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Países Bajos acude a las urnas con una ultraderecha desbocada

Países Bajos acude a las urnas con una ultraderecha desbocada
La caída del Gobierno en junio, provocada por la retirada del ultraderechista Geert Wilders, no ha debilitado a su partido, que lidera las encuestas para las elecciones generales del 29 de octubreLa ultraderecha culpa de la crisis de vivienda en Países Bajos a quienes más la sufren “Si el Gobierno no lo soluciona, lo tendremos que hacer nosotros mismos”. Así explica el activista de extrema derecha Jan Huzen el nacimiento de sus autodenominadas “patrullas ciudadanas”: grupos organizados a través Facebook que, sin más autoridad que un chaleco amarillo, rondan las fronteras de Países Bajos en busca de personas sin papeles.   El país ha introducido en el último año controles fronterizos, pero, con más de 840 pasos, es un territorio difícil de fortificar. Huzen decidió tomarse la justicia por su mano y parar coches en busca de personas migrantes, lo que le valió un día entre rejas y una denuncia por coacción. En cambio, el político ultra que lidera todas las encuestas de cara a las elecciones del próximo 29 de octubre lo aplaudió. “Qué fantástica iniciativa son las patrullas ciudadanas, la próxima vez me apunto yo”, escribió Geert Wilders en sus redes. Países Bajos regresa a las urnas después de que Wilders hiciera implosionar en junio la coalición que él mismo lideraba. Y lo hace en un clima de violencia callejera alimentada desde la tribuna del Parlamento. En los últimos meses, el país ha sido escenario de disturbios en La Haya con siete periodistas heridos y destrozos en la sede del partido liberal D66, numerosas protestas racistas frente a albergues para personas migrantes y la irrupción de neonazis en un acto del líder de la izquierda Frans Timmermans al grito de “sucio judío”.  La intención de voto no parece penalizar el fracaso del primer Gobierno liderado por la ultraderecha –una mezcla de amateurismo, riñas internas y promesas que chocaban una y otra vez con leyes europeas. De hecho, cada encuesta vuelve a situar a Wilders y su Partido por la Libertad (PVV) como ganadores, a pesar de que los liberales conservadores (VVD) con los que compartía coalición ahora le excluyen, complicando mucho su vuelta al poder. Pero no solo Wilders disfruta del viento de cola. El conjunto de la derecha radical puede rozar en estos comicios el 40% de los votos, reafirmándose como un factor decisivo para la gobernabilidad de Países Bajos. En este bloque se sitúa todo un batiburrillo que comprende tanto la agrupación de los granjeros (BBB), como admiradores de Vladímir Putin o los fundamentalistas protestantes que no admiten a mujeres en sus listas.  A pesar de sus diferencias, las ultraderechas saben encontrarse una y otra vez para impulsar un mensaje muy duro contra lo que denomina “islamización” de Países Bajos, consignas que vuelven a dominar la campaña y a las que tanto partidos de centro como tertulias televisivas han acabado por entregarse. Ola xenófoba Es un sábado de principios de otoño en Venlo, una pequeña ciudad en el sudeste del país. Un DJ anima una protesta antimigración con una canción cuyo estribillo dice “señorita olé”. Desde que se dio a conocer que el Ayuntamiento quiere aprovechar un convento en desuso en las afueras de la ciudad para dar acogida a 600 personas refugiadas, muchos vecinos declararon la guerra al alcalde. Hoy se congregan unos cientos de manifestantes, arropados por políticos de extrema derecha y tipos con apariencia de hooligan.  Se rumorea que Geert Wilders, el líder de retórica islamófoba nacido en esta misma ciudad, podría aparecer en la protesta; pero los congregados tienen que contentarse con algunos de sus fervientes seguidores. Wilders, que desde hace más de 20 años vive en el más absoluto blindaje por amenazas, apenas se ha dejado ver en esta campaña. Salvo alguna puntual aparición televisiva, el candidato en cabeza se dirige a sus votantes casi exclusivamente a través de la red social X.  Venlo, al igual que casi todos los municipios que acogen refugiados –unos 32.000 llegaron en 2024–, está pegado a la frontera con Alemania. En el extremo del país, lejos del centro económico, las rentas se sitúan notoriamente por debajo de la media nacional. Los manifestantes transmiten una sensación de abandono y mucho enfado. “Nosotros pagamos por los problemas que otros han creado en otras partes del mundo”, clama una de las organizadoras. En el escenario, otra mujer alude al asesinato de una joven de 17 años a las afueras de Ámsterdam –instrumentalizado por la extrema derecha– y pide un aplauso “en recuerdo de las víctimas de las fronteras abiertas”.  De izquierda a derecha: Rob Jetten, del partido D66; Frans Timmermans, del partido GroenLinks-PvdA; Joost Eerdmans, del JA21; Caroline van der Plas, del BBB; Geert Wilders, del partido PVV, Dilan Yesilgoz, del VVD, y Henri Bontenbal, del CDA, posan para una foto de grupo durante la séptima edición de la Tarde Electoral del Telegraaf en Ámsterdam. “Los políticos alimentan sin parar estos miedos. Si todo el rato se habla de lo malos que son los extranjeros, al final parece que no existe otra cosa”, dice a elDiario.es la cineasta Lidija Zelovic. Nacida en Sarajevo, llegó a Países Bajos como refugiada. Su historia y la de su familia es la del éxito con el que muchos reconstruyeron su vida tras huir de la guerra en Yugoslavia. “No solo fui recibida con los brazos abiertos, sino que me sentí plenamente aceptada como persona”.  Treinta años después, algo ha cambiado. Zelovic, que vivió con incredulidad cómo su país sucumbía a una guerra fratricida, dirige el documental Home Game, en el que traza paralelismos entre el desgarro étnico de Yugoslavia y la creciente ola derechista y xenófoba en Países Bajos. “Meten a los inmigrantes en un rincón en las afueras de la ciudad, les dicen todo el rato lo diferentes que son y luego cuando se comportan diferente claman: '¡Ves como no se puede vivir con ellos!'. Si todo el rato oyes que eres diferente, acabas por creértelo”, dice Zelovic, que apuntala: “No hay nada malo en los holandeses al igual que no lo había en los yugoslavos. Son el sistema y los líderes oportunistas los que convierten a gente buena en gente malvada”.  “Temen perder su posición privilegiada” Al poco de empezar la concentración en Venlo, comienza una contramanifestación antifascista. Los dos grupos se empiezan a abuchear e insultar y la policía forma un cordón entre ellos. A un lado, banderas de Países Bajos. Al otro, banderas palestinas. “Países Bajos es cómplice de guerras en otras partes del mundo”, dice Laura, que prefiere no dar su apellido como casi todo el mundo en esta concentración. “La gente que se manifiesta contra los inmigrantes teme perder su posición privilegiada”.  La protesta antifascista se escabulle del cordón policial y comienza a marchar por las calles de Venlo. Algunos vecinos dan muestras de simpatía, pero son más los que se encaran. “Me da miedo el estado del mundo y las guerras que hay”, dice Laura mientras camina rodeada por sus compañeros. Pocos días después de la protesta en Venlo, el Parlamento neerlandés aprobó una proposición que declara “terrorista” al movimiento antifascista. Según los juristas, la medida difícilmente tendrá consecuencias dada la falta de una organización clara de los grupos de ese movimiento. Qué puede pasar tras las elecciones De cara a las elecciones del próximo miércoles, un nombre suena con fuerza. Henri Bontenbal, líder del partido cristianodemócrata CDA de centroderecha, parece en este momento el único candidato capaz de sumar suficientes apoyos para llegar a ser primer ministro de una futura coalición. Dado que la derecha ha excluido a la izquierda y Wilders, después de sabotear su Gobierno, parece condenado a la oposición eterna, Bontenbal –a quien las encuestas dan como tercero– posiblemente se lleve el gato al agua. Bontenbal ha lidiado en los últimos días con una polémica inesperada. En pleno prime time, fue confrontado con unas declaraciones de un joven que había sufrido acoso en un colegio religioso por ser homosexual. El líder del CDA dejó claro que lo ocurrido era inaceptable, pero aseguró que la libertad de la enseñanza religiosa no debería sacrificarse por estos casos. Analistas y rivales políticos le han atacado por estas palabras, empañando la recta final de su campaña, que hasta ahora había ayudado a su partido a recuperarse. Para gobernar, todo apunta a que el democristiano debería lidiar con una aritmética endemoniada y apoyarse en partidos de signo ultra, como el llamado JA21, respecto al que muestra su preferencia. Este partido, ideológicamente muy cercano a Wilders, hace bandera de la “remigración en casos de integración fallida”. “Remigración” es un concepto que activistas identitarios y líderes de partidos como la ultraderechista alemana AfD usan para referirse a la deportación de millones de personas. “Solo salimos de esta si logramos romper el ciclo de la polarización”, dice Zelovic. “La izquierda fracasa al no esforzarse en comprender qué es lo que lleva a tanta gente a entregarse a estos partidos extremistas. No vale analizar, hay que escuchar”.
eldiario
hace alrededor de 3 horas
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