cupure logo
losenfermedadlasuna

David López Canales: "El consumo diario de cocaína para poder producir está normalizado y no se habla de ello"

David López Canales: "El consumo diario de cocaína para poder producir está normalizado y no se habla de ello"
El periodista y escritor reflexiona en su ensayo '¿Una rayita?' sobre por qué España es uno de los países donde más cocaína se consume en el mundo y sin embargo el tema no existe en la conversación públicaEspaña, entre los países que más consumen cocaína de Europa En 2023, el Observatorio Europeo de las Drogas señaló en un informe que Tarragona era la segunda ciudad de Europa con un mayor consumo de cocaína (por detrás de Amberes, Bélgica). Al año siguiente repetiría. Pero lo más sorprendente de una situación ya de por sí llamativa (Tarragona, entre todas las ciudades del mundo), reflexiona el periodista David López Canales, es que a nadie pareció importarle. “Sale un informe que dice por dos años que tu ciudad, que no tiene ningún motivo para estar en ese ranking, es la segunda con más consumo de cocaína, y nadie llama al Ayuntamiento. Nadie intenta averiguar el porqué. Para mí esto es parte de la normalización en el consumo”, apunta. En un país que está entre los que más cocaína consumen del mundo, con un 3% de la población como usuaria. López Canales, escritor y periodista, colaborador de este diario, parte de esta situación para indagar en su ensayo ¿Una rayita? (Nuevos Cuadernos Anagrama) sobre “por qué en España se consume tanta cocaína y no se habla de ello”, según propone la misma portada del libro, un texto ameno y breve que recorre la historia reciente de esta droga, su relación con la sociedad y las élites y que analiza la actual normalización del consumo habitual de una sustancia demonizada hasta hace pocos años. Una droga que 100.000 personas en España consumen con patrones que los expertos consideran problemáticos, más de 30 días al año. Antes de entrar en faena, López Canales advierte y se explica. Ni él es un dogmático antidrogas ni cuando habla de la cocaína habla solo de la cocaína. En la literalidad el texto sí se refiere básicamente al perico –nunca llamamos a la droga por su nombre común, observará, como si no nombrarla fuera el primer paso en la normalización–, pero solo es “por ser la sustancia ilegal más consumida después del cannabis, por su historia e imagen como reina de las drogas y especialmente por el altísimo consumo en España. Pero su realidad es aplicable a otras sustancias”. Sentadas las posturas previas, el autor trata de contestar a la pregunta que articula el ensayo. “Por un lado, el consumo se ha hecho evidentemente mucho más asequible por una cuestión de precio: cuesta lo mismo el gramo de coca hoy que hace 30 años, y el nivel de vida ha subido. Eso hace que mucha más gente pueda acceder a ella que aquellas élites que lo hacían en los años 90. Por otro lado, creo que responde al modelo de sociedad que vivimos. De una sociedad dopada y desquiciada, en la que ya no es solo cosa de la cocaína u otras drogas ilegales, sino todo tipo de drogas legales, empezando por los ansiolíticos y los hipnosedantes. También creo que responde al modelo social de hiperconsumo de todo tipo de cosas que nos generan placer o placer inmediato. Desde las redes sociales y los likes, el ocio, la gastronomía, los maratones de series. Solo que la coca es más a lo bestia, permite dar más placer (o más desfase) de inmediato”. No siempre fue así. El periodista, nacido en 1980, recuerda que su generación se crio entre campañas de “no a la droga”, que eran las drogas duras, heroína y cocaína. Que ambas entraran más o menos a la vez en el país pudo ser la clave para que la cocaína adquiriera la imagen que tiene hoy, sostiene López Canales. La coca al principio era equiparable a la heroína –en aquellos anuncios lo veíamos–, pero de repente no causaba esos estragos y se desmarcó. Y llega un momento en el que, por contraste y por consumo y por ver que no te mata como a lo mejor podía hacer la heroína, se quedó la imagen de una droga inocua “La coca al principio era equiparable a la heroína –en aquellos anuncios lo veíamos–, pero de repente no causaba esos estragos y se desmarcó. Y llega un momento en el que, por contraste y por consumo y por ver que no te mata como a lo mejor podía hacer la heroína, se distanció totalmente y se quedó la imagen incluso de una droga inocua”. Súmese esto a que enseguida se empezó a asociar con la jet set, con los personajes que ilustran las portadas de la prensa del corazón, con “millonarios más o menos desquiciados, extranjeros turbios, verano y fiestas en mansiones donde los camareros la ofrecían como caviar. También en los del backstage de las movidas, o en los de las bambalinas del cine”, escribe el autor. De ahí a la trivialización solo había un pequeño salto, “y en 30 años las drogas duras pasaron de ser el demonio y uno de los mayores temores de la sociedad a no preocupar nada, a no hablarse de ello, incluso a hacer bromitas. Del 'no' rotundo a que, pese al consumo desorbitado, no haya ni campañas”, se extraña. Normalización y silencio. El autor, durante la entrevista. López Canales cree que el problema parte de que no existe una conversación política sobre el fenómeno, que nadie se atreve a abordarlo. “Cuando miras las iniciativas del Congreso son anecdóticas. Las veces que se debate la cuestión siempre está relacionada con accidentes, con adicciones, con crimen... Nunca con esa visión más realista de un consumo que tiene muchas caras muy diferentes y, sobre todo, que está tan extendido en la sociedad”. En parte, cree que se debe a que hace décadas se instaló socialmente el enfoque prohibicionista y no se ha salido de ahí, pese a que los años han demostrado que no funciona, básicamente porque no parece haber incentivos para hacerlo. “Políticamente es muy complicado porque te quita votos. Los consumidores, o los no consumidores que podrían estar a favor de esa postura, van a ser mucho más minoritarios que los que no consumen y que han crecido o han vivido siempre con la idea del 'no a las drogas'. Y tenemos integrado el prohibicionismo desde hace tantos años que es difícil cambiar esa mentalidad. A ver qué político se atreve a decir que hay que tener otro enfoque. Aunque ha habido algunos casos. Yo menciono en el libro la alcaldesa de Ámsterdam o Suiza o el caso de The Economist de Estados Unidos”, una publicación elitista que en 2022 pidió a Joe Biden, presidente de EUU, que legalizara la cocaína porque los efectos de la prohibición superaban a los de su teórica legalización. 10.000 ingresos al año por adicción Porque la cocaína puede no ser la droga ilegal más consumida –es el cannabis–, pero sí la que más ingresos en centros de desintoxicación provoca, con uno de cada cuatro casos –el doble que el cannabis–. Cada año, unos 10.000 pacientes entran a uno de estos centros por su adicción a la cocaína, recuerda el periodista. Y solo son la punta del iceberg, añade. “Por debajo de eso hay cientos de miles de personas que la consumen para el ocio o hasta para trabajar. Y tampoco se habla de ello, es como si no se quisiera ver”. Un consumo extendido, pero invisibilizado, que “explica la implantación silenciosa, pero también que se perpetúe el tabú y la falta de un debate público necesario”, escribe López Canales, “sin el que no puede haber un cambio de paradigma. Primero tiene que haber mucha conversación sobre el tema”, añade. Una conversación amplia sería, porque la cocaína, relaciona el periodista, habla de nuestro sistema de producción, del modo de vida de las sociedades occidentales. “La cocaína se consume básicamente en países occidentales: en Europa occidental, en Estados Unidos, en Australia. En el resto no se consumen tantas drogas ni tantos ansiolíticos ni hay tantos jóvenes con trastornos de ansiedad o depresión como en España o Europa”, sostiene. La cocaína está muy normalizada en el consumo diario para producir. No solo permite aguantar ese ritmo, sino que es la sustancia que mejor lo representa. Es la sustancia de los 'yuppies' de de Wall Street. El modelo nos ha convertido a todos en yuppies de Wall Street, pero sin pasta ¿Nos hemos resignado a que esto sea ya parte de la sociedad? “La cocaína está muy normalizada en el consumo diario para poder producir”, responde López Canales, “no solo permite aguantar ese ritmo, sino que es la sustancia que mejor lo representa. Es la sustancia de los yuppies de Wall Street. El modelo nos ha convertido a todos en yuppies de Wall Street, pero sin pasta. Y estos consumos son la consecuencia de este modelo social tan narcisista e individualista en la que parece que todo depende exclusivamente de nosotros. Que te vaya bien en el trabajo depende exclusivamente de ti, de lo que seas capaz de producir. Que te vaya bien en la vida y que estés en calma depende exclusivamente de ti, y si no lo consigues es porque no quieres”. Y así, se consume masivamente “por su experiencia y placer, o por el alivio de escapar de esa rueda y de uno mismo”, escribe. López echa en falta que la normalización en el consumo se traslade al debate público. El que tuvo Portugal, por ejemplo, un país con características similares a España, pero con tasas de consumo diez veces menores. ¿Qué nos diferencia de ellos? Pese a admitir que no es un experto, el escritor tiene algunas ideas. “Despenalizaron el consumo de drogas hace ya 20 o 25 años e hicieron campañas de reducción de riesgos y de prevención. Han trabajado mucho, porque hace dos décadas también tuvieron problemas con la heroína, como en España, y un mayor consumo de cocaína. Pero después de despenalizarlo (que en España también se ha hecho) estuvieron haciendo estas campañas informativas y de prevención realistas, enfocando el consumo como lo que es, sabiendo que hay una parte de adicción, por supuesto, pero hay otra parte de consumo por placer. Enfocar el fenómeno con esa visión mucho más realista les ha funcionado y el consumo es mucho más bajo que en toda Europa”, desarrolla, poniendo el foco en que cuestiones que se achacan al elevado consumo en España –ser puerta de entrada o el estilo de vida– puede que faciliten el consumo, pero no lo acaban de explicar las altas tasas de España. La doble moral Un debate público que quizá, aventura el escritor, podría poner sobre la mesa elementos a los que los consumidores de drogas no suelen prestar mucha atención. Por ejemplo, la “doble moral con el tema de las drogas”, dispara. “Por un lado, nos decimos que vamos a cuidarnos, a no tomar gluten, lactosa, a contar la calidad nutricional de lo que comemos. Pero luego llega la noche y lo que haya te lo metes, aunque se fabrique usando queroseno, ácido sulfúrico o amoniaco”. No es la única doble moral con esta droga, sostiene López Canales. “Consumo sostenible, consumo ecocomprometido, economía circular, productos de temporada y de proximidad, consumo que apoya las comunidades locales, consumo consciente”, escribe. “Y después, sniiiiiiiiif... Con la cocaína no existe sostenibilidad ni conciencia de consumo. No importa la producción y el impacto que esta tiene, sino conseguirla”, explica. Todo por una inocua rayita. El escritor cierra el libro con una reflexión que quizá podría catalogarse de optimista. Es lo que llama “la paradoja de la cocaína”: “Se consumen más drogas porque vivimos en un mundo de hiperconsumo y se consume excesivamente de todo, pero quizá también se consuman más drogas para sobrevivir a ese mundo. La cocaína sería así parte del hiperconsumo y de sus consecuencias (...). En esa falla del sistema, en esta paradoja de la coca, tal vez estén la salvación o el cambio. O quizá, de momento, menos ambicioso, el inicio de la conversación pendiente”, cierra.
eldiario
hace alrededor de 12 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Noticias de salud