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El bulo antivacunas

La vacunación es la intervención médica más rentable que existe actualmente . La Organización Mundial de la Salud publicó en 2024 un informe en cuya elaboración participaron varias universidades e instituciones y en el que se documenta que las vacunas han salvado al menos 154 millones de vidas durante el último medio siglo, en una estimación conservadora. Las dos únicas enfermedades que han sido erradicadas del planeta mediante intervención humana han sido la viruela en 1980 y la peste de los rumiantes en 2011. Ambos hitos se debieron a campañas de vacunación globales. Ninguna otra enfermedad ha sido erradicada por acción del hombre. ¿Son las vacunas la panacea universal, a la espera de inversiones para borrar las enfermedades infecciosas de la faz de la tierra? Ciertamente no. El informe de la OMS reconoce deficiencias de las vacunas, como es su eficacia parcial en muchos casos, o la imposibilidad por razones socioeconómicas y políticas de que lleguen a muchas regiones del mundo. Además, para infecciones importantes (sida, hepatitis C, etc.) no hay vacunas eficaces a pesar de ingentes inversiones en talento y dinero. Las vacunas antipoliomielíticas vivas causaron aproximadamente una parálisis por cada 700.000 vacunaciones. Ello se debió a la generación de poliovirus virulentos a partir del virus vacunal atenuado, uno de los factores que han impedido la erradicación global de la enfermedad. La plasticidad de los agentes infecciosos y de las propias vacunas representa un desafío biomédico para el que no se ha hallado solución. Con todo, las vacunas siguen salvando vidas. El origen de la inducción artificial de inmunidad se remonta a los comienzos del segundo milenio en Asia central. El inicio de la vacunación como intervención médica se sitúa en el año 1796 con la administración de la primera vacuna contra la viruela por Edward Jenner (1749-1823), a la que siguió la vacuna contra la rabia preparada en 1885 por Louis Pasteur (1822-1895). A comienzos del siglo XIX se introdujeron los conceptos de atenuación y virulencia que impulsaron la preparación de vacunas. La atenuación consiste en inducir alguna modificación del material genético del agente infeccioso, de modo que puede multiplicarse en el organismo al que infecta, pero sin causar enfermedad. Las vacunas de Jenner y Pasteur fueron de este tipo. Se las denomina vacunas vivas, en contraposición a las vacunas inactivadas, en cuya formulación se incluye el propio agente infeccioso (o parte de él) alterado de manera que induce una respuesta inmune, pero no se multiplica en el organismo inoculado. Las vacunas vivas, en mayor grado del que lo hacen las vacunas inactivadas, inducen una respuesta que se asemeja a la respuesta frente al agente patogénico real, condición importante para su eficacia. Los bulos de distintas modalidades han existido siempre y han permeado ciencia y política. La 'Flat Earth Society' (sociedad de creyentes en la tierra plana) se fundó en 1956. En esa misma década funcionarios chinos temerosos de Mao falsearon informes de productividad agrícola china, que a la postre condujeron a desabastecimiento y millones de muertes. ¿Por qué razón relatos apoyados en falsedades científicas (ineficacia de las vacunas, su uso para la introducción de chips controladores, o negación del cambio climático) han llevado a grupos de población a votar en favor de partidos políticos cuyos programas perjudican a esos grupos de población? Quizás el grado de información a la que debemos responder supera las previsiones de un cerebro que evolucionó durante millones de años recibiendo menos estímulos. Quizá la irracionalidad tuvo cierta ventaja en tiempos remotos en cuanto a que una decisión de huir instintivamente de un peligro (por ejemplo, un depredador) era ventajosa para sobrevivir, frente a la alternativa de tomarse un tiempo de reflexión. Quizá las actitudes antisistema se han incrementado por la poca capacidad resolutiva de los partidos políticos dominantes. Quizá parte todo esto está contribuyendo a aceptar la veracidad de eslóganes sencillos que suplen a la reflexión científica. La ciencia no tiene la verdad última sobre las cosas . Aun así, la historia nos ha enseñado que es mucho más probable que sea la ciencia, y no otro tipo de actividad, la que nos conduzca a mayor calidad y esperanza de vida digna. Si los científicos supiéramos transmitir mejor lo que hacemos, el poder de eslóganes arbitrarios se desvanecería.

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