¿Eres Team BBVA o Team Sabadell?

Cada banco apela directamente a los accionistas en un curioso juego de seducción financiera: vente conmigo, que “juntos avanzamos” y llegamos más lejos, dice el banco grande; quédate en casa, que “solos ya nos va muy bien”, dice el banco pequeño no tan pequeño. Una narrativa que usa lo emocional, pero no nos engañemos: esto no va de sentimientos El culebrón bancario del año nos tiene con el corazón partío como si fuese una serie televisiva romántica. Igual que la audiencia de El verano en que me enamoré se dividió entre los dos pretendientes que aspiraban al corazón de la protagonista (¿eres Team Conrad o Team Jeremiah?), andamos con la duda de a quién elegirán los accionistas del Sabadell: si optarán por el amor sereno y doméstico de su banco de siempre, o se arrojarán a los brazos fogosos del banco grande que les promete llegar más lejos juntos. ¿Eres Team BBVA o Team Sabadell? La rivalidad amorosa incluye un gracioso cruce publicitario, con anuncios televisivos donde cada banco apela directamente a los accionistas, en un curioso juego de seducción financiera: vente conmigo, que “juntos avanzamos” y llegamos más lejos, dice el banco grande; quédate en casa, que “solos ya nos va muy bien”, dice el banco pequeño no tan pequeño. La narrativa de ambos parece apelar a lo emocional, el factor humano: accionistas del BBVA se sientan con accionistas del Sabadell y les convencen mediante el diálogo amistoso; accionistas del Sabadell presumen de haber dicho “dos veces no”. El BBVA tira de metáforas deportivas y promete “competir en grandes ligas”, y el Sabadell se pone sentimental y recupera sus raíces catalanas cantando “qué hacemos con el dragón” que se quiere “comer a la princesa”. Los dos bancos ofrecen la posibilidad de “decidir”, “poder elegir es tu poder”, y se comprometen con las pymes, las familias y el crecimiento del país. Mientras, como en una partida de póker, el BBVA dice que no subirá la oferta y la acaba mejorando, el Sabadell vende una filial al principal competidor de aquel en plena operación, uno dice que se siente ofendido porque vale mucho más, el otro responde que si ahora vale más es gracias a su interés en comprarlo… ¿Eres Team BBVA o Team Sabadell? Ay, qué difícil. Guarda el kleenex, anda, que esto no va de sentimientos, no nos engañemos ni nos engañen: esto va de dinero. De mucho dinero. Esto va de consejos de administración, grandes accionistas y fondos de inversión intentando atraerse a su causa a los pequeños accionistas, pero el objetivo no es nada sentimental: aumentar el valor en bolsa, conseguir más poder y concentración bancaria, en el caso del BBVA; mejorar la oferta de compra, subir el precio de las acciones propias y negociar una buena posición dentro de la futura entidad, en el caso del Sabadell, cuyos sentimientos y amor por Cataluña seguramente tienen precio. La tentación es ponerse del lado del banco pequeño, claro, y lo mismo le pasaba al Gobierno, que acabó autorizando la OPA pero fijando condiciones (no fusionar los dos bancos en tres años). Pero al final, sea grande o chico, hablamos de bancos, entidades privadas que buscan solo su beneficio, que llevan años (también el banco pequeño no tan pequeño) tragándose entidades menores (aquellas cajas de ahorro, ay) y dejando el mercado bancario en cada vez menos manos, ajenos al interés general y fuera del control democrático. No sé los accionistas a quién entregarán su corazón, pero yo lo tengo claro: Team banca pública.

Comentarios

Opiniones

Una Asamblea telemática que debería ser la última de la historia

mundo deportivo

Comentarios

Opiniones

Una Asamblea telemática que debería ser la última de la historia

Puntos de vista diferentes

La gran semana

Mejor tener varios registros durante el partido

Una 'botifarra' a la alemana

Cuanto más lejos, mejor

El anti-milagro rojiblanco

Las siete batallas culturales de Sánchez contra la derecha

Élite cultural

Los bosques de Finlandia

Señalar

Planetario

La soberanía tecnológica de Europa depende de su apuesta digital

Los taxistas y el F.C Barcelona

Cuando reclamar es un arte: el gran reto de las oficinas de atención a la ciudadanía

La resurrección zombi de Pablo Iglesias, el resentido que busca revancha

El esfuerzo de la RAE por no reírse (demasiado) de Luis García Montero

¿Soberanía digital europea? Su trascendencia y sus incertidumbres

Sánchez también reabre el debate entre la noche y el día para desviar la atención

El peso de la caja B

Homo sapiens: ni los primeros ni los únicos

El torero cientificista y el asesino más eficaz

Desidia del colegio, suicidio de una joven

¿Genocidio en Gaza? Lo que importan son los hechos

Los 70 millones de la viuda de Isak Andic

El juez preguntará al PSOE

Francia declina, España sestea

Olabeaga, no solo pisos y un puente

Prepararnos para un clima incierto

De la fábrica al conocimiento

Marcar los tiempos

Los bosques de Finlandia

La viñeta de Sansón

La viñeta de Antón

Trump agita el Caribe

La derecha y la memoria de Largo Caballero

El aborto ya es derecho fundamental

Los servicios sociales como servicios fundamentales

Consejos vendo y para mí no tengo

Trump al rescate

Tiene razón Oughourlian: un periodismo honesto y valiente

La irresponsabilidad de tensar el diálogo social

El retorno de Ada Colau

Un minuto de silencio por un profesor asesinado

Que la fuerza nos acompañe, autónomos

Sánchez va preparando su 11M

La obsesión izquierdista contra los autónomos

Al rescate de la cuna de la Hispanidad

Res Hispánica y el Foro Liberal

En defensa del debate sobre los Presupuestos

Opinión | Talento en transformación: claves del mercado laboral en tecnología

Los lastres que frenan la economía española

Milei, ante el examen a su gestión económica

El fantasma en el fantasma, por Leonardo Giovannini

¿A quién no le va a gustar unirse al líder?

La derrota que nadie asume

Repensar el desarrollo en tiempos de cambio: trabajo, tecnología y dignidad humana

Un buen punto visto lo visto

Sensaciones para el Clásico

La Ley de Vivienda: crónica de una crisis anunciada