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'Buenas noches, y buena suerte', la obra de George Clooney que inspira la resistencia contra los abusos de Trump

'Buenas noches, y buena suerte', la obra de George Clooney que inspira la resistencia contra los abusos de Trump
La adaptación al teatro de la película, que ha batido récords en taquilla, lanza un mensaje de cómo defender las libertades frente a la indiferencia ciudadana y el temor en los mediosEl rincón de pensar - Lecciones del macartismo, la era de la persecución política y el miedo “Es posible que esto no le haga ningún bien a nadie”, dice en tono bajo George Clooney al arrancar su encarnación del periodista Edward R. Murrow en un escenario oscuro de Broadway. En la audiencia de este teatro a rebosar se escuchan suspiros y algún “oh”, casi un “glups” colectivo, ante esa primera frase que también pronunció Murrow en un discurso el 15 de octubre de 1958 . “Nuestra historia será lo que hagamos de ella”, dice Clooney/Murrow en un alegato contra la indiferencia ciudadana y la banalidad en los medios. “Ahora somos ricos, gordos y complacientes. Tenemos una alergia innata a la información desagradable o perturbadora. Y nuestros medios de comunicación lo reflejan. Pero, a menos que nos deshagamos de nuestros excesos, nos levantemos de nuestra comodidad y reconozcamos que la televisión se utiliza sobre todo para distraernos, engañarnos, entretenernos y aislarnos, la televisión y quienes la financian, quienes la ven y quienes trabajan en ella podrían ver un panorama totalmente diferente demasiado tarde”, dice con voz pausada. “Hay una gran batalla, quizás decisiva, que librar contra la ignorancia, la intolerancia y la indiferencia. El arma de la televisión puede ser útil”. Cada frase de la obra de teatro Buenas noches, y buena suerte suena al presente, como pasó, salvando las distancias, en 2005 con la película del mismo nombre, también protagonizada y escrita por Clooney, y de la que el actor ha adaptado ahora su propio guion.  Es el debut de Clooney en la escena principal de Nueva York. “Nunca ha actuado en Broadway así que... abróchense los cinturones”, dice su escueta biografía en el Playbill, la revista que acompaña la obra. Ahora él está nominado al premio teatral Tony al mejor actor protagonista, y Buenas noches, y buena suerte ha batido varias veces el récord histórico de recaudación en taquilla en una sola semana, más de cuatro millones de dólares. Los actores Franz Kranz, Glenn Fleshler, George Clooney, Ilana Glazer, Carter Hudson, Clark Gregg y Jennifer Morris al final de la representación de 'Buenas noches, y buena suerte' en el estreno, el 3 de abril de 2025, en Nueva York. La obra retrata el momento de 1954 en que Murrow, presentador estrella de la CBS, denunció los abusos del senador Joe McCarthy y la persecución contra funcionarios, profesores, artistas, periodistas y militares por su pasado o sus simpatías hacia el Partido Comunista. La llamada caza de brujas había arrancado ya antes de McCarthy, en los años 40.  Antes y ahora El uso de información secreta para perseguir a sospechosos que critica Murrow recuerda a la falta de transparencia de las acusaciones del Gobierno de Donald Trump para deportar ahora a migrantes y estudiantes. La presión a los empleados públicos y al propio Murrow entonces para firmar declaraciones de lealtad suena a las presiones actuales a funcionarios y periodistas. Las amenazas de los anunciantes entonces eran más sutiles que la retirada ahora de fondos federales a universidades y medios públicos. El miedo a hablar en público se repite. Buenas noches, y buena suerte también ofrece una crítica velada a la televisión que inauguró Murrow y una alerta sobre cómo puede degenerar por la mezcla de opinión e información, algo que, de hecho, ha sucedido. Una escena de la representación de 'Buenas noches, y buena suerte' en el teatro Winter Garden de Broadway, Nueva York. La obra representa en pantallas repartidas por todo el escenario la edición más famosa del programa See It Now, cuando Murrow expuso a McCarthy utilizando declaraciones completas del senador para subrayar incoherencias y mentiras. Se emitió el 9 de marzo de 1954, y fue un cambio radical para la televisión entonces al presentar un programa de información con un punto de vista editorial claro y que no se redujera a exponer dos caras de un debate político. La mayoría del programa se centraba en los vídeos del senador, pero añadía unos minutos de comentario de Murrow, que terminó citando a Julio Cesar de Shakespeare. “La culpa, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos”. “Murrow merece un crédito enorme no solo por ser un periodista que se atrevió a hablar, sino porque trabajaba en la televisión, y entendió que la televisión podía jugar un papel muy importante y hacer algo que se escapaba al periodismo impreso”, explica en una entrevista a elDiario.es Clay Risen, periodista, historiador y autor del libro recién publicado Red Scare, sobre el macartismo y la sociedad que lo alimentó. “En su programa, simplemente puso clips largos de McCarthy hablando para que los espectadores lo vieran directamente. No eran frases impresas en un periódico. No eran fotografías posando. Lo estaban viendo comportarse como un matón, diciendo mentiras, haciendo todo lo que veía la gente alrededor pero los periódicos no eran capaces de explicar”. Risen, periodista del New York Times, explica que “hay muchos paralelismos con hoy” y que, aunque “está cambiando”, los grandes periódicos están “comprometidos con una idea muy estrecha sobre la objetividad” que complica seguir a políticos que mienten mucho y no respetan ninguna regla. Subraya que McCarthy manipulaba en particular a la prensa escrita, que era el principal medio entonces, incluso con trucos como llamar a los periodistas justo antes del cierre del diario para darles un titular con poco tiempo para comprobar la sustancia y el agobio de la intensa competencia.  Además, ahora está la presión sobre los propietarios y los gestores de las empresas, con una mezcla de miedo y complacencia que se está viendo también en la CBS, la cadena de Murrow. Como refleja la obra, el periodista discutía a menudo con el director ejecutivo entonces, William Paley, preocupado por los anunciantes y el futuro de su plantilla por el giro a la crítica abierta de su presentador. Pero la batalla actual es mucho más explícita.  La CBS hoy En las últimas semanas, en medio de un intento de fusión de Paramount, la propietaria de CBS, con Skydance sobre la que la Administración Trump tiene que decidir, la tensión ha aumentado tanto como para la salida forzada de la consejera delegada de la cadena y la dimisión del director del programa estrella, 60 Minutes. El programa es objeto de una querella por parte de Trump por la edición periodística de la entrevista a Kamala Harris en campaña (y a la que el entonces candidato republicano se negó). CBS está tentada de aceptar un acuerdo extrajudicial para no enfrentarse a Trump en los tribunales, como han hecho otros medios, pese a la facilidad para ganar una demanda de este tipo. Bill Owens, el productor ejecutivo de 60 Minutes, dimitió en este contexto en abril. “Nuestro propietario, Paramount, está intentando completar una fusión”, dijo en antena el presentador Scott Pelley, hace unas semanas. “La Administración Trump la tiene que aprobar. Paramount ha empezado a supervisar nuestro contenido de nuevas maneras. No se han bloqueado ninguna de nuestras historias, pero Bill sentía que había perdido la independencia que el periodismo honesto necesita”.  Los intentos de complacer a Trump antes del ataque o de acomodarse a sus peticiones son múltiples por todo el país, desde no publicar el texto previsto de apoyo editorial a Harris para las elecciones presidenciales, como hicieron el Washington Post y el Los Angeles Times, hasta utilizar la denominación “golfo de Estados Unidos” de Trump para el golfo de México, como la CNN y muchos otros. Pero también hay ejemplos de coraje periodístico tanto de reporteros que siguen publicando sus investigaciones sobre los abusos del Gobierno —incluso en medios donde los propietarios se han plegado— como de los pocos líderes que se atreven a defender la libertad de prensa como A.G. Sulzberger, el editor del New York Times, y Julie Pace, la directora de la agencia de noticias Associated Press (AP). “El valor es contagioso” “La democracia está esencialmente basada en la idea de que el poder está repartido. La disposición de cada persona a ceder su modesta porción de ese poder importa. Cada retirada también importa. El miedo es contagioso. Pero el valor también es contagioso”, escribe en un artículo publicado hace unos días en su periódico Sulzberger, que ha movilizado a su equipo legal y de seguridad para resistir ante las querellas y otras amenazas del Gobierno y los suyos. El actor George Clooney y el editor del 'New York Times', A.G. Sulzberger, posan entre bambalinas en una representación de 'Buenas noches, y buena suerte' en Broadway, el 10 de abril de 2025, en Nueva York. La influencia de la prensa en los años 50 era mucho mayor que la actual, y no es equiparable el peso de las palabras de Murrow entonces a los editoriales del Times o de cualquier otro medio grande. El programa ayudó a la caída de McCarthy, sobre todo porque coincidió con su cuestionamiento en una audiencia del Senado por cómo interrogó a varias personas del ejército sin relación con el Partido Comunista y que, en algunos casos, había confundido con otras. Sus propios colegas empezaron a criticarlo y un abogado del ejército pronunció la frase más famosa de aquellas audiencias: “¿No le queda ningún sentido de la decencia, señor?”. “Mientras todo esto sucedía, otras personas empezaron a encontrar el valor y a hablar claro, como miembros del Congreso que en el pasado no lo habían criticado. Y los medios empezaron a tener agallas. Todo esto pasó a la vez… Las audiencias le habrían dinamitado sin Murrow. Murrow lo habría dinamitado sin las audiencias. El hecho de que sucediera en un par de meses marcó su destino”, explica Risen. Murrow, en realidad, llegó tarde y, como se menciona en la obra, había cedido antes a las presiones del macartismo y sus exigencias de “lealtad” que coartaban la libertad de expresión. “La información de Murrow sobre McCarthy fue devastadora para el senador, pero Murrow llegó a la batalla tarde, y reconoció, ‘Oh dios mío, no he hecho nada’”, dice a elDiario.es Larry Tye, historiador y biógrafo de McCarthy. Tye señala a los verdaderos “héroes de la prensa” que se atrevieron a criticar al senador cuando estaba en la cúspide de su poder, como el columnista y locutor Drew Pearson, que denunció a McCarthy en 1950 y perdió por ello el patrocinador de su programa de radio. Además, Murrow solo destacó los casos más extremos y de alguna forma más seguros, sin cuestionar otros en los que se perseguía el disenso político.  “La gente en la que Edward R. Murrow se centraba era claramente inocente. Personas a las que se perseguía con acusaciones como que su padrastro había sido un rato miembro del Partido Comunista en los años 30,” explica a elDiario.es la historiadora Ellen Schrecker, que ha dedicado gran parte de su carrera de décadas al estudio del macartismo y es autora de varios clásicos, Many Are the Crimes: McCarthyism in America, publicado en 1998 y que sigue siendo el manual de referencia, y No Ivory Tower, sobre la persecución en los campus. “Muchos de quienes fueron perseguidos sí tenían una relación entonces con el Partido Comunista”. Aun así, Schrecker, que recuerda haber visto el programa entonces, reconoce el valor del presentador. Se pregunta quién será ahora el Murrow de nuestros tiempos, y dice que tal vez no sea un periodista, sino un rector de universidad, como el de Harvard, Alan Garber, en circunstancias que le parecen más graves que lo que ella ha documentado durante años. “Espero que la gente se informe lo suficiente sobre lo que está pasando ahora”, dice. La audiencia un sábado de mayo de Buenas noches, y buena suerte en Broadway lo está, a juzgar por las risas ante las frases más ligadas a la actualidad, los aplausos entregados a cada discurso de Murrow, y las exclamaciones de condena ante las apariciones de McCarthy (que sale en los vídeos originales). Se trata, en gran medida, de personas comprometidas y convencidas, pero Clooney quiere lanzar un mensaje que los anime a actuar para proteger las libertades. Políticos como Kamala Harris, editores como A.G. Sulzberger y cantantes como Bruce Springsteen han estado entre los espectadores estas últimas semanas, y también 2.000 estudiantes de la escuela pública de Nueva York, invitados en algunas sesiones. En una ellas, Clooney dio un discurso sobre la importancia de la prensa para vigilar los abusos de poder. La obra termina en Broadway el 8 de junio, y la penúltima sesión, el día anterior, se va a retransmitir gratis en directo en la CNN. Después, estará disponible en streaming. No hay noticia de que la CBS se haya interesado por emitirla.
eldiario
hace alrededor de 11 horas
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