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La 'rapa das bestas' se vive en el sótano de un hotel de lujo en el Festival de Cannes

La 'rapa das bestas' se vive en el sótano de un hotel de lujo en el Festival de Cannes
La tradición del pueblo gallego de Sabucedo ha sido grabada en una experiencia inmersiva que se ha presentado en el Festival de CannesTodo sobre el Festival de Cannes - La obra maestra de Cannes llegó sobre la bocina, Bi Gan homenajea y reinventa el cine con 'Resurrection' En el lujoso Hotel Carlton de Cannes, en pleno bulevar de la Croisette, se alojan varias de las estrellas más importantes del mundo del cine durante los 15 días que dura el festival. Este año, sin embargo, uno de sus sótanos, en la planta -3 del hotel, huele a hierba recién cortada y a caballo. Si uno sigue su olor entrará en un pequeño cubículo lleno de pantallas enormes y descubrirá que la rapa das bestas, la tradición ancestral del pueblo de Sabucedo, ha llegado a Cannes.  Lo ha hecho dentro de la competición de experiencias inmersivas del Festival, donde ha estado estos días proyectándose Fillos do vento: a rapa, el trabajo en el que ha estado trabajando siete años el director y ganador de dos premios Emmy por otras experiencias inmersivas Brais Revaldería. El cineasta ha diseñado un espacio en donde esas tres pantallas meten al espectador dentro de la tradición gallega gracias a su visionado de 270 grados y las proyecciones de césped que se pueden ver en el suelo. Uno puede moverse con sus cascos por todo el espacio, escuchando más o menos fuerte el relinchar de los caballos según se acerque a un lado o a otro. Una experiencia pensada “para ser habitada y no simplemente vista”. En el mismo sótano del Carlton se encuentra su director, que como gallego conocía la rapa desde niño. Pero de adulto se dio cuenta de que “no sabía bien lo que allí pasaba”, así que se acercó a conocerlo en profundidad. Fue al pueblo de Sabucedo con la idea original de realizar un documental tradicional, de 75 minutos (una idea que también realizará con todo el material grabado).  Una persona observa la experiencia inmersiva de 'Fillos do vento: a rapa' Cuando llegó, vio que antes de rodar había que aprender. Aprender a moverse entre caballos salvajes, a relacionarse con la comunidad, a estar en el monte… “No es solo ir, grabarlo e irte. Puedes ir días enteros al monte con ellos y no ves ni un solo caballo después de horas, así que la idea era integrarnos con ellos, que es algo que después de tres o cuatro años parece que ya conseguimos”, cuenta Revaldería. En todo este proceso llegó As bestas, la película de Rodrigo Sorogoyen que coge su nombre de la tradición y que comienza con una escena que la muestra. De hecho, como cuenta Brais Revaldería, cuando ellos estuvieron allí les pasó lo mismo. Se preguntaban cómo meterse dentro y poder grabar. Así que fueron los responsables de Fillos do vento quienes les enseñaron y les guiaron. Tras todo ese trabajo se dio cuenta de que podían grabar con naturalidad. “Al final ellos también están acostumbrados a tener a los medios encima y tienen su discurso ya aprendido, muy fijo y muy directo”, dice. La idea de la experiencia inmersiva vino por una necesidad de ofrecer algo diferente. Cada año todos los medios se plantan allí intentando encontrar el plano más espectacular, acercarse a los caballos, lo que provoca que todo el mundo tenga las mismas imágenes. Ahí es cuando vieron que había que encontrar algo que les separara un poco y más en un momento donde incluso la ficción ha colocado la tradición gallega en su centro.  Tenemos que avanzar hacia la energía verde, pero tiene que haber un estudio de impacto. No puedes destruir un ecosistema de unos animales que llevan ahí miles de años Brais Revaldería — Cineasta Para ello también tuvieron que aprender a hacerlo, porque no es lo mismo proyectar en una pantalla de cine que en un formato de 10.000 píxeles de ancho por 1.200 de alto. “No hay cámara que te dé eso, no existe un formato adaptado a esa calidad. Grabamos con cámaras red, pero estábamos grabando en 5k y en 6k, y nos tocó empezar a grabar en 8k para poder cubrir todo el cuadro”, explica. Para que el sonido sea inmersivo también hay que grabarlo de otra forma, ya que debe ser un sonido “binaural” y para ello se usan micrófonos especiales que “graban todo alrededor”. El propio lenguaje cinematográfico habitual tampoco es el mismo. “Eso de grabar un plano largo, uno medio y un corto, que es la base de cualquier película, aquí no funciona. Teníamos que irnos de un plano superlargo a un largo y a lo mejor a uno medio y luego encajar todo. Es como el tema de enfocar o desenfocar algo para darle importancia. Aquí tampoco sirve. Tienes que dejar el foco fijo, porque si no, puedes perder completamente el punto de vista”, enumera de los retos de hacer una propuesta como esta. Para él hubo dos detalles que quiso que estuvieran. El olor a hierba y caballo, y el sonido de los cascos de los caballos por el asfalto. Brais Revaldería reivindica el trabajo de la gente de Sabucedo, y aleja las acusaciones de los que piensan que es “maltrato animal”. “Esta gente vive por y para esos animales. Se pasan el año desbrozando monte, abriendo caminos, arreglando vallados, si hay un caballo herido en algún sitio, ellos lo llevan al veterinario y, cuando se recupera, lo vuelven a soltar al monte. Es un trabajo casi a tiempo completo que nadie les está pagando y que lo están haciendo de generación en generación desde hace cientos de años. Eso es lo que estamos intentando transmitir, que esto es un trabajo de conservación de una especie que está en peligro”, argumenta. También aparecen en su propuesta esos molinos de viento gigantescos que también formaban parte de la trama del filme de Sorogoyen. Revaldería recuerda, precisamente, el discurso del director de As bestas en los Goya, cuando dijo que “sí a la energía eólica, pero no como se está haciendo”. “Tenemos que avanzar hacia la energía verde, pero tiene que haber un estudio de impacto, porque no puedes destruir un ecosistema de unos animales que llevan ahí miles de años solo para poner uno de esos monstruos que hacen un agujero de 30 metros. Los árboles desaparecen después de eso. Se están haciendo granjas de viento de forma indiscriminada y a lo mejor dentro de unos años miramos atrás y nos arrepentimos de lo que se hizo. Y eso es lo que está haciendo Sabucedo, pedir un poco de ayuda”.
eldiario
hace alrededor de 11 horas
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