cupure logo
laslosestátrumpcontraviñetadelporpsoehuawei

Kryptonita Vitae

Kryptonita Vitae
Después de años bromeando con eso de “Dimitir es un verbo ruso”, y tras ver a tantos dirigentes y altos cargos resistiendo acusaciones, grabaciones, imputaciones y hasta condenas judiciales sin doblar la rodilla, hemos encontrado la kryptonita, el punto vulnerable, la bala de plata, el talón desprotegido: una mentirijilla en el currículum Es un clásico del cine de acción y ciencia ficción: el superhéroe todopoderoso que tiene sin embargo una debilidad, una kryptonita que lo anula. El robot imbatible hasta que consigues dispararle justo en un punto vulnerable a la altura de la ingle. La indestructible Estrella de la Muerte cuyos planos muestran un pequeño conducto de ventilación al que dirigir los cazas rebeldes. La estaca en el corazón del vampiro, la bala de plata para el hombre lobo, disparar a la cabeza del zombi. En fin, el talón derecho de Aquiles donde le alcanza la flecha mortal. A la lista de vulnerabilidades excepcionales añadimos ahora una nueva: el currículum vitae de la clase política. Después de años bromeando con eso de “Dimitir es un verbo ruso”, y tras ver a tantos dirigentes y altos cargos resistiendo acusaciones, grabaciones, imputaciones y hasta condenas judiciales sin doblar la rodilla, hemos encontrado la kryptonita, el punto vulnerable, la bala de plata, el talón desprotegido: una mentirijilla en el currículum. Ya sé que “mentirijilla” suena indulgente, pues la mentira en política debería ser siempre una línea roja con independencia de su tamaño. Pero convendrán conmigo en que exagerar los títulos propios parece un pecado venial si lo comparamos con otros motivos de escándalo mayúsculo que en muchos casos no merecieron una dimisión o cese. Es muy sorprendente, y también muy cómica, esta ola de pánico que recorre la política, con representantes públicos revisando y corrigiendo sus currículum. Hay quien piensa que es una buena noticia, que sanea la vida pública y además revaloriza los títulos académicos, pues la obsesión de algunos por inflar su expediente demostraría el valor y reconocimiento social que estos siguen teniendo. No lo tengo claro. Nadie ocupa un cargo público por su currículum, lo que tampoco es un privilegio exclusivo de la política: es sabido que los mejores puestos en la empresa privada no se consiguen por haber estudiado en Yale, sino por contar con buenos contactos personales, sobre todo familiares. Siento chafar el sueño meritocrático a quien todavía crea en él. Leo en un CIS reciente que, entre quienes tienen trabajo, el 26,2% lo consiguió “a través de otras personas”, principalmente amigos y familiares directos, mientras solo un 18% dice que lo logró “acudiendo directamente a las empresas o presentando directamente el currículum”. Esto es la población general, ya te digo yo que en los puestos más altos de las empresas, y entre la clase alta, el porcentaje de quienes son contratados por recomendación es mucho mayor. Si de política hablamos, se trata de puestos de confianza donde lo más apreciado no es la preparación, los estudios o la experiencia, sino la lealtad al partido o al superior. Y sin embargo algunos acomplejados han querido presentarse como hombres hechos a sí mismos, seleccionados por su esfuerzo académico. Hasta que la exageración se ha convertido en inesperada kryptonita y de pronto todos reescribiendo su perfil de Linkedin en pleno agosto. ¿Será suficiente con eliminar titulaciones fantasmas, o empezaremos a revisar también lo de “inglés nivel medio”, un clásico en todo currículum?
eldiario
hace alrededor de 7 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Opiniones