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El futuro del motor en España, entre la transición eléctrica y la crisis industrial

La industria automotriz está en un momento delicado. Después de la pandemia, la crisis de semiconductores, las tensiones comerciales a tres bandas entre Pekín, Washington y Bruselas, la salida de directivos del primer nivel como Luca de Meo (Renault) o Carlos Tavares (Stellantis), llega el control de tierras raras por parte de China, que amenaza con limitar la producción del coche eléctrico, pieza fundamental en los objetivos de descarbonización europeos. España, siendo el segundo mayor productor del mercado comunitario está, lógicamente, en el centro de estas tensiones. Según Ignacio Rodríguez-Solano, el director de Relaciones Institucionales de la filial nacional del Grupo Renault –que fabrica unos 300.000 vehículos al año en nuestro país–, «de momento somos competitivos, pero si queremos recibir una familia de vehículos eléctricos, hace falta un ecosistema industrial que contemple todas las esferas». Con ello, se refiere a empresas auxiliares, incentivos a la compra, una reforma fiscal, y, en definitiva, una mayor implicación por parte del Gobierno a largo plazo para transformar el país en un centro de producción de coches cero emisiones. La asociación nacional de fabricantes, Anfac, está elaborando un proyecto que ponga en valor la industria automotriz nacional en su conjunto, para usarlo como argumento en la toma de decisiones y como guía a la hora de desarrollar políticas en torno a ella. «Nos estamos jugando el modelo socioeconómico de Europa», afirmó Rodríguez-Solano, «y, por lo tanto hay que revisar a fondo, desde el suministro de energía hasta la fiscalidad de los coches». Renault, que ostenta la presidencia de Anfac, participa activamente en este proyecto (Plan Auto) junto con el resto de agentes de la cadena de valor. Durante el último Salón de París, el aún consejero delegado del fabricante francés, Luca de Meo, señaló la insatisfacción de los sindicatos galos con la adjudicación de los coches eléctricos a las plantas de Douai, en el norte del país. La poca demanda de este tipo de propulsión había hecho que el ritmo fabril se redujese y que aumentase la amenaza de posibles pérdidas de empleo. Sin embargo, la realidad es que, en Europa, el único vector de crecimiento para el automóvil son los cero emisiones. Mientras las ventas de térmicos se estancan, «cualquier marca que quiera participar en el mercado se tiene que volcar en esta tecnología. Aquí, el valor proviene de la batería y el software y es esencial atraer la inversión a España de estos dos sectores, fomentando los Perte, por ejemplo». Muchas fabricantes ven el eléctrico como la tecnología del futuro, tanto a nivel medioambiental como de fiabilidad, pero el problema es acoplar los tiempos de desarrollo con los de la posibilidad de la compra por parte de la población –medida tanto en ganas como en poder adquisitivo–. El objetivo de todos ellos es lograr la paridad de precios entre los térmicos y los cero emisiones, especialmente en los segmentos más asequibles. En un sector donde la estabilidad es deseada, los factores macro amenazan con desequilibrarla. Entre todos, la guerra arancelaria es la que más impacto promete, generando descensos en la producción mundial de coches y componentes de un 1,7% este año y de un 2,1% en 2026. Estos datos se desprenden de un informe publicado por la aseguradora Crédito y Caución, que señala que Alemania e Italia serán las mayores damnificadas, pues sus vehículos son populares en EE. UU. En total, se estima que la las fábricas europeas produzcan un 3,7% menos en 2025. España tiene la suerte de que no exporta vehículos a ese lado del Atlántico –el 94,5% va a parar al mercado comunitario–, pero se prevé que su potente industria auxiliar, que suministra a Alemania, sí que se resienta. Según el informe, otra de las amenazas para el mercado europeo es China, donde los fabricantes ofrecen modelos más baratos y tienden a ser más rápidos a la hora de adaptarse a las condiciones del mercado. Para protegerse, la Unión Europea ha impuesto aranceles a las importaciones chinas de vehículos eléctricos. Esta medida podría ayudar a frenar el impulso de las importaciones chinas pero también podría acelerar los planes de los fabricantes chinos de trasladar la producción a Europa. Con esta situación el director general de Anfac, José López-Tafall, señaló que «no podemos perder el foco para establecer medidas que potencien nuestra competitividad». Curiosamente, la automoción sea posiblemente uno de los únicos puntos de consenso en todo el espectro político. Según un estudio elaborado por Cluster 17 para Renault, 3 de 4 españoles está a favor de que el Estado apoye al sector del automóvil para garantizar su competitividad y el 73% de los españoles se muestran favorables en apoyar un Pacto de Estado por la Industria de la Automoción. La encuesta pone de manifiesto la preocupación generalizada por parte de la población, en la que dos tercios consideran que la situación actual del sector en nuestro país es «mala o muy mala». Los votantes de casi todos los partidos concuerdan, y aquellos que están preocupados por el impacto de una crisis en el sector de automoción en el empleo son mayoría. Lideran la clasificación los del PNV (82%), y les siguen PP (81%), Junts (79%), Vox (76%), PSOE (74%), Bildu (73%), Sumar (63%) y ERC (50%). Estos votantes también ven positivo que el Gobierno incentive la compra de vehículos eléctricos, con los votos a favor superando los en contra, especialmente entre jóvenes de 25 a 34 años (61%). Por partidos, PNV lidera esta posición, con un 72% y le siguen PSOE (69%), Sumar (68%) y Bildu (66%). Son PP (46%) y Vox (28%) los que están en contra. Las respuestas a la encuesta arrojan también una realidad: aquellos que viven en comunidades autónomas que cuentan con –o que tuvieron históricamente– presencia de industria automotriz son más favorables a un Pacto de Estado que garantice la continuidad de la actividad fabril en ellas. El 77% de los españoles se muestra a favor de una colaboración entre los gobiernos central y regional para preservar el futuro de las plantas. El porcentaje de aceptación, así, destaca en Cantabria (89%), País Vasco (87%), Cataluña (85%), Valencia, Andalucía (81%), Galicia y Aragón (80%). Todos estos territorios cuentan con presencia industrial del automóvil. Respectivamente: Nissan, Mercedes-Benz, Seat, Ford, Santana y Stellantis. Esto, según el informe «refuerza el valor simbólico de un acuerdo institucional en torno al empleo». Según el portavoz de Renault en la presentación del estudio, «esto no se trata de ideologías políticas, sino de industria y economía».
abc.es
hace alrededor de 8 horas
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