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La plegaria que debería leer Ayuso

La plegaria que debería leer Ayuso
¿Cómo apelar a la humanidad de quien se queda indiferente ante la cifra de 65.000 muertos? ¿Cómo reclamar compasión a aquellos a los que les da igual que la Comisión de Investigación de la ONU haya concluido que Israel comete un genocidio en Gaza?La campaña de exterminio de Israel llega a la mayor ciudad de Gaza: “No nos olvidéis” Damir Ovčina tardó veinte años en escribir ‘Plegaria en el asedio’ (Automática Editorial). Nacido en Sarajevo, el libro le sirve para narrar la vida de un adolescente bosnio durante el sitio de su ciudad. Como tantos de sus vecinos, el protagonista sale de su casa una tarde para ver a una amiga y por la noche ya no puede volver. Tardó cuatro años en regresar. Cuatro años en los que la guerra se convirtió en una rutina, en la que los francotiradores formaban parte del paisaje habitual y en los que aprendió a cavar trincheras para enterrar a los muertos. Si Isabel Díaz Ayuso y todos los que opinan como ella hubiesen leído esta novela, visto las imágenes que documentó el fotoperiodista Gervasio Sánchez o el documental ‘Good Night Sarajevo’ no se atreverían a comparar las protestas en Madrid contra la presencia de un equipo israelí en La Vuelta con el asedio de la actual capital de Bosnia y Herzegovina. Es un paralelismo inaceptable por muchos motivos, el principal, el respeto a las víctimas y supervivientes. Fueron casi cuatro años.1.425 días (entre abril de 1992 y febrero de 1996), murieron 5.400 civiles, 6.000 militares bosnios y 2.200 soldados serbios. Eso fue Sarajevo. Tampoco es que sea una comparación novedosa. Durante el procés fueron abundantes los artículos en los que se relacionaba el conflicto catalán con el de los Balcanes. El añorado Ramón Lobo cubrió las guerras de una zona que visitó hasta en 20 ocasiones. Incluso vivió allí. Publicó un artículo en Infolibre titulado ‘No hay Catalunyas en los Balcanes’ en el que señalaba que las situaciones no eran asimilables. Es verdad que lo escribió al principio del procés pero su tesis sigue siendo válida y, por si alguien alberga alguna duda, Lobo no era nada sospechoso de abrazar la causa independentista. Ahora, solo la líder de Aliança Catalana, Silvia Orriols, defiende con mayor ahínco que Ayuso el genocidio de Israel. Una, como sostiene Ignacio Escolar con acierto, es la auténtica líder de la extrema derecha española. La otra se está convirtiendo en la de la extrema derecha catalana. Ambas se benefician de los “sujetos ideales” que Hannah Arendt describió en ‘Los orígenes del totalitarismo“ (Alianza Editorial), aquellos para los que la diferencia entre verdadero y falso, esto es, el razonamiento, ha dejado de existir. Eso explica que Ayuso, instalada en la hipérbole permanente y en la tergiversación constante de los hechos, se atreva a afirmar que desde ”el ambiente preguerracivilista no se veía algo así“, en referencia a esas protestas en la etapa final de la Vuelta, y no pase nada. ¿Cómo apelar a la humanidad de quien se queda indiferente ante la cifra de 65.000 muertos? ¿Cómo reclamar compasión a aquellos a los que les da igual que la Comisión de Investigación de la ONU haya concluido que Israel comete un genocidio en Gaza? Son los que tampoco quisieron escuchar a la International Association of Genocide Scholars, que al igual que muchos otros expertos, ya había defendido antes que la intención genocida de Israel es evidente. “La justicia y la ley no sirven para mucho si no hay fuerza para aplicarlas”, se lamentaba este miércoles el almirante retirado e historiador Juan Rodríguez Garat en una entrevista con Gemma Nierga. Sin la colaboración de Estados Unidos y la cobardía demostrada hasta ahora por la Unión Europea, que arrastra los pies con una lentitud exasperante, no se explica que Israel haya podido llegar tan lejos. Y por esos mismos motivos hay dudas más que razonables de que algún día podamos ver sentado a Netanyahu ante un tribunal. Si sus crímenes quedan impunes será por la complicidad de aquellos que anteponen los intereses políticos y económicos (a menudo cuesta diferenciarlos) a los derechos humanos.
eldiario
hace alrededor de 1 mes
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