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Un sombrero para Manolo González

Todavía hoy se sigue recordando la anécdota de Luis Miguel Dominguín, levantando el dedo en la plaza de Las Ventas proclamándose -muerto ya Manolete- «el número uno» del toreo, en la segunda tarde de San Isidro de 1949. Aquel gesto de Luis Miguel dirigiéndose al público retrata, por cuanto tenía de arrogancia y de provocación, la personalidad de uno de los grandes toreros de todas las épocas. Eso fue en el cuarto, pero antes, aquella tarde en las Ventas, habían sucedido otras cosas. Dominguín había visto desde el callejón cómo un torero sevillano, Manolo González, cuajaba una faena memorable a un toro de Galache. Después de lancearlo con gracia, lo cosió a la muleta toreando al natural en unas tandas... Ver Más
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hace alrededor de 15 horas
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