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Netanyahu lleva 30 años diciendo que Irán está a punto de lograr la bomba nuclear, ¿qué tiene Teherán realmente?

Netanyahu lleva 30 años diciendo que Irán está a punto de lograr la bomba nuclear, ¿qué tiene Teherán realmente?
Tres décadas después, Irán no tiene la bomba nuclear, pero Israel ha lanzado un ataque masivo que califica de "preventivo" y amenaza con incendiar la capital iraní si Teherán sigue respondiendo Netanyahu lleva 30 años años diciendo que Irán está a punto de conseguir la bomba nuclear. En 1995, como diputado, aseguró que a Teherán le quedaban de tres a cinco años para poder producir la bomba. Tres décadas después, Irán no tiene la bomba nuclear y, sin embargo, Israel ha lanzado lo que califica como un “ataque preventivo” masivo en defensa propia —igual que Bush intentando justificar la invasión ilegal de Irak—. Y Occidente se lo compra. Alemania, Francia y Reino Unido, por ejemplo, han respondieron el viernes llamando a la calma, pero apoyando “el derecho de Israel a defenderse”. Mientras tanto, el ministro de Defensa israelí asegura abiertamente que “Teherán arderá” si continúa respondiendo a los ataques. Un inciso: la censura militar Imagen de la carta difundida por la defensa militar israelí. Antes de entrar en el meollo de hoy quiero hacer un breve inciso de cuatro párrafos: con la lluvia de misiles que Irán ha lanzado sobre Israel como respuesta a su ataque hemos visto, una vez más, cómo funciona la censura militar israelí. “Las Fuerzas de Defensa de Israel hacen hincapié en que no se publiquen ni compartan las ubicaciones y las imágenes de los impactos. El enemigo vigila estas imágenes para mejorar su capacidad de impacto. Sea responsable”, afirmó en un brevísimo comunicado el ejército de Israel minutos después de los primeros impactos en suelo israelí. Horas después, el Gobierno difundió entre los periodistas esta carta avisando de los contenidos que está prohibido publicar incluso sin pasar por la censura militar, entre ellos, imágenes de “daños en suelo israelí contra instalaciones estratégicas, bases militares, capacidades operativas o instalaciones de servicios esenciales”. Según una investigación de la revista +972 con información oficial, Israel censuró y prohibió en 2024 un total de 1.635 artículos y modificó el contenido de otros 6.265 —de media, supone una intervención directa en 21 piezas informativas al día—. Se trata de la mayor actividad de la censura militar israelí desde 2011. Si la respuesta iraní ha sorteado el escudo antimisiles y ha golpeado objetivos críticos, es probable que lo veamos. Por ley, los medios tienen que remitir a la censura militar todas sus piezas que puedan afectar a la “seguridad nacional” y, si la censura actúa, tienen prohibido publicar que han sido censurados, según informa +972. Un edificio es alcanzado por un misil en Tel Aviv Volvamos a las armas nucleares. En estos 30 años hemos aprendido algo. Irán no tiene la bomba nuclear, pero ha superado con creces las capacidades necesarias para un programa nuclear de uso civil energético. Parte de su política ha consistido en demostrar que es capaz de fabricar la bomba y eso le ha dado poder para negociar acuerdos internacionales. A lo largo de estos años se ha alejado y acercado de la bomba según sus intereses. Demostrar que eres capaz de tener la bomba nuclear es una estrategia política que ya aplican otros países, como Japón, y que les permite disuadir a sus enemigos sin violar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, “el tratado internacional más exitoso y discriminatorio de la historia”, según me dijo en su día Vicente Garrido, experto en seguridad y defensa y asesor en materia de desarme de los secretarios generales de la ONU Ban Ki-moon y António Guterres. Echemos un vistazo a la última década en cuatro frases: EEUU, liderado por Barak Obama, impulsa y firma en 2015 un acuerdo con Irán para frenar su programa nuclear; e Irán lo cumple. Trump llega a la presidencia y se retira del acuerdo en 2018. Trump vuelve a la Casa Blanca en 2025 e intenta negociar un acuerdo similar al pactado en 2015. Israel revienta todo el proceso en plenas negociaciones con un ataque a gran escala contra Irán dos días antes de la sexta ronda de conversaciones entre Washington y Teherán. Retrocediendo aún más, en 1970 entra en vigor el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que, resumiendo mucho, prohíbe a todos los países adquirir la bomba nuclear excepto para aquellos que ya la tenían en el momento de la entrada en vigor del texto —y que no tendrán que deshacerse de ella— y que, casualidad, son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Pese a lo discriminatorio del tratado, solo cuatro países en todo el mundo no lo han firmado: Israel, India, Pakistán y Sudán del Sur. Los tres primeros porque han desarrollado el arma nuclear —Corea del Norte anunció su retirada en 2003—. Israel, no firmante y con el arma nuclear, está diciendo a Irán, firmante y sin arma nuclear, que no puede desarrollar la bomba. Irán, por su parte, siempre ha dicho que su programa nuclear tiene solo fines civiles y energéticos, lo cual es más que cuestionable. Qué dice la ciencia Un coronel de la Fuerza Aérea del ejército iraní sostiene una pancarta con retratos de los comandantes de la Guardia Revolucionaria y un retrato del científico iraní asesinados por Israel Vayamos a la parte científica. Para obtener energía —y la bomba— nuclear necesitamos uranio. Extraído directamente de la naturaleza, el uranio tiene dos isótopos: el U238 y el U235. Respecto a la composición de este mineral, el 99% es U238 y solo el 0,7% es U235. El problema es que el único isótopo que vale para este proceso es el uranio 235 y por eso hay que enriquecerlo modificando su composición y aumentando el porcentaje de este elemento. Como el U235 y el U238 son idénticos en su composición química, no se pueden utilizar técnicas químicas utilizadas habitualmente para purificar sustancias. Sin embargo, el U235 y el U238 tienen una ligera diferencia en peso y masa de en torno el 1%. Es esta pequeña diferencia la que se explota para separar ambos elementos, ya que los dos isótopos se mueven a velocidades diferentes cuando se someten a una misma fuerza. El material se introduce en una centrifugadora —las famosas centrifugadoras— y el U238, ligeramente más pesado, se queda en la parte exterior, mientras que el U235 permanece en el centro. El uranio, convertido en gas, pasa de una centrifugadora a otra hasta que se completa el proceso de separación. Para obtener energía, basta con pasar del 0,7% inicial a entre un 3% y 5%, pero todo uranio enriquecido por debajo del 20% se considera uranio poco enriquecido no apto para la bomba. El Tratado de No Proliferación no determina un nivel máximo de enriquecimiento para todos los países, pero no se puede esperar a que un país alcance el 90% —porcentaje óptimo para la bomba— porque eso significa que ya tendría el armamento nuclear en sus manos. Más cosas importantes: a medida que enriquecemos el uranio es mucho más fácil seguir haciéndolo. Pasar del 20 al 90 requiere una mínima parte del esfuerzo y recursos necesarios para lograr el 20% inicial. Aproximadamente el 83,5% de los esfuerzos se invierten en llegar al 4% de enriquecimiento. Un 8,5% de los esfuerzos en llegar al 20% y un 8% en alcanzar el 90% final. Del 20 al 90, entonces, hay un pasito. Del 0,7 al 20, un gran salto. Qué tiene Irán El sistema cúpula de hierro intercepta cohetes lanzados desde Gaza sobre Israel el 10 de mayo de 2023. Las alarmas sobre Irán sonaron por primera vez en 2012, cuando el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) descubrió un nivel de enriquecimiento superior al que previamente este país había hecho público. El informe de la agencia de la ONU afirmaba que había identificado muestras con una pureza del 27% en una planta nuclear excavada en una montaña. Tres años más tarde, en 2015, Irán y los cinco miembros del Consejo de Seguridad (más la UE) firman el Plan de Acción Integral Conjunto. Irán reduce en dos tercios sus centrifugadoras, reduce sus reservas de uranio enriquecido y se compromete durante 15 años a enriquecer solo hasta el 3,67%. A cambio, se le levantarían las sanciones. En su esfuerzo por desmantelar el legado de Obama, Trump se salió del acuerdo en 2018, pese a que Irán estaba cumpliendo —así lo acreditó la OIEA— y volvió a imponer sanciones. Irán presionó al resto de miembros del texto para que mantuviesen en vigor el pacto y presionaran para retirar las sanciones, pero no lo consiguió. Un año después, el mundo se echó las manos a la cabeza cuando, como respuesta, Teherán anunció que estaba enriqueciendo al 4,5%, violando el tratado del que ya se había salido EEUU. Así llegamos hasta el pasado jueves, cuando el Organismo Internacional de la Energía Atómica sostiene tras sus inspecciones que Irán posee 408 kilos de uranio enriquecido al 60% (cuando en febrero esa cantidad era de 275 kilos). Es cantidad suficiente para fabricar varias bombas nucleares. Irán es el único país del mundo que no tiene el arma nuclear que posee uranio enriquecido al 60%. Israel lo llama “ataque preventivo”, pero no lo es. Netanyahu lleva años boicoteando cualquier acuerdo o aproximación entre Irán y EEUU y el último ataque a gran escala contra instalaciones nucleares iraníes tan solo dos días antes de la sexta ronda de negociaciones entre Washington y Teherán es la culminación de ese proceso. Mientras tanto, Trump aprovecha el golpe de su aliado para hacer la pinza y obligar a Irán a doblegarse ante sus exigencias. La semana por delante LUNES Continúa la cumbre del G7 en Canadá, que concluye el martes 17 de junio. La Junta de Gobernadores del OIEA celebra una reunión extraordinaria tras el ataque de Israel contra instalaciones nucleares de Irán, iniciado el viernes. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) presenta su informe mensual de junio sobre la oferta y la demanda de crudo, que coincide con la fuerte subida de los precios a causa de los ataques de Israel contra las instalaciones nucleares en Irán. El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) presenta su informe anual sobre armas nucleares. MIÉRCOLES Putin da la bienvenida en Rusia a los asistentes al Foro Económico Internacional de San Petersburgo JUEVES Entra en vigor de nuevo el veto a TikTok en EEUU. Una recomendación Zulfu Livaneli Algunos ya conoceréis mi pequeña obsesión con Turquía. Estoy leyendo 'A lomos del tigre', del escritor, político y cantante Zülfü Livaneli. Es una novela maravillosa de los últimos días de exilio del sultán Abdulhamid II, recluido en un palacio de Salónica, y su relación con el médico que le mandan los militares para vigilar su salud. Este médico pertenece a los Jóvenes Turcos, los mismos que le depusieron en 1908, entre otras cosas, por abolir el Parlamento. Ya está bien por hoy. ¡Hasta la semana que viene!
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hace alrededor de 7 horas
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