmer y compañía esta semana, insistiendo con declaraciones enérgicas y furiosas que no les preocupaba en absoluto. Cada vez más israelíes saben que no pueden darse el lujo de ser como el Millwall: quizá nadie los quiera, pero a muchos les importa.
eldiario
hace alrededor de 1 mes
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Noticias similares

Noticias mundiales