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María Bastarós juega en su segunda novela con monstruos y personajes incómodos: “Hay una fascinación por lo perverso”

María Bastarós juega en su segunda novela con monstruos y personajes incómodos: “Hay una fascinación por lo perverso”
La autora presenta su segunda novela, 'Criaturita', que publica Seix BarralEl libro que destroza el mito de que el trabajo dignifica y te hace ser mejor persona Después de que su padre muriese, Kaila se quedó estancada en un estado de ánimo sombrío y una inseguridad galopante sobre su propia persona. A solas con su madre, que para ella es casi más una molestia que una compañía, da bandazos de un lado a otro sin saber qué hacer con su vida. Pero, un día, una mujer desaparece en el lago Milagro, una masa de agua en la que habita un monstruo. Al menos, según creen algunas personas, entre ellas el progenitor de la chica, que era científico y estaba obsesionado con el tema. Según se esfuman más mujeres, el pueblo se organiza para encontrarlas y ella se une, convencida de que ese ‘algo’ se las llevó a las profundidades. Esta es la trama de Criaturita, el nuevo libro de María Bastarós que acaba de publicar Seix Barral.  Se trata de la segunda novela de la autora, después de Historia de España contada a las niñas (Fulgencio Pimentel, 2018) y el libro de relatos No era esto a lo que veníamos (Candaya, 2021), además de textos en otras obras colaborativas. Pero el curriculum de Bastarós se expande más allá de la literatura porque también es historiadora del arte, gestora cultural y escritora de guiones [formó parte del equipo de la serie Superstar, por ejemplo]. Sentada en una butaca de la librería Finestres, en el centro de Barcelona, sostiene que el género del relato es su “lugar feliz” pero a la vista está que en sus otras facetas también está bastante cómoda.  ¿De qué lago interno sale Criaturita? Yo tenía muchas ganas de hacer una novela de personaje. Mi disparador siempre había sido un territorio o determinado tipo de conflicto. Además, me interesan muchísimo las relaciones entre madres e hijas, leo mucho sobre el tema, libros como La hija oscura de Elena Ferrante o Apegos feroces de Vivian Gornick. Pero en ellos la perversa siempre es la madre y me apetecía explorar qué pasa cuando es la hija la persona que no se deja cuidar, la que desprecia el amor maternal.  ¿Cómo es esa relación entre la protagonista y su madre? Tenemos una madre entregada, que no reniega de su condición de maternidad, pero tiene un objeto de amor al que es imposible cuidar. No hay nada que ella haga que tenga un resultado distinto con una hija que sufre una especie de depresión nerviosa y que utiliza todo su dolor como un arma arrojadiza. Kaila tiene la sensación de que su madre es un personaje mediocre, que nunca ha conseguido nada y en ningún momento piensa que se ha sacrificado para cuidarla a ella. Además, Kaila tiene a su padre como una figura completamente mitificada, que pertenece a un terreno muy masculino de los genios un poco locos pero iluminados, a los que todo el mundo quiere seguir a cualquier parte. Y lo compara con una madre que ni siquiera tiene vida social. Kaila establece unas relaciones con los hombres influenciadas por esa idea que tiene de su padre ¿Qué busca en realidad? Busca sobre todo validación externa. Está completamente concentrada en la mirada de los demás en lugar de en la propia, a la que ha renunciado. Así como hay mujeres que desaparecen en la novela, ella está también en un proceso de desaparición, porque no indaga dentro de sí misma, no conecta con qué es lo que quiere en realidad.  Además no tiene ninguna amiga y la mirada externa siempre va a ser masculina, porque es a la que ella le otorga una pretensión de buen criterio. Saca relaciones de debajo de las piedras, las fuerza porque necesita que haya una entidad masculina que, de alguna manera, la elija. Pero tal y como las plantea, es una suma de catástrofes y se inflige mucho daño.  Tampoco le vale cualquier mirada masculina o cualquier relación porque rechaza al único novio que la trata bien y que la ve como es de verdad. Busca a un hombre totalmente idealizado que quizás ni siquiera existe, como le ocurre con su padre. Claro. Ese personaje es el más normal porque siente un amor sano por ella. Pero está con él porque estará con cualquiera que le diga que quiere estar con ella. Necesita mirarse en unos ojos que la admiren, pero realmente lo que le está haciendo a él y a sí misma es algo súper pernicioso. Hay algunas escenas que podrían ser incluso de película de terror, aunque están tratadas de otra manera porque el tono del libro es como de comedia ligera o con un poco de ironía.  Kaila tiene una depresión muy dañina para ella y para todos los demás, que también era algo que quería explorar: cómo la depresión no es solo una persona sintiendo dolor, sino una persona sintiendo dolor y normalmente causando mucho dolor alrededor. ¿Cómo fue la construcción del personaje de Kaila? Porque aunque se conozcan sus problemas, puede llegar a ser realmente desagradable. A mí lo que me inspira es más lástima y compasión, porque es un personaje al que quiero. Pero quería construir un personaje que resultase patético. Ni siquiera perverso, porque siempre hay una cierta fascinación por lo perverso por el deseo que tenemos todos, en el fondo, de poder llegar a ser perversos o egoístas en algún momento. Kaila está completamente perdida, todas las decisiones que toma son malas y además insiste constantemente en ellas. Y cuando tiene una puerta abierta que le podría suponer algún tipo de beneficio, es incapaz de verla.  Yo creo que es un personaje femenino muy incómodo para las mujeres, además en 2025, porque hay muchas cosas ahí con las que nos podemos sentir identificadas. Quiere hacerlo absolutamente todo y a la vez siente que físicamente no está en condiciones aceptables a nivel de belleza. Incluso se mete en aventuras en las que su deseo no está activado solo porque necesita sentirse deseada. Entonces yo creo que hay una parte de rechazo hacia el personaje porque cae mal y otra que viene de que hay pequeñas cosas que hemos pasado cuando éramos adolescentes. Criaturita es una novela de formación, de ‘coming of age’, pero también tiene una parte de thriller. Un detalle bastante peculiar es que no desaparecen chicas jóvenes, sino mujeres de mediana edad. No es lo habitual. A mí me gusta mucho jugar con los géneros y aunque este sea un libro en el que hay una trama de thriller no es un thriller para nada. En los productos audiovisuales desde los 90 ponen el cadáver de una mujer joven en el bosque y ya tienen una serie, es el disparador narrativo. Pero a mí me interesaba que no fueran mujeres jóvenes, sino mayores, dedicadas a su familia, mujeres que de alguna manera tienen una vida ordenada en el peor sentido de la palabra. Explorar qué es exactamente desaparecer o cuántas maneras hay de desaparecer. ¿Hace falta que alguien te ate una cadena a los pies y te tire al mar o que te coma una criatura en un lago para desaparecer? ¿Cuántos amagos de desaparición hay previos a eso? De hecho, esas mujeres ya eran invisibles antes de desaparecer. Incluso les quitan el nombre y se empiezan a referir a ellas como ‘Primera’, ‘Segunda’, etc. Esa es la idea. Quitarles los nombres tiene un sentido de espectacularización. De repente, en el pueblo han desaparecido estas mujeres y en vez de esforzarse en buscarlas y en investigar, se lo toman como una especie de oportunidad lúdica, van todos de la mano al bosque a buscarlas, pero podría estar buscando mujeres o setas. Por eso no hay un interés por cómo se llaman en realidad.  En todos los lagos hay un monstruo, todos los pueblos tienen sus leyendas. ¿Las personas necesitan creer en algo? En Dios o en el horóscopo. Necesitamos creer en algo, puede ser algo sobrenatural o no. Por ejemplo, me he dado cuenta de que para mí, durante mi etapa de formación, el feminismo fue algo en lo que creer, pero de una manera un poco mística, sin fisuras, en plan aquí está la salvación. Y hay quien necesita creer que las vacunas no funcionan o en los ovnis. La creencia es un lugar seguro mientras que el conocimiento no lo es tanto porque te das cuenta de qué poco sabes cuanto más sabes. Además, dependiendo de qué creencia elijas, puede ser un lugar lleno de belleza. En este caso, la criatura a cada uno le sirve para una cosa. Por ejemplo, para el padre simboliza la necesidad de creer en algo extraordinario pero a la vez le sirve para huir un poco de sus obligaciones familiares. Para el pueblo, el monstruo es una explicación fácil, rápida e incluso un poco entretenida de lo que ha sucedido con las mujeres. Además de narrativa, también escribe guiones. Trabajó, por ejemplo, en la serie Superestar que dirigió Nacho Vigalondo. ¿Se parecen en algo ambas escrituras? No se parece en nada. Y es muy desesperante para mí, porque cuando estás haciendo un guion te acomodas a esa manera de escribir porque le dedicas horas y lo tienes que hacer. Y luego cuesta mucho volver a la narrativa sin que se contagie de cosas del guion que a la narrativa le van muy mal, como la ausencia total de metáforas, de literatura. Porque un guion no es literario, aunque pueda ser poético, funciona de otra manera. Hubo un momento que tuve que pedir una pausa en la escritura de guion para poder concentrarme en la novela. ¿Le gustaría ver Criaturita en la pantalla? Me encantaría. Sé que cambiaría mucho porque veo cómo son las adaptaciones de libros al cine y normalmente pasa. Pero también creo que sería muy interesante ver la lectura que le ha dado a un equipo inmenso de personas y cómo se ha transformado en otra cosa. Eso me parecería súper guay.

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