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El Rugby en Sevilla, más allá de ganar: «Muchos niños vienen excluidos de otros deportes por su condición física. Aquí hay un puesto para todo el mundo»

Hay deportes que te enseñan a competir. El rugby te enseña a vivir . Quien ha sentido el contacto del balón ovalado, quien ha empujado en una melé o ha levantado a un compañero del suelo, entiende que aquí se juega con el cuerpo, pero sobre todo con el alma. En el Club Amigos del Rugby Sevilla no solo se entrena, se aprende a ser parte de una familia. En una ciudad donde el fútbol lo eclipsa todo, mirar más allá del balón redondo no siempre es fácil. El sueño de muchos niños sevillanos es vestir algún día una camiseta de Primera, marcar un gol, que la gente coree su nombre al entrar al campo o al ser sustituido. Pero existen rincones donde los sueños son distintos . Donde los chavales no imaginan estadios repletos, sino placajes limpios, ensayos épicos y tardes de barro compartido. Rincones donde el compañerismo pesa más que los focos y donde otros deportes, como el rugby, también merecen su oportunidad. En el Polideportivo San Pablo, late con fuerza un corazón ovalado que se resiste a dejar de soñar. En un mundo deportivo cada vez más competitivo y centrado en el rendimiento, el rugby se mantiene como un refugio donde lo importante no solo es el marcador, sino el proceso. Donde se valora más la actitud que la estadística (sabiendo que gana el que más puntos consigue), más la constancia que el talento . Muchos de los chicos que hoy celebran un ensayo comenzaron casi sin saber pasar el balón. Hoy no solo juegan: se entienden sin hablar, confían con los ojos cerrados y se cuidan como hermanos. «Si tus amigos están aquí, vienes más. Te implicas más. Eso marca la diferencia», cuenta Alfonso Rodríguez, entrenador de la categoría sub 14, con una certeza que no necesita adornos. En el rugby no ganas tú: gana el equipo . Y si uno cae, todos se levantan con él. Esa es la esencia. Ese es el verdadero trofeo . Por eso, para muchas familias, este deporte se ha convertido en una alternativa real a otras disciplinas, especialmente para niños que buscan un entorno más inclusivo , menos agresivo en lo emocional y más rico en valores . Lo respiran sus entrenadores, lo reflejan los resultados y lo viven cada tarde quienes pasan por el Polideportivo San Pablo. La base no es solo un punto de partida deportivo: es el corazón del club, donde los valores, el compromiso y la identidad del C.A.R nace. José Ignacio Moreno, técnico del primer equipo, lo resume con claridad: «Intentamos que desde chico todo el mundo se sienta importante , sea la categoría que sea y el equipo que sea. Que cada jugador o jugadora vea que tiene su sitio». « Hay muchos niños que vienen excluidos de otros deportes por su condición física , porque son muy bajitos o muy altos, muy flaquitos o más gordos, y aquí en el rugby encuentran su hueco porque hay un puesto para todo el mundo. Todos son importantes y eso es lo que queremos hacerles sentir. Que se sientan importantes y parte de todo esto«, añade también Alfonso. En el Club Amigos del Rugby Sevilla, los valores no son simples palabras vacías que decoran un cartel en la entrada del campo. Son principios que desde el primer día se inculcan, que se aprenden en silencio al ver cómo un veterano le ofrece consejo a uno que acaba de empezar, cómo un rival que ha perdido recibe una mano amiga al acabar el partido. Porque no solo consiste en saber ganar, sino también en saber perder . Aquí, el respeto es el pilar de todo : al árbitro, al adversario, al compañero, a uno mismo. No se discute, se asume. La humildad se trabaja cada día, sabiendo que ninguna victoria es solo tuya, sino que detrás de cada punto hay un equipo entero empujando contigo. La disciplina no se impone, se interioriza con el paso del tiempo: en la puntualidad, en el orden, en el esfuerzo silencioso de los martes cuando aún duelen los golpes del sábado. Pero si hay un valor que define al C.A.R -y al rugby- es el compañerismo. La amistad que se forja aquí no se explica con palabras. Nace en los entrenamientos bajo la lluvia, en los vestuarios tras una perder un partido, en las miradas que no necesitan traducción. Se crean vínculos que no entienden de edades ni procedencias. José Ignacio Moreno, entrenador del primer equipo, lo resume así: «Nosotros apostamos por una escuela de valores a través del rugby. Intentamos fomentar el compañerismo, la humildad, el esfuerzo, la constancia… que estén por encima del resultado». Manuel Jacome, conocido en el club como «Jaco», uno de los técnicos del sub-18, nos confiesa emocionado: «Aquí se hacen amistades que duran para toda la vida. Al final todos juegan por y para el equipo, y eso deja huella». El trabajo en la cantera del Club Amigos del Rugby se construye desde una base firme y meticulosa: una metodología estructurada que se transmite de categoría en categoría, creando una identidad común en todos los jugadores del club. Desde los más pequeños hasta el equipo sénior, todos siguen una filosofía muy parecida . Alfonso Rodríguez, explica que «se trabaja con un plan claro de formación a largo plazo, en el que cada etapa se adapta al desarrollo físico, técnico y emocional de los jugadores«. «Todos hablamos el mismo idioma» , afirma, haciendo referencia a la forma en que los entrenadores coordinan sus objetivos, métodos y valores en cada grupo de edad. La cantera del C.A.R no busca acelerar procesos, sino consolidarlos. Por eso, el paso de una categoría a otra está diseñado para que sea fluido, coherente, casi natural. «Los chicos no se sienten perdidos cuando suben de categoría», apunta Alfonso, «porque ya conocen los principios del juego, la disciplina y la forma de entender el rugby que tenemos en el club». Este enfoque integral se refleja también en la comunicación constante entre entrenadores, que se reúnen con frecuencia para compartir observaciones, planificaciones y ajustes. José Ignacio lo confirma: «Los jugadores llegan con una base muy sólida. Técnicamente preparados, con conceptos claros y sobre todo, con valores interiorizados». Esa continuidad entre la base y el equipo sénior es uno de los grandes logros del club. No se trata de que cada equipo juegue exactamente igual, sino de que todos respeten una misma forma de competir, de comportarse y de convivir. La cantera del C.A.R no es solo un semillero de talento, sino una escuela de rugby con personalidad propia, que entiende que l os resultados llegan como consecuencia del trabajo bien hecho . Esta metodología, rigurosa y humana, es la que convierte a la cantera del C.A.R en un modelo a seguir dentro del rugby andaluz. El Club Amigos del Rugby puede presumir con orgullo de contar en sus filas con jugadores que han alcanzado hitos deportivos de gran nivel: Campeones de España en la categoría sub 14 , participaciones en el torneo cerrado de clubes en el Campeonato de España cerrado (solo van los campeones de cada Comunidad Autónoma), internacionales en categorías inferiores sub 18 y sub 20 y promesas con proyección más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, en el CAR tienen muy claro que estos logros no deben cambiar la esencia del trabajo diario. «Los pies en la tierra y el corazón en el equipo», podría resumirse su filosofía. Jaco, entrenador del sub-18, insiste en que el papel del club no solo es formar deportistas, sino acompañarles también en el plano humano. «A esa edad hay chavales con muchísimo talento que empiezan a despuntar y pueden pensar que están por encima de los demás. Y no, ahí entra nuestro trabajo. Siempre va a haber alguien mejor que tú, y por eso es importante seguir trabajando y que no se te suba a la cabeza», explica. En el club se da una importancia vital a la gestión emocional del éxito, al refuerzo de la humildad y al recuerdo constante de que aquí lo importante no es ser el mejor, sino hacerlo todo con respeto y compromiso. «Nosotros les hacemos entender que aquí todos tienen que sumar, que si uno destaca es porque el equipo le ha ayudado a crecer . El rugby es un deporte colectivo y eso no se negocia», afirma. Esta firmeza en los valores, combinada con una estructura deportiva que da espacio tanto a los que llegan arriba como a los que simplemente quieren disfrutar del deporte, es una de las claves del crecimiento sostenido del CAR, que ha logrado algo aún más difícil que ganar títulos: construir una cantera que piensa, siente y juega con la misma camiseta, más allá del marcador. Y es que el «Amigos», en su apuesta por la cantera como forma de avanzar, ha avanzado en una de las asignaturas pendientes que tenía el rugby sevillano en estos últimos años. Aunque todavía está en fase de desarrollo, el club ya ha sentado unas bases sólidas de equipos femeninos con categorías como sub-12, sub-14 y sub-16, en las que las niñas compiten habitualmente en ligas mixtas o frente a equipos masculinos. « Somos el único equipo de España que compite con niñas en todas las categorías de formación» , afirma Jaco con orgullo. Sin embargo, el club no se conforma con estos logros iniciales y está trabajando para dar un paso más en su crecimiento. Una de las prioridades es la creación de un equipo sub-18 femenino, un proyecto que ya está en marcha y que se considera crucial para ofrecer continuidad a las jóvenes jugadoras. «Queremos que las niñas sigan creciendo, que no se queden sin continuidad. Que puedan llegar también al primer equipo algún día», explica. La referencia es clara: el potente Cocodrilas Rugby , que ya compite al máximo nivel nacional. «Ellas nos llevan años de ventaja, pero ojalá podamos competir con ellas algún día. Sin duda lo vamos a intentar con todo el respeto y toda la humildad. Es un espejo en el que mirarse , y ese es el camino que queremos seguir», concluye. El Club Amigos del Rugby no es solo una escuela deportiva; es, ante todo, una comunidad que educa desde el respeto, la entrega y la lealtad. En un mundo donde se premia lo inmediato y se olvida lo esencial, el CAR apuesta por lo que permanece: por los valores que acompañan al jugador fuera del campo, por las amistades que se construyen desde la generosidad y el compromiso, por los entrenadores que no solo enseñan técnica, sino formas de estar en la vida. Aquí hay poco espacio para el individualismo: todo se gana en equipo. Se corre por el compañero, se lucha por el grupo y se celebra como familia. El CAR ha demostrado que el rugby puede ser mucho más que un deporte: puede ser un refugio, una escuela de vida y un motor de transformación. Y mientras haya niñas y niños soñando con vestir esta camiseta, el club seguirá creciendo con humildad, pero también con ambición. Porque en el rugby —y en el CAR— los valores no se explican: se viven.
abc.es
hace alrededor de 15 horas
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