cupure logo
queunalosdelparacasolasnoeliaviñetaapuntes

La ciudad de la paz

La ciudad de la paz
Anoche, los periodistas desplazados a Nagasaki cenamos en un lugar en el que, siendo sinceros, jamás habríamos puesto un pie por iniciativa propia. Nada llamativo, sin luces, sin música, sin fotos de platos en la puerta. Solo una cortina medio corrida, una barra y un par de mesas. Pero ahí dentro nos esperaba una señora de más de sesenta años, sonriente, dispuesta a cocinarnos unas gyozas caseras que sabían, sin exagerar, a mucho más que comida. En Japón, donde la amabilidad convive con la distancia, ella rompió el molde. Se acercó como si nos conociera de toda la vida, nos tocó el hombro, se rió con nosotros sin entendernos del todo. Nos trató como una madre a unos hijos que no sabía que tenía. Más tarde se asomó su marido, el dueño. No hablaba español, ni casi inglés. Pero sabía decir “hello”, y lo dijo con un brillo especial. Fue el primer paso de una amistad improbable que creció con dos palabras: Take Kubo.

Comentarios

Opiniones