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El ruido de la política envenena el debate sobre las causas del apagón

El PP se apresura a denunciar que España ha dado una imagen lamentable como país con el apagón a pesar de que hechos similares se han producido en los últimos años en Italia, EEUU y Canadá. Sánchez prefiere apuntar a Red Eléctrica y a las empresas privadasLa confusión sobre las causas del apagón recrudece la batalla ideológica entre renovables y nuclear No hubo víctimas ni accidentes graves. Los servicios de emergencia funcionaron cuando debían hacerlo. Los hospitales contaron con sus sistemas de respuesta. No hubo disturbios ni problemas graves de seguridad. Como siempre ocurre en una emergencia, las personas en situación vulnerable lo pasaron peor. Los enfermos que necesitaban asistencia inmediata. Los pasajeros de trenes, atrapados durante horas. El caso más trágico fue el de un pueblo de Ourense, donde un matrimonio y su hijo murieron por una intoxicación con monóxido de carbono ocasionada por un generador utilizado para el funcionamiento de un respirador. Pero la sociedad en su conjunto reaccionó con calma. Nunca hubo pánico. La política reaccionó con el grado de furia que se le supone. En especial, la parte de la política que se hace desde la oposición. Al día siguiente, subió aún más el termostato. Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso estaban el martes a primera hora en el estudio de Federico Jiménez Losantos cargando contra el Gobierno. No iban a contar con mejor tribuna. El presentador agitó el espantajo del comunismo y de los apagones de Cuba y Venezuela. No los de Estados Unidos, como era de esperar. Los expertos ya habían avisado de que se tardará mucho tiempo en conocer con seguridad las razones del siniestro. El PP estaba indignado porque no se habían anunciado con todo lujo de detalles veinte horas después de su inicio. Poco después de esas entrevistas, comenzaba el congreso del Partido Popular Europeo en Valencia. Valencia era la palabra clave. El PP continúa defendiendo en público a Carlos Mazón –“valiente” le llamó Feijóo hace unos días– y la única vía para conseguirlo es encontrar un asunto en que pueda criticar a Pedro Sánchez por lo mismo por lo que en privado sabe que el presidente de la Generalitat está más muerto que vivo. Feijóo y Ayuso coincidieron en afirmar que España había dado una imagen “lamentable” por culpa del Gobierno. “Damos imagen de un país que se apaga a la venezolana”, dijo la presidenta de Madrid. Antes de que pasaran 24 horas desde el comienzo de la crisis, se había recuperado el 99% del suministro eléctrico. Evidentemente, eso no pasa en Venezuela. A pesar de la rapidez en la recuperación de la luz, Ayuso calificó de “lenta e ineficaz” la respuesta del Gobierno. Fue más veloz su televisión autonómica que a media tarde del lunes dio la noticia falsa de que el CNI había detectado días antes del apagón “una gran actividad inusual procedente del Norte de África”. La acusación del PP exigía olvidar que Italia sufrió un apagón masivo en 2003 que afectó a todo el país y partes de Suiza durante doce horas. O que Texas tuvo un apagón causado por tres tormentas invernales en 2021 que contribuyó a la muerte de 246 personas y que la mayoría de expertos afirmó que podía haberse evitado. Dos años después, 55 millones de personas se vieron afectadas por un colapso de las líneas eléctricas en Canadá y el norte de EEUU. En las trincheras de las redes sociales, se extendía el viejo conjuro de que España es un país tercermundista. Los influencers de la extrema derecha afirmaban que “somos Bangladesh”, que en cualquier otro país europeo habría caído el Gobierno o que “estamos gobernados por una cuadrilla de deficientes mentales”. “Somos Tercer Mundo”, escribió el secretario general de las juventudes del PP. El portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, los superó a todos, por algo es un profesional en lo suyo: “El señor feudal nos devolvió a la Edad Media”. Ayuso, con la vaca detrás, pidió el lunes la intervención del Ejército. Ayuso tuvo que explicar una de las peticiones que había hecho el día anterior, una que quedó desprestigiada por la reacción ejemplar de los ciudadanos. Había exigido el despliegue del Ejército sin que hubiera ninguna razón para pensar que la Policía y la Guardia Civil podían verse sobrepasadas en las calles. Lo había dicho en una comparecencia que ofreció una de esas imágenes surrealistas propias de la política: con una inmensa vaca detrás y vestida con una chaqueta de camuflaje, como si fuera un sargento de infantería de maniobras en el monte. “Nos tenemos que acostumbrar a aplicar estos planes sin ponernos dramáticos”, afirmó el martes como explicación de una medida –el Ejército desplegado en las ciudades– que hubiera sido realmente dramática. La clave de la ofensiva del PP fue afirmar que el Gobierno no dio explicaciones, lo que contrasta con el hecho de que hubo dos comparecencias de Sánchez, la primera a las seis de la tarde y la segunda justo antes de las once, ambas sin periodistas que pudieran hacer preguntas. Sobre las causas del apagón, el presidente no dijo nada concreto, porque las desconocía. Y no las sabía porque Red Eléctrica tampoco podía estar segura. Esa era la única fuente fiable en esos momentos. Frente a esa realidad, Feijóo optó por su salida de costumbre que consiste en afirmar que es intolerable que no haya información en tiempo real. “No creo que sea razonable que tres horas después del apagón no tengamos información detallada sobre lo que ha ocurrido”, dijo el lunes a primera hora de la tarde. Ni siquiera le valía con que hubiera información. Tenía que ser detallada. Sánchez dijo en sus intervenciones que era esencial seguir “únicamente información oficial”. Afortunadamente, existen los medios de comunicación, porque su primera aparición fue cinco horas y media después del apagón. Una vez más, Moncloa decidió centralizar la comunicación pública en el presidente, lo que conlleva riesgos. No hubo ninguna intervención de la ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, o de la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor. Pedro Sánchez volvió a comparecer el martes, esta vez en rueda de prensa, muy poco después de que un responsable de Red Eléctrica afirmara que no se había producido un “incidente de ciberseguridad”. Hasta que no culmine la investigación, nunca se puede descartar nada por completo, pero ese primer análisis era relevante. Sánchez no quiso descartar esa posibilidad, lo que revela como mínimo una falta de confianza en las conclusiones preliminares expresadas por la compañía. Eso restó valor a su petición de que se confíe en el criterio de los expertos. El Estado cuenta con el 20% de sus acciones y su control en la práctica, porque el 80% restante está repartido entre muchos inversores en los mercados. Eso le da el poder de nombrar a sus presidentes. La actual es Corredor, que fue ministra de Vivienda en un Gobierno de Zapatero, como también antes se designó a Luis Atienza y Jordi Sevilla, mientras que el Gobierno de Rajoy eligió a José Folgado, secretario de Estado en un Gobierno de Aznar. El presidente se ocupó de apuntar de forma insistente a las empresas energéticas privadas sin dar ningún motivo claro sobre las sospechas. “Exigiremos las responsabilidades pertinentes a todos los operadores privados”, dijo y lo repitió en más de una ocasión. En el fondo de esta frase están las posibles indemnizaciones por las pérdidas que han sufrido empresas y particulares. “Es evidente que lo que ocurrió ayer no puede volver a pasar jamás”, dijo en lo que fue el reconocimiento más claro de que algo muy importante funcionó mal. Otro efecto de la DANA valenciana fue que Feijóo y los gobiernos autonómicos del PP se apresuraron a reclamar al Gobierno que declarara una emergencia nacional de nivel 3 y asumiera toda la responsabilidad. El martes, casi todos pidieron que se anulara, pero no Ayuso, que aún la creía necesaria, se supone que durante mucho tiempo, con el argumento de que “si no sabemos qué ha pasado, cómo sabemos que no va a volver a ocurrir”. Al final, el caos sólo se produjo en la portada de La Razón para desgracia de los que confiaban en que pudiera ser la DANA de Sánchez.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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