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Aumentan las advertencias sobre los riesgos para la privacidad de las mujeres que usan aplicaciones de seguimiento menstrual

La popularidad de las aplicaciones móviles diseñadas para el seguimiento del ciclo menstrual , promovidas como herramientas de empoderamiento personal y autoconocimiento, ha suscitado en los últimos años preocupaciones cada vez más serias entre expertas en privacidad, defensoras de los derechos digitales y organizaciones feministas, en especial desde que en Estados Unidos se intensificó el debate sobre la criminalización del aborto y el papel que podrían desempeñar los datos personales en procedimientos judiciales. Aunque inicialmente celebradas como avances tecnológicos que permiten a millones de mujeres gestionar con mayor precisión aspectos de su salud reproductiva, desde la predicción de la ovulación hasta el seguimiento de síntomas premenstruales o trastornos hormonales, estas aplicaciones han sido objeto de un escrutinio creciente tras revelaciones sobre prácticas de tratamiento de datos poco transparentes, así como sobre los posibles usos punitivos de la información que almacenan. En esta línea, un nuevo informe elaborado por el Minderoo Centre for Technology and Democracy de la Universidad de Cambridge, que entre otras funciones investiga el impacto de la tecnología en la democracia, alerta de que las mujeres que utilizan este tipo de plataformas se enfrentan a «riesgos reales y alarmantes para su privacidad y su seguridad» , derivados del modelo económico sobre el que se sostienen muchas de estas herramientas. El estudio subraya que la información personal introducida en estas aplicaciones, desde la duración del ciclo menstrual hasta datos sobre relaciones sexuales, consumo de medicamentos, uso de anticonceptivos, dieta, ejercicio o niveles hormonales, puede ser recopilada de forma sistemática y vendida a gran escala, a menudo sin un consentimiento claro y con escasa supervisión regulatoria. «Los datos sobre quién está embarazada, o quién desea estarlo, se han convertido en algunos de los más codiciados dentro del ecosistema de la publicidad digital», señala el informe, que advierte de que este tipo de información se utiliza de forma rutinaria para elaborar perfiles de consumo extremadamente detallados. Según los investigadores, muchas mujeres descargan estas aplicaciones cuando están intentando concebir, lo que suele coincidir con un cambio abrupto en sus hábitos de compra, por ejemplo, dejan de comprar anticonceptivos , empiezan a buscar vitaminas prenatales o se interesan en contenido sobre maternidad, clínicas de fertilidad o ropa para embarazadas, un patrón que los anunciantes pueden explotar con fines comerciales. La doctora Stefanie Felsberger, autora principal del estudio , denuncia que «los rastreadores de ciclo menstrual se presentan como instrumentos para empoderar a las mujeres y reducir la brecha de género en salud», pero en realidad «el modelo económico que sustenta su funcionamiento se basa en el uso comercial de datos, vendiendo la información de las usuarias y sus patrones conductuales a terceros con fines lucrativos». El informe precisa que los datos recogidos por estas aplicaciones son «finos, granulares y extremadamente valiosos», y que su circulación en redes de intermediarios, muchas veces invisibles para la usuaria final, no solo alimenta la economía de la publicidad dirigida, sino que también plantea «riesgos severos de seguridad» . En manos equivocadas, alertan los investigadores, esta información podría utilizarse para discriminar a una mujer en la contratación de seguros médicos, limitar sus oportunidades laborales, o incluso ser empleada como una herramienta de control en contextos de violencia doméstica. Gina Neff, directora ejecutiva del Minderoo Centre, lo resume de forma clara: «Existen riesgos reales y alarmantes para la privacidad y la seguridad de las mujeres como consecuencia de la mercantilización de los datos recogidos por estas aplicaciones», y añade que «las mujeres merecen algo mejor que ver su información menstrual tratada como datos de consumo». El estudio pone también el foco en la rápida expansión del fenómeno: las tres aplicaciones de seguimiento más populares acumulan juntas más de 250 millones de descargas en todo el mundo, lo que convierte a este mercado en una fuente inmensa de datos íntimos. Frente a esta situación, el informe llama a una mejor gobernanza del llamado sector «Femtech», e insta a implementar medidas más estrictas de protección de datos, así como mecanismos de consentimiento que sean realmente significativos. También se plantea la necesidad de que las autoridades sanitarias del país desarrollen alternativas públicas a las aplicaciones comerciales, que prioricen el interés de las usuarias por encima del beneficio económico. La preocupación por el uso punitivo de los datos no es infundada. En Estados Unidos, por ejemplo, desde la anulación del fallo que garantizaba el derecho federal al aborto, muchas mujeres comenzaron a eliminar estas aplicaciones de sus móviles, temiendo que sus registros pudieran ser utilizados en investigaciones penales en los estados donde la interrupción voluntaria del embarazo ha sido prohibida. Como explicó entonces la abogada penalista y exfiscal Sara Spector en declaraciones a Sky News, «si están intentando procesar a una mujer por haberse practicado un aborto ilegal , pueden emitir una citación judicial para cualquier aplicación en su dispositivo, incluyendo los rastreadores menstruales». Esta dimensión judicial, aunque vinculada al caso estadounidense, ha servido para alertar a activistas y legisladores en otros países, como el Reino Unido, sobre la falta de garantías con que operan muchas de estas herramientas. A pesar de que la legislación europea sobre protección de datos personales es más estricta, no todas las aplicaciones se adhieren plenamente a esos estándares , especialmente aquellas desarrolladas fuera del Espacio Económico Europeo. La investigación del Minderoo Centre concluye que, sin una regulación clara y sin alternativas que prioricen la salud y la autonomía de las usuarias, la expansión de estas aplicaciones representa un riesgo estructural para la privacidad digital de millones de mujeres. Su advertencia es directa: la aparente neutralidad tecnológica con la que se presentan estas plataformas privadas no debe ocultar que su lógica de funcionamiento se basa en la extracción de datos íntimos para su explotación comercial. En palabras del informe, «el seguimiento del ciclo menstrual, tal y como se plantea hoy, no es una herramienta de empoderamiento, sino una vía para la acumulación y comercialización masiva de datos sensibles».
abc.es
hace alrededor de 10 horas
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