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Seminci reconoce el cine más autoral y entrega su Espiga de Oro 'ex aequo' a Kelly Reichardt, por ‘The mastermind’, y Lav Diaz, por ‘Magallanes’

Seminci reconoce el cine más autoral y entrega su Espiga de Oro 'ex aequo' a Kelly Reichardt, por ‘The mastermind’, y Lav Diaz, por ‘Magallanes’
El jurado apuesta por el cine más radical y de autor en un palmarés coherente que encumbra un cine que ensancha la mirada en tiempos de algoritmo Un jurado marca el sello que deja un festival de cine. Los elegidos que determinan qué película gana el premio gordo de cada certamen acaban también siendo corresponsables de cómo se recuerde esa edición de cara al futuro. El jurado de esta 70 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (donde se encontraban, entre otros, la directora española Elena López Riera y el portugués Joao Pedro Rodrigues), será recordado por apostar por el auténtico cine de autor y, para ello, tomaron la decisión salomónica de conceder la Espiga de Oro ex aequo a dos de los autores más importantes del cine reciente: Lav Diaz, por Magallanes; y Kelly Reichardt, por The mastermind. El primero, uno de los cineastas filipinos habituales de los festivales de Clase A y ya ganador del León de Oro por The woman who left, competía en Valladolid con su crítica y personal mirada a Magallanes con la película del mismo nombre. Un filme que, además, cuenta con producción española gracias a la empresa de Albert Serra —del que coge su director de fotografía, Artur Tort— y Montse Triola, Andergraun Films, y a la canaria El Viaje. Ellos han sido responsables de que Diaz pueda mostrar su visión de la conquista siendo fiel a su estilo, pausado, de largos planos secuencia.  Una película que, en tiempos donde se revisita el pasado colonial, acierta a mostrar las barbaridades cometidas. Lo hace, además, con una belleza plástica descomunal, componiendo cada plano como un cuadro, y con un Gael García Bernal que se pone en la piel del conquistador. Diaz, que presentó la película en el pasado Festival de Cannes en la sección Cannes Premiere, explora a través de la figura de Magllanes, la historia de su propio país, ya que se centra en la conquista de Filipinas.  La otra Espiga de Oro es para una de las directoras más importantes del cine independiente de EEUU de las últimas décadas, Kelly Reichardt. Un cine que también apuesta por otra mirada, otros ritmos que luchan contra las normas impuestas por la industria y los algoritmos. Un cine humanista y político pero sin subrayados. Una directora que entronca con el legado de otra figura fundamental como Chantal Akerman. Como ella, también olvidada de los grandes premios de los festivales de cine. Reichardt lleva varios años compitiendo en Cannes y siempre se va de vacío. Un cine que suele reivindicarse alejado de los premios. O al menos hasta ahora. Josh O'Connor en 'The mastermind' La suya —que también logró el premio a la Mejor fotografía para Christopher Blauvelt— es una revisión del cine de atracos pasada por su peculiar mirada. Le quita el glamour, los efectismos y la mentira para desnudar su propuesta y convertirla en una anti película de atracos que está atravesada, como todo su cine, por la política. Es el año 70. Las protestas por la Guerra de Vietnam están en la calle y la decepción política se palpa en el ambiente con los ecos de un mayo del 68 que parece demasiado lejos. Muchos artistas como Joan Didion consideran que en EEUU en el 69, y más concretamente tras el asesinato de Sharon Tate, se acabó con el optimismo y el activismo que había marcado los 60. Ese estado de ánimo es el que impregna a ese ladrón que interpreta magníficamente Josh O’Connor, que tras un robo con poco glamour, acaba huyendo y visitando a amigos que muestran ese fin de una época activista y la victoria de las políticas conservadoras cuyas consecuencias todavía nos alcanzan. Y así lo deja claro en ese excelente plano final en donde una turba de policías le pasa por el lado a su protagonista para acallar una manifestación contra la guerra.  El segundo premio en importancia, la Espiga de Plata, también fue para una directora, la húngara Ildiko Enyedi, que con su personal y sensorial mezcla de épocas en Silent Friend realiza una película hermosa y única narrada en tres tiempos donde cuenta el machismo en la ciencia. El premio a la Mejor dirección para los argentinos Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini por La noche está marchándose ya subraya de nuevo esa apuesta del jurado por el cine más especial de esta más que notable edición. Harry Melling junto a Alexander Skarsgard en 'Pillion' Acierto también en las categorías interpretatitvas, donde había opciones a patadas. Pero de nuevo apostaron por destacar películas personales. Elecciones que parecen poner en valor también la película además de dos interpretaciones precisas y emocionantes. Eva Victor ha sido elegida como Mejor actriz por Sorry, baby, la revelación del pasado Festival de Sundance. Un filme sobre abusos sexuales que ella también dirige y escribe, por lo que el reconocimiento parece también global a todas sus labores. El de Mejor actor fue para Harry Melling, el auténtico protagonista de Pillion, aunque los flashes se los lleve Alexander Skarsgard. Su interpretación del esclavo del actor sueco en el filme de Harry Lighton es tierna y compleja.  También hubo una mención especial para los intérpretes de la película Lionel, una de las grandes sorpresas de esta edición que hubiera merecido un poco más de reconocimiento. Este personal debut de Carlos Sainz desdibuja las fronteras entre realidad y ficción para contar el encuentro entre un padre y un hijo que se interpretan a sí mismos en un viaje en busca de la hermana que muestra que los lazos familiares, a veces, son una imposición. Lionel Corral Bernal, Lionel Corral y Alicia Corral Bernal hacen de sí mismos, pero emocionan y consiguen una verdad que uno tenga que replantearse si no estará viendo la auténtica realidad. De nuevo, el premio parece destacar al global de la película. El cine español también tuvo el reconocimiento al Mejor guion (Premio Miguel Delibes), que fue para Fernando Franco y Begoña Arostegui por Subsuelo, la oscura adaptación de la novela de Marcelo Luján, que se convierte en sus manos en un thriller sobre la venganza con una relación enfermiza entre dos hermanas que se enfrentan a un suceso traumático. Por último, el premio al Mejor montaje fue para la película israelí, Yes, de Nadav Lapid. Un palmarés incuestionable (en el que quizás faltan obras como Resurrection, de Bi Gan), que dice mucho de la apuesta que ha querido hacer un jurado para destacar obras que ensanchan la mirada en vez de ceñirse a las normas de la industria y los algoritmos.

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