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Por qué el choque del Ejército de Israel con Netanyahu puede tener consecuencias irreparables para su Gobierno

Por qué el choque del Ejército de Israel con Netanyahu puede tener consecuencias irreparables para su Gobierno
Desde su fundación en 1948, el Ejército ha tejido la identidad nacional de Israel y ha sido celebrado como una institución casi sagrada que durante mucho tiempo ha contado con el apoyo unánime de la opinión pública israelíBorrell y más de un centenar de exeurodiputados piden a la Comisión la suspensión del Acuerdo de Asociación con Israel La decisión de Israel de aprobar un plan para ocupar la Franja de Gaza parece haber agravado las tensiones entre el Gobierno y los altos mandos del Ejército israelí, poniendo de manifiesto nuevas fracturas entre las altas esferas del Ejército y tensando las relaciones con los reservistas convocados para la próxima fase de la guerra, que también podría ser la más peligrosa. Según los medios israelíes, la brecha entre los líderes políticos de Israel y el alto mando militar se ha hecho evidente tras una dura semana de filtraciones y recriminaciones en público. Según el profesor Yagil Levy, director del Instituto para el Estudio de las Relaciones Civiles-Militares en la Universidad Abierta de Israel, se trata de “la crisis más grave en la historia, desde la guerra de 1948, para las relaciones entre la cúpula política y el Ejército”. “Nunca antes los líderes políticos habían obligado al ejército a ejecutar una operación a la que se oponían de manera rotunda”. El teniente general y jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, expresó en repetidas ocasiones su desacuerdo con una ocupación total del territorio gazatí en los siete días que antecedieron a la crucial reunión en la que el gabinete de seguridad del Gobierno aprobó su plan. Sumiría a Israel en un “agujero negro” de insurgencia sostenida, decía Zamir, que también advertía de la responsabilidad humanitaria que recaería sobre el país y del riesgo para los rehenes. La disidencia del jefe del Estado Mayor desató una tormenta política en Israel, con el hijo del primer ministro, Benjamin Netanyahu, acusando a Zamir de motín. Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional y miembro de la extrema derecha, instó al jefe del Estado Mayor a “declarar claramente que cumpliría plenamente con las instrucciones de los líderes políticos, incluso si la decisión es ocupar Gaza”. Algunas informaciones israelíes hablaron incluso sobre una posible dimisión de Zamir. El liderazgo del Ejército y del espionaje israelí ya se han visto sacudidos por otras dimisiones de alto nivel en lo que va de guerra, con maniobras que forzaron la renuncia de Herzi Halevi, predecesor de Zamir al frente del Estado Mayor; y de Ronen Bar, el anterior jefe del Shin Bet (la agencia de contraespionaje). Otros altos cargos del Ejército también han dimitido junto con personas destacadas del espionaje militar y del Shin Bet. Entre ellos figuran Aharon Haliva, Yaron Finkelman, Oded Basyuk y Eliezer Toledano. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) siempre han sido algo más que un Ejército. Máximo garantes de la supervivencia del Estado, este símbolo del espíritu colectivo que forjó la nación forma parte de la identidad nacional desde su fundación en 1948. Una institución casi sagrada que durante mucho tiempo ha contado con el apoyo unánime de la opinión pública israelí. Los analistas alertan de posibles consecuencias irreparables para el Gobierno por el enfrentamiento contra los altos mandos del Ejército. Según Levy, ese escenario de conflicto “podría aumentar las protestas públicas, alimentadas por los temores sobre los rehenes y por el hecho de que, hasta ahora, el ejército había proporcionado legitimidad para continuar la guerra”. Según el periódico Yedioth Ahronoth, uno de los más importantes de Israel, no son solo divisiones entre el Gobierno y los mandos de las FDI: también hay diferencias dentro de las altas esferas del Ejército. El descontento parece estar extendiéndose entre la tropa. Cada vez son más los soldados israelíes que se niegan a regresar a Gaza conmocionados por el elevado número de víctimas civiles palestinas. Un grupo de 41 oficiales y reservistas envió el pasado mes de junio una carta abierta a Netanyahu, a su ministro de Defensa y al jefe del Ejército israelí diciendo que el Gobierno estaba librando una “guerra innecesaria y eterna” en Gaza y anunciando que ya no participarían en operaciones de combate en el territorio. Según la cadena nacional israelí Kan, solo un 60% de los soldados de reserva se están presentando para incorporarse al servicio activo. El número incluye a los llamados “negativos grises”, es decir, los que alegan motivos médicos, los que invocan obligaciones familiares y los que abandonan discretamente el país durante el periodo de movilización y ‘olvidan’ consultar su correo electrónico. El periódico The Guardian ha tratado de obtener una respuesta por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel. Traducción de Francisco de Zárate

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