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La pugna por el euro digital se acelera con la presión de Trump

La pugna por el euro digital se acelera con la presión de Trump
La política comercial y económica del presidente de EEUU ha impulsado la necesidad de crear el euro digital para consolidar la soberanía europea de un sistema de pago, pero el cruce de intereses de la industria financiera eleva el debate entre una solución pública o privadaQué son las stablecoins, las criptomonedas que (esta vez sí) pueden cambiar quién controla el dinero “Europa no puede permitirse el lujo de depender excesivamente de soluciones de pago extranjeras”, sentenció Piero Cipollone, miembro del comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE). La aprobación de la Ley Genius por parte de Estados Unidos el pasado julio por la que se regulan las conocidas como stablecoins, criptomonedas respaldadas por el dólar, ha encendido todas las alarmas en la Eurozona. El proyecto del euro digital comenzó a gestarse en 2021 para reducir la dependencia de Europa de los sistemas de pago estadounidenses como Visa, Mastercard o PayPal, pero como cualquier iniciativa en la Unión Europea, los cruces de intereses, burocracia e instituciones que quieren llevan la voz cantante han retrasado su implantación. Abierta la espita de las criptomonedas como instrumento de geopolítica por parte de Donald Trump, la parsimonia institucional europea ha devenido en un impulso para que la moneda digital europea esté operativa en 2029, aunque todavía quedan obstáculos por solventar. No es solo un asunto de política internacional, también es un debate sobre si debe ser una iniciativa pública o privada, ya que los bancos europeos no quieren dejar escapar una buena tajada este suculento pastel financiero. Cipollone ha avisado de que la promoción por parte del gobierno estadounidense de las stablecoins respaldadas por dólares “genera preocupaciones sobre la estabilidad financiera y la autonomía estratégica de Europa”, ya que podría dar lugar a que “los depósitos en euros se trasladen a Estados Unidos y a un mayor fortalecimiento del papel del dólar en los pagos transfronterizos”. Las stablecoins sumaban un valor de mercado de 256.000 millones de dólares el pasado agosto. El 99% de este mercado está vinculado al dólar y a dos emisores, Tether y Circle, ambas empresas tecnológicas financieras de EEUU. Más del 60% de las stablecoins están respaldadas por bonos del Tesoro de EEUU. Las stablecoins denominadas en euros tienen una capitalización de mercado inferior a los 350 millones, según cálculos del BCE. “Las stablecoins están transformando las finanzas globales, con el dólar estadounidense a la cabeza. Sin una respuesta estratégica, la soberanía monetaria y la estabilidad financiera europeas podrían erosionarse. Los riesgos asociados son evidentes y no debemos minimizarlos. Los desafíos de las stablecoins no nacionales abarcan desde la resiliencia operativa, la seguridad y solidez de los sistemas de pago, la protección del consumidor, la estabilidad financiera, la soberanía monetaria, la protección de datos, hasta el cumplimiento de las regulaciones contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo”, escribe Jürgen Schaaf, asesor de Infraestructuras de Mercado y Pagos del BCE. El euro digital funcionaría como una especie de monedero digital, accesible a todos los ciudadanos de la eurozona, donde el dinero depositado en euros estaría directamente garantizado por el BCE, eliminando el riesgo asociado a posibles quiebras bancarias. El pasado 19 de septiembre los ministros de Economía de la zona euro acordaron que el límite de cantidad que podría tener ese monedero digital se establezca cada dos años, un “gran avance” que llevó a Cipollone a vaticinar como posible fecha de lanzamiento del euro digital “mediados de 2029”, aunque tiene que tener el respaldo del Parlamento Europeo. “Europa tiene que protegerse” “La nueva situación geopolítica lo ha cambiado todo”, señala Fernando Navarrete, eurodiputado del PP y ponente de la normativa sobre el euro digital en el Parlamento Europeo. Navarrete, que fue director de gabinete del anterior gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, tenía muchas dudas de la necesidad de un euro digital antes de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, pero ahora entiende “que Europa tiene que protegerse”. Ahora bien, defiende que se tendría que dejar en manos privadas la puesta en marcha de sistemas digitales europeos de pago. “Un euro digital público puede provocar inestabilidad financiera si todos los ciudadanos dejan sus cuentas corrientes en bancos y llevan todo su dinero al BCE, que es consciente de ese peligro, pero aún no ha diseñado un límite. Por otro lado, ¿cómo funcionaría cuando se produzcan tensiones políticas debido a una crisis financiera? Puede ser un coladero. Además, al ser una iniciativa pública se estaría desincentivando la innovación del sector privado. También hay reticencias en una parte de la población por la privacidad de la información financiera en manos de una entidad pública. Finalmente, va a ser obligatorio, se va a obligar a bancos y a empresas a su uso”, argumenta Navarrete. Frente a esta postura, uno de los mayores defensores del euro digital es el actual gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, que avisa que aunque el euro es “la columna vertebral del sistema de pagos europeo, un instrumento de identidad y soberanía económica europeas”, Europa depende en un 72% de redes no europeas para los pagos minoristas con tarjeta. El euro digital serviría para consolidar “un área única de pagos europea y protegerla frente a riesgos futuros”. Navarrete defiende que ya hay opciones privadas viables en Europa con el sistema de pagos Bizum, utilizado en España, Italia y Grecia, y el sistema Wero, que funciona en Bélgica, Alemania, Francia y Holanda. Aunque admite que es cierto que las entidades financieras europeas llevan años sin ponerse de acuerdo sobre la utilización de un único sistema de pago digital en toda Europa, cree que ahora se podría conseguir una solución tecnológica que los hiciera compatibles. En caso de que no sea así, asume que el BCE debería entrar en escena con el euro digital ante los riesgos geopolíticos que la nueva escena internacional plantea. Hay otros factores, el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, apuntó esta semana en una conferencia que dejando solo en manos privadas el dinero digital “muchas cosas podrían salir mal. No podemos apoyar la innovación solo por la innovación”. Además, puntualizó que “como bancos centrales no se aceptará ninguna evolución que debilite la capacidad para implementar la política monetaria eficazmente. No debe debilitarse el papel de ancla del dinero del banco central”. La carrera en Europa no ha hecho más que empezar. Es cierto que los bancos europeos se están moviendo, pero al igual que las instituciones del continente todavía de una manera un tanto lenta porque también les toca el bolsillo. Priscille Szeradzki, presidenta de la European Association of Co-operative Banks (EACB) apunta que “el proyecto del euro digital minorista genera preocupación por su potencial para desplazar las soluciones de pago europeas existentes y socavar la capacidad de préstamo de los bancos. Debemos garantizar que el euro digital no desplace las soluciones de pago europeas ni restrinja la capacidad de préstamo de los bancos. Es fundamental que los responsables políticos apoyen las iniciativas de la UE que prioricen la soberanía europea en las finanzas digitales, garantizando así que Europa cuente con las herramientas necesarias para competir a nivel mundial”. Aunque el discurso se emplaza también dentro de la defensa de la soberanía financiera europea, también hay otros motivos. Un informe realizado por PricewaterhouseCoopers (PwC) por encargo de las grandes patronales europeas de banca -European Association of Co-operative Banks (EACB), European Banking Federation (EBF) y European Savings and Retail Banking Group (ESBG)- señala que la implantación del euro digital del BCE supondría desafíos operativos como los costes que irían desde actualizaciones en las aplicaciones de banca móvil, la integración de la tarjeta física del euro digital y cajeros automáticos, sucursales y puntos de venta. Los bancos participantes enfrentarían costos iniciales estimados de 18.000 millones para las entidades de la zona euro. En cuanto a las stablecoins, nueve bancos europeos han creado un consorcio para desarrollar una stablecoin en euros, cuyo lanzamiento está previsto para 2026. La alianza bancaria cuenta con las entidades UniCredit, ING, DekaBank, Banca Sella, KBC, Danske Bank, SEB AB, CaixaBank y Raiffeisen Bank. “La iniciativa puede marcar un paso importante en la construcción de un ecosistema digital de pagos europeos robusto y confiable que refuerce la autonomía estratégica europea en el ámbito de los pagos”, ya que el mercado de stablecoins está dominado por el dólar, explicó Mariona Vicens, directora de Transformación Digital y Advanced Analytics de CaixaBank, el único banco español que, de momento, participa en el proyecto.
eldiario
hace alrededor de 4 horas
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