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“La bici parece que aguanta todo, pero el verano pasa factura”: cómo proteger tu bicicleta del calor extremo

“La bici parece que aguanta todo, pero el verano pasa factura”: cómo proteger tu bicicleta del calor extremo
ConBici alerta sobre los daños invisibles que el calor provoca en frenos, cubiertas y baterías eléctricas, y recuerda que una revisión a tiempo puede evitar disgustosSeguir el modelo de Copenhague y apostar por la bicicleta reduciría las emisiones y ahorraría millones de euros al año En verano, la bicicleta gana protagonismo como medio de transporte urbano, forma de viajar o herramienta deportiva. Con jornadas más largas y climas más secos, su uso se intensifica, especialmente en ciudades medianas y destinos turísticos. Según el informe Las Cuentas de la Bicicleta II (2024), elaborado por GEA21 para ConBici, los españoles recorren unos 10 millones de kilómetros al día en bicicleta. Además, siete de cada diez hogares cuentan con al menos una bici, y cerca del 23% de la población la utiliza semanalmente. Estas cifras consolidan su papel central en la movilidad sostenible. Pero el calor también presenta riesgos concretos que pueden poner en jaque su funcionamiento, especialmente si no se toman precauciones básicas de mantenimiento. Las partes más sensibles al calor: neumáticos, gomas y baterías Desde la coordinadora estatal ConBici advierten, en declaraciones para eldiario.es, que los efectos de las altas temperaturas sobre la bicicleta no son menores. “Tanto el metal como la goma que forman la bicicleta son elementos que sufren con los cambios de temperatura. Especialmente los neumáticos y cámaras de aire, que se dilatan con el calor y se agrietan”, explican. Estas piezas, sometidas a tensión constante y sin protección directa, suelen ser las primeras en resentirse. Y no solo se trata de desgaste: los pinchazos aumentan significativamente en verano, lo que evidencia una relación directa entre temperatura y averías. Este riesgo es aún mayor en bicicletas eléctricas, cada vez más presentes en el parque ciclista español. “Hay que tener cuidado con las baterías de las bicicletas eléctricas, ya que las celdas contienen metales líquidos que reaccionan con el calor y pueden estropearse”, advierten. La exposición directa al sol puede degradar también los conectores y afectar a la capacidad de carga, acortando su vida útil. El consejo es claro: “Si es eléctrica hay que tener especial cuidado ya que puede afectar a la capacidad de la batería y el buen estado de los conectores”. Bicicleta eléctrica Revisión técnica antes del verano: una inversión que ahorra disgustos Buena parte de estos problemas se podrían evitar con un mantenimiento mínimo. “Es recomendable hacer al menos una revisión al año de la bicicleta, para asegurarse de que todos los componentes están en buen estado y la bici es segura”, recomiendan desde ConBici. En los talleres especializados, el repunte de reparaciones en junio y julio es una constante: pinchazos, frenos endurecidos, transmisiones secas. “La bicicleta es un vehículo duro, muchas veces da la sensación de que va bien sin mantenimiento alguno y solo nos acordamos de llevarla al taller cuando se rompe algo”, insisten. No se trata de una revisión compleja ni necesariamente costosa: comprobar la presión y estado de las ruedas, el ajuste de los frenos, la limpieza de la cadena y el correcto engrase puede marcar la diferencia entre una ruta segura y una jornada frustrante. Para quienes usan la bici a diario o la han tenido parada durante el invierno, la revisión de primavera o principios de verano debería ser un ritual habitual. Además, mantener tu bicicleta puede ser una oportunidad para aprender. Cada vez más colectivos y cooperativas ciclistas en ciudades y pueblos ofrecen talleres de autoreparación, donde los propios usuarios realizan el mantenimiento con apoyo técnico. Estas iniciativas permiten familiarizarse con herramientas como desmontadores, aprender a resolver pinchazos o hacer ajustes básicos en grupo. “Hacerlo con tus propias manos no solo ahorra dinero, también fortalece el vínculo con el vehículo y te prepara para cualquier imprevisto en ruta”, defienden desde estos espacios. El rendimiento se resiente: menos agarre, más ruido Más allá del desgaste visible, el calor modifica físicamente los materiales. “El calor endurece las gomas de las que están fabricadas las pastillas de freno y los neumáticos, lo que hace que tengan menos agarre y sean menos seguras”, señalan. Esto se traduce en una menor capacidad de frenado y una adherencia menos fiable, sobre todo en curvas o superficies calientes. La transmisión también sufre. La combinación de polvo, calor y falta de lubricación hace que la cadena pierda fluidez y empiece a emitir ruidos durante el pedaleo. “Una limpieza de la cadena con desengrasante y una correcta lubricación con aceite teflonado (evitar 3en1 o productos no específicos) hará que la bici vaya como la seda”, explican desde ConBici. El tipo de producto importa: lo ideal es usar lubricantes específicos según el clima, y si se circula por caminos con tierra o grava, mejor optar por cera para cadena. Un hombre se desplaza con una bicicleta este jueves, Día Mundial de la Bicicleta, por Madrid. Cubiertas reforzadas y sombra: escudo contra el sol Las cubiertas nuevas, con dibujo visible y protección antipinchazos, ofrecen una defensa más sólida ante las condiciones extremas. “Mejor que sean nuevas y a ser posible con protección anti-pinchazos para evitar imprevistos mecánicos durante la salida”, apuntan desde la organización. Este consejo cobra más peso en rutas largas o zonas alejadas de talleres, donde un fallo puede arruinar toda la jornada. Otro enemigo silencioso del verano es la exposición prolongada al sol. “El sol degrada los puños, el sillín y las gomas de la bicicleta”, recuerdan. Muchos usuarios dejan su bici al aire libre sin protección, sin saber que los materiales se resecan, se cuartean y pierden elasticidad. “Lo mejor es protegerla con una sombra o una funda”, recomiendan. Una medida simple que puede prolongar la vida útil de componentes clave. La bici como infraestructura: movilidad, empleo y sostenibilidad La bicicleta no es solo un medio individual. Según Las Cuentas de la Bicicleta II, el sector factura más de 2.300 millones de euros anuales, y da empleo directo a más de 24.000 personas entre fabricación, distribución, mantenimiento y venta. Además, en términos ambientales, es difícil encontrar un vehículo más limpio: el uso de la bici representa solo el 0,2% de las emisiones de CO2 del transporte en España. Así, el mantenimiento veraniego no es solo una cuestión técnica o personal, sino parte de una responsabilidad colectiva: cuidar la bici significa reforzar una infraestructura que aporta movilidad accesible, salud pública y menor huella climática. Como resume una de las voces expertas consultadas: “Una bicicleta bien cuidada no solo funciona mejor, también dura más. Y cuanto más dura, más contribuye a una ciudad más sostenible”.
eldiario
hace alrededor de 8 horas
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