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El "salvaje oeste" de Kick, la plataforma que ha emitido una muerte en directo

Kick se ha especializado en contenidos prohibidos en Twitch o YouTube, atrayendo streamers que convierten su deterioro personal en espectáculo. La muerte del francés Jean Pormanove y el caso de Simón Pérez muestran hasta dónde puede llegar la explotación de personas vulnerablesEl Black Mirror de Simón Pérez, la espiral de autodestrucción en directo del asesor de las 'hipotecas a tipo fijo' Son pocos en España los que no habían oído hablar de Simón Pérez y Silvia Charro, los consultores que se hicieron virales hace siete años por un vídeo en el que recomendaban las hipotecas a tipo fijo bajo la influencia de la cocaína. La mayoría le había perdido la pista a la pareja hasta este verano, cuando Pérez volvió a hacerse viral. Con un marcado deterioro personal, el ex asesor financiero había convertido su espiral de autodestrucción en un espectáculo para miles de espectadores que pagaban por verle beber su propia orina o consumir drogas en directo. La situación, que recordaba a un capítulo de la serie Black Mirror, y su visible situación de vulnerabilidad abrieron un debate social que acabó con el cierre de sus cuentas en redes sociales, incluida la de Kick, la plataforma de retransmisión en directo desde la que emitía a diario y donde había reunido unos 25.000 seguidores. El temor general era que todo terminara en tragedia ante las cámaras. “Si un día me estoy muriendo, conectad la cámara”, ha dejado dicho Pérez. Esa desgracia anunciada ha golpeado Francia esta semana. Raphaël Graven, un streamer conocido en las redes como Jean Pormanove, ha muerto mientras retransmitía en directo en Kick. Llevaba 12 días con la cámara encendida, durante los cuales había sido objeto de vejaciones de otros dos hombres, incluidos golpes e insultos. Fueron los propios espectadores quienes alertaron en el chat de que Pormanove parecía haber dejado de respirar mientras dormía. Uno de los hombres le arrojó una botella de agua y, ante su falta de reacción, la emisión se interrumpió. El streamer francés Raphaël Graven, alias Jean Pormanove, en una imagen publicada en su cuenta de Instagram El fallecido, de 46 años, se había especializado en mostrarse recibiendo este tipo de trato degradante en Kick, donde su canal era de los más vistos. Su muerte ha conmocionado Francia. La ministra de Asuntos Digitales e Inteligencia Artificial, Clara Chappaz, lo ha calificado lo sucedido de “horror absoluto”. “Jean Pormanove ha sido humillado y maltratado durante meses en la plataforma Kick”, ha denunciado. Al igual que con Pérez, había habido señales de alarma antes del fatal desenlace. En diciembre de 2024, el diario digital Mediapart ya había citado su caso como parte del “negocio del abuso online” que prospera en Kick, documentando cómo se explotaba sistemáticamente a personas vulnerables para generar ingresos a través de donaciones de los espectadores. El medio francés definió la plataforma como “el salvaje oeste del vídeo donde impera el todo vale”. Suspensiones temporales Tras la investigación de Mediapart, Kick cerró el canal de Pormanove, pero una vez pasado el escándalo volvió a permitirle emitir como si nada hubiera ocurrido. Lo mismo había sucedido en España con Simón Pérez, que esta semana había regresado a la plataforma tras levantarle el veto a su cuenta. Este viernes, sin embargo, la compañía ha vuelto a clausurarla. Kick se ha especializado en acoger contenidos extremos vetados por otras plataformas. La compañía nació en 2022 de la mano del multimillonario Ed Craven, como respuesta a la prohibición de Twitch —propiedad de Amazon y líder mundial del sector— de retransmitir apuestas en directo. Craven (29 años) es considerado el joven más rico de Australia, con una fortuna estimada superior a los 3.000 millones de euros gracias a Stake.com, el portal de apuestas con el que levantó su imperio y que no tiene licencia para operar en España. Con Kick, buscó seducir a los creadores con un reparto de ingresos sin precedentes (95/5 frente al 70/30 habitual de Twitch). En sus inicios trató de consolidarla a golpe de talonario, con contratos millonarios destinados a fichar a los streamers más famosos con sueldos como los de las máximas estrellas del deporte. Sin embargo, no logró la confianza de los principales pilares del mundo del streaming. ''Kick me da miedo. Todo lo que prometen tiene olor a fake. ¿Dinero gratis? No sé yo, es raro. Cuando me regalan dinero, cuidado'', declaró el español Ibai Llanos. Ed Craven, durante una retransmisión en directo Ante la imposibilidad de comprar su hueco con dinero, Kick se enfocó en rebajar las normas de moderación y venderse como una plataforma “más libre” que las demás. Esto la ha ido convirtiendo en el lugar de reunión para streamers que emiten violencia extrema y vejaciones, como Pérez o Pormanove, pero también para los expulsados por discurso de odio, contenido erótico o apuestas, así como para los que se han visto obligados a abandonar plataformas más grandes. Oficialmente, sus directrices comunitarias prohíben comportamientos como el discurso de odio, el acoso y la violencia, pero Kick avisa que su política es permitir “que los creadores se expresen libremente para que puedan transmitir contenido entretenido y atractivo” y dejar que sean los usuarios los que elijan si lo ven o no. “Alentamos a los espectadores a alejarse de cualquier contenido o interacción que no se alinee con sus valores personales”. “Creo que la gente se está dando cuenta de que cuanto más controvertidos son, cuanto más impactante es su contenido, más espectadores consiguen, y a veces puede ser una combinación peligrosa en ese sentido”, reconoció Ed Craven en una entrevista con el New York Times en 2023. Sin embargo, ese riesgo no hizo variar el rumbo de la plataforma. “Siempre queremos permitir que la gente haga todo lo que pueda. Producir la mayor cantidad de contenido posible. No queremos suprimir el contenido. No queremos introducir la moderación a costa del entretenimiento y de la libertad de la gente para crear contenido”, reafirmaba en 2024. Siempre queremos permitir que la gente haga todo lo que pueda. Producir la mayor cantidad de contenido posible. No queremos suprimir el contenido Ed Craven — Fundador de Kick Como consecuencia de esta política Kick ha sido escenario de varios escándalos. Varios streamers han sido detenidos por sus vejaciones en directo, algunas de ellas con el propio Craven publicando emojis de risa en los chats mientras los actos se retransmitían. Las comunidades que los apoyan también son conocidas por su alto grado de toxicidad. “Los espectadores suelen sentir curiosidad por saber hasta qué extremos son capaces de llegar quienes retransmiten ese contenido basura”, explican las investigadoras Barbara Cyrek y Malwina Popiołek en un artículo publicado en 2022 citado por Euronews. “Cuanto mayor sea la disponibilidad de herramientas que permitan influir en la forma de la emisión, mayores serán potencialmente las posibilidades de fomentar contenidos más extremos”. Con todo, lo sucedido en Francia ha elevado el debate sobre la legalidad de Kick y sobre la respuesta que las sociedades deben dar a un fenómeno como este. “Urge salir de este salvaje oeste digital, pero la realidad es que no puedo decidir, como ministra, cerrar una plataforma”, ha recordado este viernes Clara Chappaz en una entrevista en el canal Franceinfo. Es el callejón sin salida de la legislación más básica de Internet. Por un lado, un contenido puede ser aborrecible, pero no por ello tiene que ser ilegal. Por otro, los servicios digitales, ya sean redes sociales o plataformas de vídeo en directo, “no son responsables de lo que publican sus usuarios”, explica Borja Adsuara, abogado especialista en derecho digital. “Si por una denuncia tienen conocimiento de que un contenido es ilegal, su deber es borrarlo con diligencia, pero no hacerse responsables de él”, incide. La Sección 230 Esta norma deriva de la conocida Sección 230 de la primera ley de EEUU que reguló Internet, aprobada en 1996. Brinda a los proveedores de servicios informáticos la protección del “buen samaritano”, que les exime de responsabilidad civil sobre el material que publiquen terceros, siempre que demuestren buena fe a la hora de moderarlo. La Sección 230 ha inspirado la regulación digital del resto de países y es uno de los pilares que ha permitido a Internet convertirse en la herramienta que es hoy. Tres décadas después de su aprobación muchas cosas han cambiado. Ahora los usuarios consumen redes sociales para informarse igual que antes consumían periódicos, y las plataformas de retransmisión en directo han ganado cada vez más espacio a los canales de televisión tradicionales. Pero eso no las iguala a nivel legal a los medios de comunicación, que sí son considerados editores (y responsables) de todo lo que publican. “Están en un punto intermedio entre medio de comunicación y una operadora de telecomunicaciones, pero más parecido a la regulación de las segundas”, detalla Adsuara. “Se basa en ese principio que las concebía como plataformas neutrales más parecidas a las redes de telecomunicaciones, en las que si tú si estás hablando con alguien por teléfono y le insultas, no se hace responsable a la compañía. Y tampoco aparece un aviso diciendo que eso que dices es muy feo y se va a eliminar”. El crecimiento de las plataformas y el poder que acumulan en el mundo digital ha derivado en que cada vez más voces pidan una reformulación de su status legal. La UE ha optado por crear una excepción regulatoria que impone normas específicas a las más grandes y da a Bruselas una capacidad de supervisión especial sobre ellas. Kick, sin embargo, está muy lejos de entrar en ese grupo. A pesar de que ha acelerado su crecimiento en 2025, sigue siendo un servicio minoritario, a mucha distancia de YouTube, Tiktok o Twitch. “Además, esta plataforma es australiana, por lo que surge un problema de territorialidad y aplicación de las directivas europeas”, continúa Adsuara. Según algunos medios, Kick ni siquiera ha nombrado un representante en la UE ante el que Bruselas o los estados puedan dirigirse en caso de problemas. elDiario.es ha intentado contrastar esta información con la empresa, que no ha respondido a la solicitud. Con todo, esto no significa que la violencia y vejaciones mostradas en los canales de ambos no sea susceptible de investigación. “En España no es delito suicidarse, pero sí la inducción a una persona al suicidio. Ocurre lo mismo con las autolesiones”, avisa el jurista, que apunta también a los espectadores que pagan para ver a los streamers realizar actos que pueden poner en peligro su vida. Los resultados de la autopsia de Pormanove, conocidos este jueves, apuntan a que no falleció por los golpes que le propinaron sus compañeros de retransmisión. “Las causas probables de la muerte parecen ser médicas y/o toxicológicas”, ha afirmado este viernes el fiscal a cargo del caso, aunque ha adelantado que se han encargado más pruebas. Kick tampoco ha respondido a las preguntas de elDiario.es acerca del caso de Pormanove ni el de Simón Pérez, que volvió a las emisiones antes de ser cancelado de nuevo tras la muerte del francés. Un silencio que choca con las crecientes demandas de control y que convive con los mensajes de los chats en directo de ambos, donde todavía hay usuarios dispuestos a pagar por ver la degradación humana convertida en espectáculo.
eldiario
hace alrededor de 13 horas
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