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Sánchez ve tras las protestas pro-Gaza a una izquierda revitalizada como la del “no a la guerra” que subestimó el PP hace 20 años

Sánchez ve tras las protestas pro-Gaza a una izquierda revitalizada como la del “no a la guerra” que subestimó el PP hace 20 años
El Gobierno cree haber situado a Feijóo en un marco perdedor mientras el presidente viaja a Nueva York, donde dará una conferencia en la Universidad de Columbia, epicentro del movimiento pro-Gaza y participará en el Consejo Editorial del New York Times, víctima de la ofensiva de Trump contra la libertad de expresión Sánchez pide excluir a Israel de las competiciones y ensalza la respuesta al genocidio: “España salva el honor de Europa” España clama por el derecho a una vivienda y el PP responde con corrupción. España pide una reducción de la jornada laboral y el PP sale con Begoña Gómez. España clama por salarios dignos y el PP habla de Cerdán, de Ábalos y de Koldo. España se conmueve y se manifiesta contra la masacre en la Franja de Gaza y el PP recupera a ETA y a la kale borroka del baúl de los recuerdos. Tropezar dos veces con la misma piedra es algo que a la derecha española le ocurre con frecuencia cuando se trata de no sintonizar con la calle. Le pasó con la guerra de Iraq cuando estaba en el poder y le pasa ahora siendo oposición con el genocidio perpetrado por el gobierno de Israel. Y no es que carezca de sensibilidad, ni que su posición histórica no haya sido la defensa de los dos Estados, es que todo le vale ya para atacar a Pedro Sánchez. Acierte o se equivoque.  Y si algo ha quedado de manifiesto es que el presidente del Gobierno ha ido por delante de las instituciones europeas en el reconocimiento del Estado palestino, en la petición para que Bruselas suspendiera el acuerdo comercial con Israel y en llamar genocidio a lo que algunos de sus socios europeos llaman una estrategia equivocada, ataques desproporcionados o, como mucho, una masacre.  Esta semana que acaba el PP lo ha vuelto a hacer: insultar a quienes salieron el pasado domingo a protestar contra el gobierno de Netanyahu. “Son gentuza”, dijo el portavoz de guardia de Isabel Díaz Ayuso, Alfonso Serrano. Su jefa fue incluso más lejos al deslizar en la misma frase violencia, guerracivilismo, terrorismo y antisemitismo y al comparar las calles de Madrid con las del Sarajevo asediado de los 90. Aznar, el referente intelectual de ambos, ha hecho de oráculo planetario y ha vaticinado la derrota total de Occidente: “Si Israel pierde lo que está haciendo”. Y ¿Feijóo? Feijóo hace equilibrios para no llamar genocidio a la ofensiva militar porque si endurece su posición, como hizo el miércoles durante la sesión del control en el Congreso, al día siguiente rebobina para no salirse del carril marcado por sus halcones. Por su parte, la izquierda ha encontrado por primera vez en muchos años un elemento aglutinador en la defensa de los Derechos Humanos y la condena sin paliativos al gobierno de Netanyahu que va más allá, incluso, del electorado progresista porque el 80% de los españoles califica como genocidio el asedio a los gazatíes. De ahí que en el Gobierno de Pedro Sánchez vean tras las protestas a una izquierda revitalizada como la del “No a la guerra” que el PP subestimó hace ya más de 20 años.  En 2003, hubo protestas en todo el mundo contra la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos y en España más de dos millones de personas salieron a la calle para denunciar una guerra ilegal que contó con el beneplácito de Aznar, pese a que el 90% de la población valoraba negativamente el apoyo de España a la administración norteamericana. Un año después, el PP perdería las elecciones, y su entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, se lamentó con una frase que dirigió a Aznar que quedó para la historia: “Tú y tu maldita guerra”. Aznar, que sigue siendo el faro que guía desde la factoría ideológica de FAES la estrategia de Feijóo, ha conseguido que la izquierda establezca un paralelismo entre las protestas pro-Gaza y la marea humana que llenó las principales capitales del mundo contra la decisión que George W. Bush, Tony Blair y él mismo tomaron, en la vergonzante Cumbre de las Azores, para dar un ultimátum a Sadam Husein, bajo el argumento de que Iraq escondía armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. No en vano, años después el Informe Chilcot -la investigación oficial e independiente que se llevó a cabo en Reino Unido entre 2003 y 2009 para analizar la intervención militar británica en la guerra- arrojaría conclusiones demoledoras contra el trío de las Azores al probar la falta de pruebas sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, el argumento con el que se justificó la invasión. Más de dos décadas después, Aznar sigue sin pedir perdón por aquella decisión política. “No me voy a disculpar”, llegó a decir en una entrevista en la que se mostró “completamente orgulloso” de haber hecho a España partícipe de aquella guerra, como parece estarlo de su defensa del gobierno de Netanyahu y de haber arrastrado a Feijóo a un callejón sin salida en un asunto cuya sensibilidad social no ha hecho más que empezar. Mientras en algunos territorios del PP han saltado las primeras alarmas por el asunto, en La Moncloa se felicitan de marcar el paso a Feijóo respecto a Gaza con su apoyo a Israel y auguran que su seguidismo de Aznar “puede llevarle al mismo abismo por el que cayó Rajoy en 2004”, aseguran fuentes gubernamentales. En la misma línea se ha mostrado también la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, para quien “lo peor es que, de nuevo, [Aznar] marca la posición de un PP cada vez más diluido en su competición con la extrema derecha y cada vez menos reconocible como partido de Estado”. “Gaza ha despertado a la gente de izquierdas que antes del verano estaba deprimida y ha revitalizado a un electorado que solo escuchaba hablar de Koldo-Ábalos-Cerdán, Cerdán-Koldo-Ábalos”, explica otro ministro socialista, para quien “Iraq no fue nada hasta que lo fue y pasó lo que pasó”. El mismo interlocutor cree que el genocidio ha prendido una mecha imparable en España y en el mundo y que para, el equipo de Sánchez, pone de manifiesto “lo mucho que une a las izquierdas y la importancia de defender los derechos”. En este contexto y portando la misma antorcha, Sánchez viaja esta semana a Nueva York a la Asamblea General de Naciones Unidas, si bien en esta ocasión la voz de España estará representada por Felipe VI en la que será cuarta intervención presencial desde que ostenta la jefatura del Estado. Ya lo hizo en 2014, 2015 y 2016, pero esta es la primera vez que lo hará con Sánchez como inquilino de La Moncloa. Aun así el presidente tendrá una intensa agenda de bilaterales con diferentes homólogos y Gaza será, sin duda, el asunto que ocupe los encuentros, como lo fue su cita con el canciller alemán en Madrid. El lunes pronunciará una conferencia, con posterior charla con los alumnos, en la Universidad de Columbia, epicentro del movimiento pro-Gaza que comenzó el año pasado en las universidades americanas para pedir que las instituciones rompieran relaciones con todas las empresas y donantes que mantienen algún lazo con Israel. Y durante la semana está previsto también que conceda sendas entrevistas a la cadena de televisión CNN y la agencia Bloomberg, además de tener un encuentro con el Consejo Editorial del New York Times, en plena ofensiva de Trump contra los medios de comunicación, y tras el anuncio de Trump de presentar una demanda al rotativo más importante de los EE.UU. por valor de más de 15.000 millones de dólares, que ya ha rechazado un juez federal. También se reunirá con el secretario general de la ONU, António Guterres y participará en la Conferencia Internacional de Alto Nivel sobre la cuestión de Palestina y la solución de los dos Estados. El papel jugado por España y por Sánchez ante la situación en Gaza y la respuesta que ha de darse a Israel le otorgan, según fuentes de La Moncloa, una relevancia especial en este evento, en el que se espera que otros países, como Francia y el Reino Unido, anuncien el reconocimiento de Palestina como Estado. De hecho, el presidente del Gobierno copresidirá, junto al rey Abdalá de Jordania, uno de los grupos de trabajo de esta conferencia, que se iba a haber celebrado en julio pasado, pero que se pospuso finalmente hasta la próxima semana. Sánchez recogerá también el premio Global Goalkeeper que la Fundación Gates otorga cada año a un líder que haya demostrado un compromiso excepcional con el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tanto en su país como a nivel internacional. Y desde Nueva York el jueves viajará a Londres para participar en una cumbre de líderes progresistas de todo el mundo.

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