cupure logo
lossánchezperoquebarçacontrumpjuntsvoxmazón

No hay "alquiler seguro" para Maricarmen, ni para ti

No hay "alquiler seguro" para Maricarmen, ni para ti
Entre abusos y desahucios, y a falta de una intervención pública que garantice por igual seguridad a propietarios e inquilinos, el mercado de alquiler sigue siendo una jungla donde la única seguridad hoy es colectiva, la autodefensa inmobiliaria Hace un año buscaba yo un piso de alquiler. Un día llamé a primera hora de la mañana al teléfono de un anuncio recién publicado. “Sí, alquilo un piso, pero ya me han llamado treinta personas antes que tú”, me avisó el propietario. “Ah, entonces ya está alquilado”, respondí resignado, pero no tan rápido: “No, no lo tengo alquilado, solo digo que hay otras treinta personas que también lo quieren”, me dijo el dueño, y añadió unos puntos suspensivos en forma de silencio. Colgué de inmediato, pues el mensaje entre líneas era: “¿Qué me ofreces tú que no me puedan dar los otros treinta? Que empiece la subasta…”. No sé en qué momento normalizamos que el alquiler de un piso incluya una subasta entre interesados, un casting de candidatos y pasar por varias horcas caudinas. También hemos normalizado que, una vez ganada la puja (ofreciendo más garantías, una nómina más fiable, un aval bancario o más renta), superado el casting y pasadas todas las humillaciones, te impongan además condiciones abusivas: un mes extra de fianza, un seguro de hogar, gastos de gestión y lo que te pongan por delante firmar. Tanto lo hemos normalizado que hay empresas cuyo negocio se basa en la arbitrariedad, la desesperación y el abuso. Y sin ningún disimulo, con anuncios en radio y televisión: prometen “seguridad”, pero solo para una parte, el propietario, mientras al inquilino se le pone por delante un contrato que suena a eso tan familiar en Internet y apps: “He leído y acepto las condiciones”. Sin leértelas, claro, o leyéndolas pero dándolas por buenas, porque si no te gustan, hay otros treinta esperando. Dice la empresa Alquiler Seguro, amenazada ahora de multa, que todo lo que los inquilinos firmamos y pagamos es “voluntario”, “sin imposiciones”. Y tienen razón: el mercado de alquiler se basa en la libertad de las partes y la voluntariedad. Nadie te obliga a alquilar ese piso, tú eliges. Nadie te obliga a pagar un “servicio de atención al inquilino”, un seguro de hogar, un estudio de solvencia económica y todos los gastos por devolución de recibos o reclamaciones judiciales. Soltar por adelantado 4.000 euros para alquilar un piso de 1.000 euros mensuales es “voluntario”: puedes pagarlo y entrar a vivir, o no pagarlo y buscarte otro piso. Así de fácil, dónde está el abuso, que no lo veo. Que alguien le explique a Alquiler Seguro que la ley (que impide cobrar al inquilino honorarios, gestiones no solicitadas y otros gastos) también es “voluntaria”: si no quieres cumplirla, puedes dedicarte a otro negocio. Lo que no va a ser “voluntaria” es la multa que te va a caer, listo. Bien por el Ministerio de Consumo en este caso. *** Para quien no hay “alquiler seguro” es para Maricarmen, la vecina madrileña amenazada de desahucio tras vivir toda la vida en el mismo piso de renta antigua. El fondo que compró la vivienda quiere echarla, después de ofrecerle una subida de alquiler que le haría pagar más que la pensión que recibe. Una subida que por supuesto es “voluntaria”: si no le gusta, que se busque otro piso, anda que no hay pisos en Madrid. ¿Dónde está el “alquiler seguro” para Maricarmen? La única seguridad se la dan sus vecinos, que la acompañan, y el Sindicato de Inquilinas que denunció su caso y llamó a la movilización para defenderla. Solo la presión ciudadana ha conseguido paralizar el desahucio por un tiempo. De la misma forma que nuestro “alquiler seguro” frente a los abusos de propietarios y empresas lo defienden organizaciones de consumidores como FACUA, denunciante de Alquiler Seguro (como también lo denunció el Sindicato de Inquilinas). Solos no podemos: de forma individual quedamos a merced de la “voluntariedad” del mercado. La única seguridad en esta jungla a día de hoy es la seguridad colectiva, asociarnos al Sindicato, a FACUA y a otras formas de autodefensa inmobiliaria. Pero necesitamos un “alquiler seguro” de verdad, para todos los ciudadanos: una intervención pública que garantice por igual seguridad a propietarios e inquilinos, para vencer el miedo de los primeros y acabar con la desesperación de los segundos. Para que no echen a Maricarmen, ni sigan abusando de quienes necesitamos un piso. Mientras no llega, yo me voy leyendo Casas, el nuevo libro de José Manuel López Rodrigo que promete “propuestas realistas” desde la convicción y la esperanza de que la crisis de vivienda “sí se puede solucionar”. Yo también lo creo.
eldiario
hace alrededor de 10 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Opiniones