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Referentes de una sociedad sin valores

Referentes de una sociedad sin valores
Una sociedad que vota al mal y la estupidez, que adora que le embauquen y le pisoteen sus derechos y su dignidad, le sale muy cara al resto. Todo está relacionado. Tragar mentiras, comer odio, votar corrupción, ocuparse solo de uno mismo desemboca a la larga en las grandes infamias que tolera esta sociedad del 2025 Cada día los vemos en las noticias muriendo de hambre, siendo asesinados por hambre. Y son casi dos años así. De vez en cuando, como ahora, surge una campaña de denuncia que lleva a esos niños, agonizando en piel y huesos, a las portadas. Y se alberga la tenue esperanza de que ahora no se diluya también. Afrontamos el sádico genocidio que Israel perpetra contra los palestinos con una sensación total de impotencia porque las protestas aisladas no han causado efecto alguno en su solución. Sería imprescindible una acción rotunda y conjunta de muchos países que hoy colaboran con el asesino sionista, cortar todos los lazos con él y aplicar contundentes sanciones. Pero sabemos también de los intereses que impiden tal resolución en la práctica una y otra vez. Y es ese germen el que pudre la sociedad. Y es ese punto el que podría resolver algo. De momento apenas tenemos otra arma que los diagnósticos. Por más que se avisó –avisó hasta la experiencia trágica de los fascismos el siglo pasado– la sociedad se ha dejado pudrir. Con ejemplares excepciones por supuesto, esperanzadores si se quiere porque quizás no tenemos otra cosa. Millones de ciudadanos, sin embargo, han permitido que les idioticen a base de fomentar el egoísmo y la frivolización. Hijos de una dictadura, España siempre disuadió el espíritu crítico, pero no ocurre solo en España. Cuesta entender a esas manadas de zombies que buscan la satisfacción de un cuarto de hora, tanto en estúpidos objetivos como en el odio. No es el día de escribir de esto. Los medios nos contarán cómo sufren los viajeros que, a lo peor, han soportado retrasos en sus vuelos o viajes en tren. Y, sin la menor duda, ni la menor, cómo “han vuelto a chocar PP y PSOE” por lo que sea. Repasen los titulares de los telediarios de TVE –que ni mucho menos es la peor cadena– que todos los días sin excepción nos soltarán la frase. En el resto de los medios nos encontraremos desde expertos en sábanas que explican –previo clic– cuándo han de cambiarse o la vomitona de un columnista contra la mujer del presidente del Gobierno. Precisamente hoy que sabemos cómo en la UCO volaron datos relevantes sobre el montaje contra ella. Todo esto ni es casual ni es inocuo. Empezando por el vértice superior, una sociedad que elige como presidente de Estados Unidos, y por ende del mundo, a Donald Trump demuestra estar inmensamente perdida. Cada día mostrando sus mentiras y arbitrariedades, dañando del peor modo fascista a los colectivos que no le gustan quizás porque se alejan del patrón naranja que él representa, jugando con el mundo como un psicópata y mostrando su propia degradación humana. Y sigue el rendibú con él, con su Netanyahu genocida, con su OTAN. Pero hay mucho más... Moreno Bonilla, Núñez y Díaz Ayuso en un mitin del PP en Fuenlabrada en abril de 2023. En España tenemos nueva estrella del espectáculo. Iba para política, era política ocupando ya una vicesecretaría del PP, cuando tropezó con sus gruesas mentiras de un falso currículum universitario. Pero ya tiene otra carrera: la ha contratado de inmediato Telecinco para que infecte con su ignorancia y osadía a la audiencia que caiga en sus redes. La derecha mediática bulle entusiasmada. La Razón le da portada para que se vea en grandes superficies y gasolineras diciendo que más que mentirosa es transparente. La cloaca en general alaba el gesto de dimitir. Para Pedro J. Ramírez “demuestra que Feijóo está dispuesto a establecer baremos exigentes en la vida pública. Es lógico que ahora el líder del PP esgrima el ”no somos como ellos“. Tal cantidad de soflamas similares a diario no puede ser sano. Merece la pena conocer -aquí pueden verlo- su suprema inconsistencia y su descaro en defenderla respondiendo a argumentos contudentes hasta de nuestra historia y seguramente se la contrata por eso. De entrada ya, encumbrar a alguien que hace trampas es el sumun. Que Noelia Núñez se convierta en referente de la sociedad del espectáculo, como ya lo es su madrina Ayuso, demuestra el pozo sin fondo en el que ha caído una buena parte de la sociedad. Esa que ni piensa en las contrapartidas que paga a cambio, en sanidad, educación, y hasta sosiego. Aunque, claro, también hay quién añora al dictador más tosco y sanguinario de la anterior era de los fascismos. Y, por razones incomprensibles, en las urnas deposita su confianza en sus herederos. Una sociedad que vota a Trump, a Netanyahu, al mal y la estupidez, incluso en la gestión de sus pequeñas comunidades. Una que adora que le embauquen y le pisoteen sus derechos y su dignidad, le sale muy cara al resto. A quienes sí piensan y trabajan y buscan soluciones para todos. Todo está relacionado. Tragar mentiras, comer odio, votar corrupción, ocuparse solo de uno mismo, desemboca a la larga en las grandes infamias que tolera esta sociedad del 2025. Y hay creativas formas de hacer lo mismo desde los medios y desde la política. Cada día veo también –y en esto conviene insistir y lo hago– a la gente que lucha por hacer un mundo mejor. Hacerlo de su parcela, desde la sanidad –en donde se contemplan cuadros muy necesitados de esa ayuda–, a quienes cuidan de los otros en silencio. Pero no son los que cuentan. Buena parte de los referentes de esta sociedad parecen elegidos por lo contrario, tan pobres que ni es barro lo que sostiene su esfinge. A menudo, además de esa degradación de los valores, se asientan en el dolor de otras muchas personas que se merecen un puesto en este mundo nuestro infinitamente más que ellos. Esos niños palestinos, esas madres y esos padres son injustamente barridos de las conciencias, incluso. Los matan de hambre y cuando, a muerte o vida, van a por comida y agua porque ya no pueden más. Y hay quienes colaboran e incluso premian a quienes así los asesinan. Y ahí seguimos muchas otras personas, procurando hacer algo al menos, siquiera informar e informarse, criticar, buscar algún tipo de salida viable. Aunque tarea tan enorme y difícil precisa del concurso de un gran número de voluntades y que entre ellas las haya con capacidad de decisión. Y no es suficiente, lo que se está consintiendo es un estigma para toda una generacion. Es cierto que han abaratado hasta los referentes, aunque esa es la otra cara de la misma moneda: un reflejo. Cuando se ha crecido en otro momento histórico en el que los sueños subían más alto, no te arrugas ni por no haber conseguido todo lo intentado, porque el camino es ése, aunque el viento venga en contra. El líder negro Martin Luther King, asesinado en 1968, dijo poco antes: “Si supiera que el mundo termina mañana, yo, todavía hoy, plantaría un árbol”. Y el hecho es que millones de personas los siguen plantando.
eldiario
hace alrededor de 19 horas
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