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A la derecha le faltan ideas

A la derecha le faltan ideas
Acierta, en fin, Espinosa de los Monteros cuando dice que a la derecha le faltan ideas y se equivoca al pensar que sigue existiendo una España de derecha que cree que necesita más ideas, otras ideas Lo verbalizó Iván Espinosa de los Monteros y el liberalismo hispanocuñado se apresuró a reconocer una obviedad: a la derecha española le faltan ideas. Ya lo ha demostrado Alberto Núñez Feijóo esta semana, presentando las principales líneas de su programa político sobre inmigración, que ha resultado ser un resumen de medidas que ya existen aderezadas con un ligero aroma racista acorde con los tiempos. Sí a la inmigración buena, no a la inmigración mala, podría ser el resumen de la inane propuesta del PP sobre este complejísimo asunto. El ejemplo perfecto es proponer que el Ingreso Mínimo Vital solo se conceda a inmigrantes con residencia legal para evitar un efecto llamada de la inmigración “mala”, la que no aporta, cuando esa prestación, desde su creación, solo se concede a inmigrantes con residencia legal. Cómo no le va a quitar votos el partido verde nacido en su seno que asegura que cuando echen a los inmigrantes, legales e ilegales, España volverá a ser el paraíso que nunca fue y los españoles de verdad tendrán trabajos bien pagados y vivienda en propiedad, las mujeres irán seguras por la calle y los hombres podrán recuperar su papel de proveedor y pater familias. Los españoles seremos por fin rubios, desde la Murcia de Carlitos hasta la Santako de Rufián, y seremos tan felices y tan blancos que nos olvidaremos de las penurias de los palestinos. Afortunadamente, aquí está el exdirigente de Vox, al que nunca le sobra un poco de atención aduladora, para remediar la escandalosa falta de ideas del centro centrado. Espinosa ha fundado Atenea, un think tank para salvar España, y en el mismo acto de presentación enseñó las costuras de chiringuito. Aquello se le llenó de amigos tuiteros, ese tipo de gente que se mueve mejor en las redes sociales que en un discurso deliberativo, reflexivo y con objetivos a largo plazo. Espinosa sabe que la política no trata de pararse a pensar, sino de hacer un buen diagnóstico de la situación y construir coaliciones capaces de alcanzar el poder. Él mismo es una mezcla de House y Robert Kennedy Jr.: diagnostica muy bien pero prescribe beber lejía. Acierta cuando dice que España ha tenido un gran incremento de población debido a la inmigración y las administraciones públicas no han realizado inversiones (en servicios, vivienda, educación, sanidad, empleo) acordes a ese incremento. Falla en la receta, que prescribe la extirpación de al menos parte de inmigración del tejido social y productivo de España, a la manera trumpista. Acierta cuando dice que la derecha no puede vivir solo del antisanchismo; falla cuando lleva a la presentación de su laboratorio de ideas a algunas de las cabezas más visibles del antisanchismo de pancarta, pulserita y canción del verano, a matones de sala de crossfit y algún que otro delincuente a la espera de juicio. Acierta, en fin, Espinosa de los Monteros cuando dice que a la derecha le faltan ideas y se equivoca al pensar que sigue existiendo una España de derecha que cree que necesita más ideas, otras ideas. Por efecto contagio del trumpismo, el populismo de derechas ha desechado cualquier proyecto ideológico en favor de las emociones, principalmente el odio. “Odio a mis enemigos”, dijo Trump en el memorial de Charlie Kirk, y esa es la corriente dominante, al menos por ahora, en la derecha occidental. Acierta Espinosa en la necesidad de una estructura ideológica firme en la derecha y se equivoca cuando cree que no existe ya. La derecha española, europea y estadounidense se han cimentado sobre la creencia de que algo fundamental, un estilo de vida y unos valores, se perdió en algún momento de los últimos 30 años, y se necesita una contrarrevolución para destruir todo lo que existe y restaurar nuestra herencia ficticia. Quizá Espinosa de los Monteros solo quiera un vehículo para recibir subvenciones y crear alianzas estratégicas. Si no es así, está minusvalorando la política de ira y desprecio que él contribuyó a definir y alimentar con la fundación de Vox. Mientras tanto, los verdaderos huérfanos de ideas de la extinta derecha moderada pulularán alrededor de Feijóo esperando que la pujanza de otros les permita acceder al poder, ese lugar donde ya no se necesitan ideas. Ni propias ni ajenas.

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