Capitana España

La capitana España ha venido para quedarse Pedro Sánchez, que lo sepas. Que la gente se tomara con calma el apagón no es pasividad, sumisión o indiferencia porque amamos a España y a nuestra libertad; este lunes nos venía mal levantarnos como en 1808, eso es todo Cuán cierto resulta que, incluso en la más tenebrosa de las noches, y el más terrible de los tiempos, el buen español siempre habrá de encontrar un motivo para la esperanza si persevera en el empeño y mantiene inquebrantable su fe en las virtudes que iluminaron el mundo durante sus siglos más gloriosos. Justo en la semana en la cual absolutamente todo parecía perdido, cuando hasta el mejor sistema eléctrico del mundo hincaba la rodilla a tierra bajo el peso abrumador de la incompetencia socialista y la temible dictadura de la sostenibilidad renovable, mientras la justicia proseguía con una mano atada a la espalda su lucha titánica contra la corrupción sanchista tras el milmillonario negocio de la cátedra institucional de Begoña Gómez, o el puestazo en la diputación de Badajoz para el hermano músico, una señal de esperanza prendió cual rayo rojigualdo desde la cuna de la resistencia española contra el mal. En Madrid el motor de la libertad no se apaga ni en los calabozos de la antigua DGS de la Puerta del Sol. Cada época necesita sus propios héroes y la nuestra, oscura y desconectada, ya tiene la heroína luminosa que merecía y aguardaba como agua -nunca mejor dicho- de mayo. No podía ser otro día que el 2 del mes de María aquel elegido por Isabel Díaz Ayuso para revelar al mundo entero su identidad secreta, vestida con el traje rojo y gualda que nos representa a todos. La capitana España ha venido para quedarse Pedro Sánchez, que lo sepas. Que la gente se tomara con calma el apagón no es pasividad, sumisión o indiferencia porque amamos a España y a nuestra libertad; este lunes nos venía mal levantarnos como en 1808, eso es todo. El próximo apagón no tendrás tanta suerte. Engalanada con la capa-blusón gualda de la verdad y la falda roja de la furia, rodeada por personajes e influencers encantados de figurar como extras en la nueva aventura de nuestra heroína, su voz tronó poderosa contra tanto desastre, tanta mentira y tanto sectarismo. No hubo desfile a ritmo de chotis, pero sí espíritu castrense. Tranquilo compatriota, desde hoy sabes que ya nunca te faltará una caña cuando te ahogue la sed, ni un hospital vacío donde dejar a los tuyos para que Dios juegue a los dados, o un centro privado donde obtener el título que tus padres puedan comprar. Siempre listos para el combate. Desde la atalaya de su ático-penhouse, comprado como favor personal por el generoso fiscalista de su novio, la capitana España vigila con ojo de halcón para declarar el nivel 3 antes que nadie y luego volar de emisora en emisora, enfundada en su traje rojo y gualda. Denunciando al autócrata comunista e incompetente en quien ella ha delegado el mando por nuestro bien, para denunciar aún más nítidamente su extrema incapacidad sin temor alguno a que le suelte su jauría de fiscales, inspectores de Hacienda o agentes del CNI. Porque entre todos los poderes de la capitana España, ninguno tan necesario como su habilidad para romper el velo invisible de la desinformación disparando a modo de red protectora los millones en publicidad pagada por la Comunidad de Madrid. La libertad nunca es gratis, amigos. Pero ella paga el precio por todos nosotros con el dinero de tus impuestos.

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