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Jafar Panahi, el director que rueda en clandestinidad la vida en Irán: “Quiero seguir haciendo cine en mi país”

Jafar Panahi, el director que rueda en clandestinidad la vida en Irán: “Quiero seguir haciendo cine en mi país”
El cineasta ha podido salir del país por primera vez en 15 años. Lo hizo para recoger la Palma de Oro de Cannes por su nueva película, 'Un simple accidente'Las mujeres al frente del fascismo europeo se enfrentan a la fallida trampa cómica de Las Huecas La pasada edición del Festival de Cannes estuvo marcada por la Palma de Oro al cineasta iraní Jafar Panahi, pero también porque el director pisó, por fin, el festival de cine tras 15 años sin poder salir de Irán. En 2010, Panahi fue condenado a seis años de prisión por “reunión y colusión contra la seguridad nacional” y por “propaganda contra el sistema”. Además, se le prohibió realizar películas, escribir guiones, viajar al extranjero y dar entrevistas a medios de comunicación. A pesar de que salió de prisión tras pagar una fianza de 200.000 dólares, la prohibición de hacer películas se mantuvo. Pero la necesidad de rodar, de contar su país, era mayor que el miedo o la prohibición. Desde 2010 y hasta esta Palma de Oro por Un simple accidente —que se estrena en salas este viernes—, el director ha rodado desde su casa (Esto no es una película, 2011), desde un taxi (Taxi a Teherán, 2015) o directamente realizando un plan para huir de las autoridades y rodar en secreto en las calles de Irán como en su anterior obra, Los osos no existen, o en su nueva y excelente película. Un simple accidente habla del miedo instaurado en Irán. El miedo a encontrarse con tu torturador, el miedo al ruido de una pierna que se arrastra y que te persigue de por vida. Lo hace a través de las víctimas del régimen que, por un golpe de suerte, tendrán la oportunidad de vengarse de uno de los perpetradores. La duda moral se centrará en el relato, ¿vengarse o perdonar? Lo novedoso en este caso es que Panahi lo hace a través de un humor negro que hace que los españoles nos acordemos de Luis García Berlanga y El verdugo. Todo hasta llegar a un final que pone los pelos de punta. La salida de Panahi de Irán no se ha limitado a Cannes. El cineasta ha estado en el Festival de Nueva York, donde mantuvo una charla con Martin Scorsese, o en el de San Sebastián, donde atendió a la prensa española. En una entrevista con elDiario.es, el cineasta explicó que para él este filme parte de la duda sobre si usar la venganza o no. Algo que para él se concentra en una pregunta, “¿cuándo tiene que acabar la violencia?”. Su intención es que no sea una película efímera, sino que “hable también del régimen, porque los sucesos se repiten y habrá que plantearse las mismas preguntas”. “A través de mi película quiero preguntar a la gente, ¿tenemos necesidad de seguir con la violencia o queremos acabar con ella?, ¿cuál es la mejor opción? Yo creo que la mejor forma es acabar con la violencia pacíficamente”, asegura con sus inseparables gafas de sol negras puestas.  Un mensaje pacífico que ahora se antoja casi más importante que nunca, aunque Panahi dice que él nunca da respuestas, sino que plantea preguntas. Lo hace con el régimen iraní en activo, y ahí radica una diferencia con otro tipo de cine: “Normalmente, las películas que preguntan al espectador qué harían ellos hablan de sucesos que ya han pasado, como los crímenes de la Segunda Guerra Mundial. Ese cine durante la guerra no se hizo, sino que llegó cuando había pasado todo el efecto de las guerras. Mi película llega en un momento donde existe esta violencia y dejo que la gente elija si es más conveniente avanzar con la violencia o con la bondad”. Tras salir del país se enfrenta a una decisión compleja. Puede quedarse y pedir asilo político en otro lugar, como el año pasado hizo su compañero Mohammad Rasoulof, que ahora reside en Alemania tras escapar clandestinamente de Irán. La otra opción es regresar y arriesgarse a volver a ser apresado, condenado y que le vuelvan a prohibir rodar. Aunque parezca una elección peliaguda, él responde sin apenas dudar: “Yo llevo 65 años viviendo en mi país. Conozco a su gente. Conozco el día a día de las personas. Yo quiero hacer cine en mi país. No digo que no vaya a hacer alguna película fuera si tengo la posibilidad, pero mi intención es plasmar mis ideas en Irán, es lo que prefiero”. ¿Tenemos necesidad de seguir con la violencia o queremos acabar con ella?, ¿cuál es la mejor opción? Yo creo que la mejor forma es acabar con la violencia pacíficamente Jafar Panahi — Cineasta Un simple accidente está siendo una película de primeras veces, ya que también será la primera ocasión que pueda optar al Oscar a la Mejor película internacional. Por supuesto, no lo hará por Irán, que no ha cogido un filme que atiza sin piedad su régimen, sino por Francia. La parte de coproducción francesa es suficiente para poder optar por ellos en los Oscar. Ahora mismo, y de la mano de la distribuidora Neon —la misma que tiene Sirat—, es una de las mejor colocadas en todas las apuestas.  A pesar de la buena noticia, Panahi ha manifestado lo injusto que es que los cineastas contestatarios de países autoritarios no puedan optar al Oscar a la Mejor película internacional, ya que nunca van a ser elegidos. Mientras que en los festivales “es fácil que las películas se vean y se muevan, en los Oscar no se puede”. Si un director como Panahi quería optar al premio por Irán, tenía que aceptar sus normas: “Esas normas son que aceptemos su censura”. Él nunca lo ha hecho. “Si no lo haces pierdes esa oportunidad. Yo la he perdido durante 20 años”, dice, y recuerda que incluso Sony intentó que Irán eligiera Fuera de juego en 2006. No lo lograron. Irán no iba a permitir que en Hollywood nominaran una película que mostraba la prohibición de las mujeres de jugar al fútbol en el país. Ahora puede resarcirse y vivir otro momento por primera vez: el de ver un teatro de Los Ángeles reaccionando como cuando llegó el pasado mayo a Cannes, donde la gente le recibió de pie y entre aplausos sabiendo de lo histórico de tenerle en persona y demostrando que la pulsión creativa no puede ser apagada ni con la censura.

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