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Todo es una guerra para Vox y Charlie Kirk es su nuevo mártir

Todo es una guerra para Vox y Charlie Kirk es su nuevo mártir
Abascal monta un funeral por Charlie Kirk en un acto de la extrema derecha europea repleto de acusaciones a la izquierda como fuente de todos los males y al Partido Popular por ser capaz de "pactar con Satanás"Charlie Kirk: furia y odio en la América de Trump Sin Milei, sin Meloni, sin Orbán, el acto de Patriots –el mayor grupo de extrema derecha en el Parlamento Europeo– no pasaba de ser un mitin de Vox en Madrid. Un cadáver, el de Charlie Kirk, fue más importante que los vivos que no asistieron. Sirvió para arengar a las masas. La estrella fue un joven de 31 años nacido en Illinois y asesinado de un tiro en el cuello en Utah el 10 de septiembre. Era uno de los más efectivos propagandistas de la causa de Donald Trump y amigo de su hijo mayor y del vicepresidente, JD Vance. Vox lo adoptó como un mártir de su propia causa, como ya lo es para la derecha republicana en EEUU. Vox españolizó a Kirk iniciando el acto con el cántico de 'La muerte no es el final', que es el himno que utilizan las Fuerzas Armadas para honrar a los caídos. Para Vox, todo es una guerra y el norteamericano, que extendió un mensaje reaccionario por todas las universidades del país, era uno de los suyos. Su asesinato sería parte de una conspiración. “El asesinato de Charlie no es un caso aislado. Es una prueba de que la izquierda no renuncia a la violencia”, dijo Santiago Abascal. Justificó la frase con el asesinato de presidentes del Gobierno en el pasado –Carrero Blanco fue el último–y con los crímenes de ETA. Charlie Kirk era un símbolo que Vox no iba a desperdiciar. Lo cierto es que el joven trumpista contaba con un discurso que Abascal suscribiría en su mayor parte. Kirk sostenía que la teoría racista del gran reemplazo, por la que los gobiernos de izquierda dejan entrar a millones de inmigrantes con la esperanza de verse beneficiados en las urnas, no es una teoría, sino que es “la realidad”. Abascal presentó a su partido como una víctima de todos los demás, que es algo que siempre excita mucho a los seguidores, porque les hace sentir como si fueran unos valientes. “No nos matan por ser fascistas. Nos llaman fascistas para matarnos”, dijo a gritos. Es una idea copiada de un mensaje que retuiteó Elon Musk el día anterior con la diferencia de usar la palabra 'nazi' en vez de 'fascista'. Los asistentes que llenaban el Palacio de Vistalegre aplaudieron a rabiar, aunque ninguno de ellos podría dar un solo ejemplo de un votante de Vox que ha sido asesinado por serlo. Los invitados extranjeros siguieron encantados esa línea, algunos con un punto siniestro. Rafael López Aliaga, alcalde de Lima y miembro del Opus Dei, ofreció su visión fundamentalista. “La izquierda es el mal. M, punto. A, punto. L, punto”. Sobre la muerte de Kirk, dijo que “han creado (en primera persona del plural, porque la culpable es toda la izquierda) una legión de gente que va a seguir hasta el martirio”. El lenguaje de la muerte estuvo muy presente en todo el acto. Javier Milei entró en vídeo desde Argentina. La reciente derrota electoral en Buenos Aires le ha convencido de que no puede pasar tanto tiempo fuera del país agasajado por sus admiradores. Intervino durante cinco minutos leyendo un texto escrito para cumplir el expediente sin ninguna de las locuras que le caracterizan. Llamó “mártir de la libertad” a Kirk, como hicieron otros oradores. Meloni y Orbán enviaron mensajes grabados en vídeo de escasa duración. Para Abascal, fue un éxito que la primera ministra italiana ofreciera unas palabras en un acto de un grupo del Parlamento Europeo al que no pertenece su partido. Meloni no recibió ningún aplauso cuando afirmó el “derecho de los palestinos a tener un Estado propio y de los israelíes a vivir en paz”. Un asistente al mitin de Vox en el Palacio de Vistalegre el domingo. El gran éxito de los de fuera se lo llevó el portugués André Ventura, líder de Chega. Es el que dio al público lo que quería. Todo lo que fuera propiciar los insultos a Sánchez era bien recibido. “Si fuera primer ministro de España, que no lo voy a ser, la primera medida que tomaría sería la que fuera, pero Pedro Sánchez a la cárcel”, proclamó. Qué más quería el público que entonó el grito ultra de “Pedro Sánchez, hijo de puta”. Abascal tiene otras ideas al respecto, porque dijo después que “la canción del verano debería haber sido 'Pedro Sánchez, chulo de putas'”. Y esta es la gente que afirma que la izquierda es una amenaza para la democracia. Ventura también dijo que estaba muy contento con Vox por otro asunto: “Lo que han hecho en Murcia me da un orgullo tremendo”. Evidentemente, se refería a las manifestaciones contra los inmigrantes. Fue el tema central del discurso de Abascal, como lo es en casi todos los discursos de los dirigentes de Vox. Piensan que el rechazo a los extranjeros es una carta ganadora, como lo fue su salida por ese motivo de los gobiernos autonómicos que preside el PP. Las encuestas les dan la razón. Los votantes han tenido que tomar nota. Eso no deja en buen lugar a las interpretaciones que hacen algunos medios y expertos, según los cuales Vox sube en intención de voto por otros temas que no son la inmigración. El intento de Alberto Núñez Feijóo de radicalizar su discurso sobre la inmigración, que ya empezó antes del verano, no le ha dado resultado. Más bien parece haber fortalecido a Vox. El PP ha abandonado la entelequia de que podía obtener apoyos de antiguos votantes socialistas y descubre, según esos sondeos, que puede perder un millón de votos con destino a la extrema derecha. Abascal aludió constantemente a la “invasión” que dice que está sufriendo Europa. Se refirió en varias ocasiones al “califato de Bruselas”, una forma ciertamente imaginativa de llamar a las instituciones europeas, como responsables de estar “promocionando” esa ocupación. Los diferenció de los inmigrantes “legales” obviando que muchos de ellos llegaron a Europa sin papeles. Reiteró que el barco de Open Arms hay que “confiscarlo y hundirlo”. No tuvo piedad tampoco con la Iglesia: “Nos dan igual las homilías de los obispos”, dijo y les acusó de olvidarse de “los asesinatos de cristianos en África”. Todo aquel que hable en favor de la inmigración es un traidor a la patria, para Vox. El PP prefiere no polemizar directamente con Abascal y Vox, sea porque no se atreve o porque teme perder más votos. Aspira a que los votantes aprecien por sí solos las diferencias. Abascal no tiene tantos escrúpulos. Acusó al PP de acabar siempre aceptando todas las leyes aprobadas por la izquierda: “Están dispuestos a pactar con Satanás”. El partido de Feijóo lo desmiente prácticamente cada día en la política española. Ahora volverán a reunirse para ver cómo afrontan la amenaza de Vox, porque cuanto más los ignoran, más crecen.
eldiario
hace alrededor de 1 mes
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