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El 'crimen del bocadillo' y otras escenas en los tribunales del Washington militarizado por Trump

El 'crimen del bocadillo' y otras escenas en los tribunales del Washington militarizado por Trump
Los fiscales empiezan a toparse con una inusual resistencia de los miembros de los grandes jurados para imputar delitos graves a vecinos arrestados en una capital llena de soldados Por qué Trump impone en Washington DC la agenda autoritaria que quiere para todo el país Lejos de la épica con la que Donald Trump ordenó la entrada de la Guardia Nacional y el FBI para combatir la supuesta “emergencia criminal” de la capital, los soldados han pasado los últimos días recogiendo basura de calles y parques, mientras que los agentes federales lidian con borrachos y altercados menores que normalmente son tarea de la policía local. Mientras, la federalización del cuerpo policial está dejando escenas kafkianas en los tribunales del juzgado del Distrito de Columbia: abrir una cerveza en medio de la calle rápidamente puede convertirse en un grave delito. Más allá de servir de pretexto para las redadas de los agentes de inmigración, la federalización de la policía local de DC está facilitando que delitos leves acaben siendo tratados como grandes crímenes; si un agente federal interviene por ver a alguien beber en la calle o cometiendo algún tipo de vandalismo, y el sujeto se resiste, ya puede ser imputado por “obstrucción a un agente federal”, que está tipificado como delito grave. Así ha pasado en al menos dos casos: un hombre ebrio que fue imputado por amenazar al presidente y otro, también beodo, por abrir una botella en la vía pública. Estos casos menores son los que después usa la Casa Blanca para engrosar sus listas de detenciones y así presumir de que devuelve la seguridad a la ciudad. En su rol de hombre de “ley y orden”, Trump no solo cuenta con la militarización de la capital para imponer miedo, sino con la amenaza de penas altas. Esta misma semana aseguró que quería aplicar la pena de muerte a todos los homicidios cometidos en Washington, a pesar de que en los 80 la pena capital fue derogada por la cámara municipal. Pero el deseo de mano dura choca con los tribunales. El surrealismo se ha ido apoderando de los juzgados de la capital debido al contraste entre los casos que llegan y los cargos que la fiscalía pide tramitar. Sean Charles Dunn, bautizado popularmente como “el tipo del bocadillo” por haber lanzado uno a un agente federal, se ha convertido en un claro ejemplo. Dunn ha sido encumbrado como símbolo de desafío ante la ocupación ordenada por Trump después de que el vídeo de su peripecia se viralizara. En las imágenes, se ve como lanza el bocadillo contra uno de los agentes federales que ya estaban en las calles la noche antes de que Trump enviara a la Guardia Nacional y tomara el control de la policía local. Ahora, este extrabajador del departamento de Justicia también va camino de ser un emblema de resistencia ante la voluntad punitivista del presidente. Ya van dos veces en que el fiscal de Washington fracasa en su misión de procesar a Dunn por lanzar el bocadillo. La mayoría de los miembros del grand jury o gran jurado —un órgano formado por personas que son seleccionadas en una fase previa al juicio para examinar la verosimilitud de la acusación— no ve que haya razones suficientes para acusar por un delito grave a este vecino. El New York Times recogía también esta semana tres casos en que los fiscales fueron incapaces de convencer al jurado de que diese permiso para procesar a vecinos a quienes se acusaba de agredir a un agente federal. Aunque afloraron vídeos de algunas de las personas señaladas, el gran jurado alegó no encontrar motivos suficientes para dar trámite a la imputación. Ante esta renuncia, los fiscales han empezado a rebajar los cargos, como en el caso de una mujer acusada de haber herido a un agente del FBI durante una protesta en julio, que ahora ha visto la acusación reducida a una simple falta. Que estos jurados estén rechazando repetidamente los intentos de imputar graves delitos a otros residentes detenidos durante la ocupación de la ciudad también indica un patrón de resistencia popular frente a Trump. Aunque se trata de un hecho insólito en el Distrito de Columbia, en Los Ángeles ya se vivió una reacción similar el mes pasado al respecto de los manifestantes arrestados durante las protestas populares contra la represión de los migrantes sin papeles.
eldiario
hace alrededor de 21 horas
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