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Si Pedro Sánchez hubiera visitado a Frank Cuesta

Si Pedro Sánchez hubiera visitado a Frank Cuesta
Hermanos y hermanas de la derecha, poneos la mano sobre el corazón y contestadme: ¿Qué habríais hecho si el visitante del “santuario” hubiera sido el presidente Sánchez, si existiera un video en que dijese: “Ni saludos fascistas ni aguiluchos, aquí, progresismo”, y encima tuvierais una foto suya con una guacamaya en la cabeza? A Dios pongo por testigo de que nunca había visto un episodio de Frank de la Jungla... hasta este momento. Lo he hecho por curiosidad a raíz del revuelo que se ha armado con la difusión esta semana del vídeo en el que confiesa que es un farsante de tomo y lomo: que no es veterinario, que no tiene cáncer, que los animales que ha reunido en su “Santuario Libertad” de Tailandia no han sido rescatados de ninguna parte sino comprados en el (seguramente negro) mercado y que muchos de esos animales han muerto por su propia negligencia. Y en el que atribuye a su “mitomanía” y su “ego” la sarta de mentiras sobre las que ha construido su popular personaje. Como decía, he repasado en youtube algunas imágenes de este supuesto discípulo de Félix Rodríguez de la Fuente y me ha parecido un cantamañanas peliculero más de los muchos que pueblan nuestra vasta geografía. Realmente no entiendo cómo algunos tomaron en serio sus shows, como los califica hoy con desdén él mismo. Tras el vídeo de la confesión llegó un nuevo vídeo, mucho más extenso, en el que se retracta del primero alegando que en este se había limitado a “leer un guion” para poner fin a un “acoso”. Dicho acoso guarda por lo visto relación con la filtración, por parte de un ex colaborador de nombre Chi, de unos audios en los que se escucha a Frank Cuesta decir lindezas como “acabo de pillar tres suricatas pequeñas y me las han dejado bastante baratas. Me han dado las tres por 30.000. Es una inversión porque hay que tener suricatas, que a la gente le gustan las putas suricatas” o –refriéndose a un gato que asediaba a sus gallinas– “voy a hacer un mix de comida de gato con polvo de veneno, para que se lo coma el hijo de puta y reviente por dentro”. Más allá de que exista o no un acoso –el afectado podría denunciarlo a la policía–, el contenido de los audios filtrados no retrata precisamente a un abnegado animalista. Y, tras examinar los dos vídeos difundidos por Cuesta en un intervalo de menos de 48 horas, me declaro incapaz de determinar qué grado de verdad y de mentira hay en cada uno, pues no soy un experto en personalidades mitómanas. Solo sé que este asunto apesta más que la Dinamarca putrefacta de Hamlet y las verdaderas víctimas no son ni Frank de la Jungla ni su ex socio Chi, por mucha pelotera que se traigan entre ellos, sino los inocentes animales. Lo que se echa de menos en esta turbia historia es alguna palabra, al menos una sílaba, de la habitualmente locuaz Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid pasó las últimas navidades en el “Santuario Libertad” en compañía de Cuesta, y de aquella experiencia quedó una ya icónica imagen suya con un loro sobre la cabeza y un vídeo en el que proclama, mientras simula realizar un trabajo: “Ni hoz ni martillo, aquí, libertad”. Hermanos y hermanas de la derecha, poneos la mano en el corazón y contestadme: ¿Qué habríais hecho si el visitante del “santuario”, en vez de Ayuso, hubiera sido Pedro Sánchez; si existiera un vídeo en que el presidente dijese con la cabellera desgreñada: “Ni saludos fascistas ni banderas con aguilucho, aquí, progresismo”, y encima tuvierais una foto suya con una colorida guacamaya en la cabeza? Tranquilos. No me lo tenéis que decir. Os lo digo yo: Lo acusaríais de cómplice del exterminio de la fauna y exigiríais su dimisión inmediata. Esperaríais que el juez Peinado le abriera una nueva vía de investigación para rastrear si utilizó fondos públicos para el viaje y si lo acompañó Begoña, que a ver si tiene un master en Tailandia. Pediríais un pronunciamiento urgente del World Wildlife Fund y todas las ONG que os pasaran por la cabeza. Vamos, seamos sinceros, reconoced que eso es lo que harías. Pero, qué le vamos a hacer, la visitante era Ayuso, no Perrosanxe. Y lo que no diréis es que, cuando la presidenta pasó la Navidad en el “Santuario Libertad”, ya se conocían algunas informaciones sobre casos de maltrato animal en el resguardo. Tampoco os preocupará que la presidenta no diga ni mu tras los dos vídeos de Cuesta y las filtraciones de los audios que destruyen la imagen de protector de la fauna de este declarado admirador de la lideresa. En pleno escándalo por las andanzas de Frank de la Jungla, Ayuso presidió esta semana un acto en Madrid en el que rebautizó el Centro de Recuperación de Animales Silvestres con el nombre de Félix Rodríguez de la Fuente, de quien dijo que “nos enseñó a conocer, respetar y amar a los animales”. En las redes no se hicieron esperar los comentarios y memes según los cuales la presidenta tenía previsto nombrar al centro Frank Cuesta, pero el escándalo en Tailandia la llevó a cambiar abruptamente de plan. Tal vez no sea cierto, pero verosímil sí es. A fin de cuentas, su partido en el Ayuntamiento de Madrid puso a una sala del centro cultural Galileo el nombre de Mario Vaquerizo, y no pasó nada. Todo es posible en el fabuloso mundo de la libertad.
eldiario
hace alrededor de 12 horas
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