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Una tecnología del Museo del Prado desvela los secretos escondidos en los lienzos de los cuadros

Una tecnología del Museo del Prado desvela los secretos escondidos en los lienzos de los cuadros
La Universidad de Sevilla y el Museo del Prado han desarrollado y compartido Aracne, un programa que ya están usando pinacotecas de todo el mundo, y que tú también puedes probar desde casaLa gente que padece anhedonia musical y no disfruta escuchando canciones: “Es como una conversación en un idioma que no entiendo” Al observar un cuadro, normalmente son los colores, la composición, la época y sus protagonistas los detalles que acaparan nuestra atención. Quién es su autor, cuándo lo pintó y por qué; pero quizás no tanto en el soporte, la tela que lleva más o menos años, e incluso siglos, custodiándolos. Los lienzos son sostén, pero también una valiosa fuente de información que, gracias a Aracne, un software desarrollado por el Museo Nacional del Prado y la Universidad de Sevilla, está permitiendo ampliar la información sobre las obras, tanto en su atribución, dotación y procedencia, como por la relación entre todas ellas. Ambas instituciones decidieron compartirla para que cualquier usuario pueda utilizarla, ya sea un museo, un centro de estudios o cualquier particular. Basta con entrar en su página web oficial, aceptar su licencia y descargarse el programa. La Real Fábrica de Tapices y la National Gallery de Londres son dos de las instituciones que ya han apostado por probarla. Tú podrías ser el siguiente, si quieres ver cómo es el tejido de tus vaqueros favoritos, un bolso o un jersey. Lo único que hace falta es que la fotografía de la ropa que uses esté escalada. Laura Alba, responsable de la Técnica Radiográfica del Prado, explica a este periódico que, hasta ahora, cuando los departamentos científicos estudiaban la pintura de caballete, se centraban sobre todo en los pigmentos con técnicas de análisis de materiales, los aglutinantes y las capas de preparación; pero que no se examinaban de forma exhaustiva los soportes. “La mayoría de las obras están renteladas, tienen una tela adherida en el reverso, dejando que esto sea lo único que se vea al darles la vuelta”, explica. Dado que por delante se encuentra la capa pictórica en sí, el lienzo era “el gran desconocido”. Aracne permite realizar hallazgos más allá de las radiografías que hasta ahora eran la principal fuente de investigación, tanto por lo que se desprende de poder saber el tipo, la datación y posición de los tejidos usados; como de la evolución de los cuadros que no pueden percibirse a simple vista. Dos de los cuadros que el Prado ha analizado con Aracne Antes del desarrollo del software, los expertos colocaban lupas sobre las placas y, a partir de ellas, medían el número de hilos, extrayendo así un dato, pero que resultaba impreciso. Las telas antiguas analizadas provenían de talleres manuales, por lo que en su momento no fueron tejidas de forma regular. La nueva herramienta ha posibilitado saber cuándo dos lienzos fueron extraídos de una misma tela, y con ello acercar dos pinturas a un mismo taller, un pintor e incluso fecha. Cambios de cartelas La especialista lo explica a través de uno de los descubrimientos llevados a cabo sobre la colección y exposiciones del Prado, cuyo resultado tuvo consecuencias sobre la cartela de una de las obras. Se trata de un retrato de Felipe II, realizado por la artista italiana Sofonisba Anguissola en 1565. Antes del estudio realizado con Aracne, se pensaba que el óleo había sido “modernizado” en 1573 —cuando contrajo matrimonio con la que sería su esposa Ana de Austria—, que se le habrían hecho una serie de modificaciones, como si del “Photoshop de la época se tratara”, para actualizar su rostro e impronta. Al introducir el cuadro en Aracne, se puede elegir el área del mismo que se quiera estudiar. En este caso, el cuadro al completo, proporcionando el histograma sobre los hilos horizontales y verticales del lienzo, revelando cuál de los valores es el que más se repite. “La trama [los hilos horizontales] de las telas depende más del operario que la tejiera, el momento del día y su fuerza. Circunstancias que implica que tienda a la [curva simétrica respecto a su jefe de la] campana de Gauss, un valor más aleatorio que la urdimbre [los hilos verticales], que son los que se ponen en el telar y sirven de base. Estos se colocaban a una distancia concreta, dando un valor mucho más cerrado”, concreta Laura Alba. Al comparar los retratos de Felipe II y Ana de Austria, comprobaron que ambos fueron pintados sobre la misma tela, solo que para una de las pinturas la usaron en vertical, y la otra en horizontal. Los histogramas de los dos retratos realizados por Sofonisba Anguissola En aquella época era normal que se preparasen lienzos muy grandes y que los cortasen en trozos: “Si estás a finales del siglo XVI y necesitas hacer 21 retratos de Felipe II para mandar a todas las cortes, es normal que prepares un lienzo de tres metros, y una vez secas las preparaciones, cortar en cadena”. Debido a esta casuística, pudieron fechar ambos lienzos en el mismo año, y no en consecutivos como se había establecido hasta hoy. Para poder analizar las telas y la forma de los tejidos que usaban los artistas, en el Prado han trabajado con un tejedor que ha reproducido las telas que se usaban. “Con las radiografías hemos estudiado los patrones de telas, pero estas no siempre son las sencillas de lienzo, sino que las hay más complejas”, indica la experta, mostrando ejemplos de muestras como aquella sobre la que Velázquez pintó Adoración de los Reyes Magos en 1619 o Goya la Condesa de Chinchón en 1800. “A veces tenían que ir y comprar lo que hubiera, que en ocasiones podían ser telas que se usaran para manteles o para ropa de casa, como colchones, que eran muy habituales en la escuela italiana”, señala Laura Alba. De Bilbao a Puerto Rico La obra del pintor Luis Paret, que trabajó para el Infante Don Luis, hermano de Carlos III, es otra de las que han analizado en el museo gracias a Aracne. Este artista fue desterrado por el rey en 1775 y el software permitió comprobar que, antes de trasladarse a Puerto Rico, debió desmontar su taller entero y llevarse todos sus materiales, pigmentos y pinceles incluidos. “Incluso todo lo que era su estudio, porque claro, al marchar no sabría cuándo iba a poder volver, y se llevó también las telas”, comenta la responsable. En su exilio apenas pintó, pero retomó su actividad cuando en 1778 pudo regresar a España, aunque no a Madrid. La directriz es que tenía que vivir a unas 200 leguas (965 kilómetros) de la capital, por lo que se trasladó a Bilbao, donde acabó residiendo diez años. 'Autorretrato en el estudio', Luis Paret y Alcázar (1777) Hasta ahora, no habían podido confirmar dónde fueron realizadas algunas de sus obras, como el Autorretrato en el estudio, en cuyo reverso hallaron una inscripción con su firma y la constancia de que lo había pintado con 33 años, en 1777. Por lo tanto, no se pintó en Bilbao como previamente se creía, sino durante su estancia en Puerto Rico: “Parece que lo envió a Madrid para intentar que le perdonaran el castigo y le permitieran volver a la Corte a pintar”. Algo que sí que habían podido comprobar con la radiografía es que se habían realizado muchos cambios sobre el óleo y, con ellos, conocer el proceso pictórico, “cómo fue trabajando y concibiéndola, simplificándola o complicándola, cambiando la postura de los personajes y la iluminación”. Laura Alba celebra que los cuatro años que han trabajado en el desarrollo de Aracne hayan culminado con su puesta en open access, al ser la primera vez que el Prado desarrolla un software y lo pone en abierto para que cualquier persona pueda usarlo. La responsable la describe como “una herramienta más” que añadir a su metodología de estudio y que, junto a la Universidad de Sevilla, han ofrecido y regalado a todos los que quieran trabajar con él; algo que tuvieron claro que llevarían a cabo desde el inicio del proyecto.
eldiario
hace alrededor de 2 horas
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