cupure logo
delquesánchezunaapagónlaslosluzsintrump

Dos bomberos

El viernes pasado el fuego se llevó a dos bomberos que apenas contaban un tercio de su vida. Considero que la reflexión que quizá debiéramos hacer va más allá de si la organización del cuerpo de bomberos de Alcorcón es adecuada, si se siguió tal o cual protocolo de forma correcta o si las baterías de litio de los coches eléctricos constituyen un riesgo en garajes con poca ventilación y las instalaciones para los mismos deberían reinventarse, reflexiones sobre las que servidora no tiene conocimiento alguno y que francamente me importan poco. Jesús y Sergio murieron en acto de servicio. Cabe plantearse ahora qué quiere decir vivir en acto de servicio. Vivir en acto de servicio es ofrecer tus minutos a contribuir a mantener una homeostasis que permita que las vidas de los demás sigan su curso, ellos ajenos en todo momento en el transcurso de su monotonía. Es adoptar el papel de guardián silencioso, como silenciosa es la idea que late de fondo en tu mente de que cualquier día te metes en una boca de humo y no vuelves para contarlo. O es arrancar la cáscara de nuez que tienes por lancha, a horas intempestivas, y perseguir a los malos protegido a penas por la capa invisible de tu sentido del deber, un tricornio y poca cosa más. No buscas reconocimiento, porque, como bien cantó un clarividente y políticamente incorrecto argentino, sin pelos en la lengua, no habrá flores en la tumba del pasado. No en esta sociedad. Jesús llegó primero y, sin pensarlo dos veces se adentró en aquel garaje. Sergio llegó después, y tras haberse zafado en un primer instante de la suerte que acabó corriendo, echó la vista atrás y comprobó que su compañero no le seguía. Así que volvió a buscarle. Si el ser humano es capaz de cometer las fechorías más abyectas, también lo es de alcanzar el más sublime altruismo. Y ningún otro animal sobre la tierra lo es, pues el sacrificio requiere primero reconocer un peligro, tener miedo a continuación, evaluar en décimas de segundo que te juegas no volver a ver tu hija, abrazar a tu mujer o jugar al mus con tu padre, y a continuación recordar el deber que adquiriste un día y dejar que esa promesa dirija tus pasos. Este juego se rige por otras reglas que las de la simple continuación de la especie. Mientras la gran progresía lanza teorías al viento sosteniendo lo insostenible (a saber, la dignidad y el valor de la vida humana importan según si tus zapatos son 'ecofriendly'; la libertad sexual femenina consiste en aspirar a actuar como cualquier personaje masculino de una obra de Lorca de la Andalucía de la preguerra; debemos tolerar a energúmenos arrojando ladrillos, pero podemos prescindir de aquellos con un cromosoma de más porque generan disconfort social y, a la postre, un dilema y un marrón), el 'establishment' las enmarca y las cuelga con un clavito en su filosofía de empresa, el Gobierno lo reparte como pienso en colegios y universidades y los beatos se echan a temblar en el sillón mientras lanzan cómodamente un templado tuit al ciberespacio. Por los que le echan un par a la vida y que instintivamente saben que sólo el amor a los demás da sentido a lo que hacemos, es por lo que el Bien tiene aún las de ganar. No puedo imaginar el dolor que sienten sus familias, sólo espero que el orgullo les pueda consolar. D. Garzolini . Madrid

Comentarios

Opiniones