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Las "dimisiones ejemplares" del PP

Las "dimisiones ejemplares" del PP
Si en el PP se aplicasen la doctrina de exgencia ética en que intentan convertir el caso de Noelia Núñez, hace ya tiempo muchos estarían en tertulias o en 'masterchefs' de MediasetNoelia gana el triple que tú (y lo seguirá ganando) En su portada del este viernes, La Razón llevaba a todo trapo una entrevista a Noelia Núñez, poco después de que la diputada y vicesecretaria del PP renunciara a sus cargos a raíz del escándalo desatado por el falseamiento de su currículo. “En política tienes que ser ejemplar y por eso dimito”, era el titular principal de la entrevista, sobrepuesto a una fotografía en la que Núñez aparece junto a la fronda de un árbol. La joven política, que se estaba labrando una carrera fulgurante en el partido, pretende presentar como un acto ejemplar el desenlace de una conducta nada ejemplar que intentó tapar hasta el último momento como quien trata de contener con las manos la fuga de agua de una presa hasta que se le viene encima la estructura completa. Estoy convencido, como muchos analistas, de que Núñez no dimitió en un ejercicio de aceptación de su mal comportamiento, sino que fue persuadida a hacerlo desde la dirección del PP, a la que le acababa de estallar el macro escándalo de Montoro justo cuando creía tener al Gobierno de Sánchez contra las cuerdas. La dimisión de Núñez permitiría no solo atajar un nuevo lío, sino que permitiría esgrimirla como un acto de alta exigencia ética, como la prueba de que los cargos del PP, a diferencia de “otros”, asumen responsabilidades cuando corresponde. En otras palabras, con la dimisión de la joven diputada, el PP intentaba convertir una necesidad en virtud. Noelia Núñez no se ha quedado en la calle. Nada más conocerse su dimisión se anunció su contratación como tertuliana en la Cuatro, del grupo Mediaset, que antes había acogido en la cadena Tele 5 a Cristina Cifuentes tras su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid, entre otras cosas, por haber obtenido un máster con notas falsificadas, según reveló en su momento este diario. Se conocen historias de tertulianos ilustres que ganan emolumentos astronómicos financiados, en buena medida, por inyecciones de “publicidad institucional” de la Comunidad de Madrid a los medios que los contratan. No sé si será este el caso de Núñez; lo que me consta es que la nueva estrella televisiva continuará en el PP, donde se ha forjado a imagen y semejanza de su mentora Isabel Díaz Ayuso hasta el punto de que se le conoce como “la Ayuso de Fuenlabrada”. Una dimisión puede entrañar ejemplaridad o heroísmo cuando responde a un acto moral frente a la iniquidad o la injusticia y cuando la decisión de dimitir supone un riesgo personal para la integridad física o económica de quien la toma. En una democracia madura, dimitir por haber falseado un currículum no tiene nada de ejemplar: es lo mínimo que se esperaría del político embaucador. En Alemania, más de un ministro ha renunciado por haber plagiado su tesis de grado y no ha saltado a la televisión. En Francia, el primer ministro Bérégovoy llegó al extremo de quitarse la vida al trascender que había aceptado un crédito a interés cero para la adquisición de una vivienda. La renuncia, a un cargo o a la propia vida, es en estos casos manifestación de vergüenza, no de ejemplaridad. En ningún momento el líder del PP, Núñez Feijóo, ha reprobado con claridad la conducta de Noelia Núñez. Lo más que ha dicho es: “Por conductas francamente más graves, e incluso delictivas, el PSOE le habría dicho que aguantase”, como si nadie recordara el “sé fuerte” que el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, trasladó al tesorero del partido, Luis Bárcenas, para que no se fuera de la lengua con la corrupción del PP. Pero qué más va a decir Feijóo sobre Noelia Núñez si todo cuanto ha dicho sobre el muchísimo más grave escándalo de Montoro es: “No hablaré ni de persecución de los jueces ni de pseudomedios. Lo que haya que investigar, que se investigue”. En un tuit. Por contra, el mayor caso de corrupción que ha estallado al PSOE en la etapa de Sánchez se ha sustanciado con la salida de Cerdán y de Ábalos del partido y la censura inequívoca y contundente del presidente Sánchez a ambos por su conducta. Mientras el PP presenta la dimisión de Noelia Núñez como un nuevo baremo de exigencia ética, Feijóo sigue al frente del PP pese a su antigua relación con un narcotraficante o, como él sostiene a modo justificatorio, un contrabandista. Ayuso vive en un lujoso dúplex financiado por su novio con el producto de un más que presunto fraude a Hacienda. Aznar es exaltado en el partido pese a que la mayoría de sus ministros acabaron en la cárcel o imputados por corrupción. Y Rajoy es ensalzado pese a que en su mandato se creó la infame “policía patriótica” y se expandió de tal modo el latrocinio que el PP es hoy el único partido condenado por lucrarse de la corrupción. Si se aplicasen a ellos mismos la doctrina de altura ética en que intentan convertir el caso de Noelia Núñez, hace ya tiempo estarían todos en tertulias o en masterchefs de Mediaset. Noelia Núñez no dimitió ni por honestidad, ni por ejemplaridad, ni por transparencia. Renunció por vulgar coyuntura, tras intentar sin éxito justificar su reprobable conducta. Tuvo la mala suerte de que el escándalo saltó en un momento muy complicado para su partido, cuyo horno no estaba ya para más bollos. Es posible que en su decisión también haya pesado su debilidad ante el aluvión de informaciones periodísticas sobre sus andanzas, pero el motivo de fondo fue la coyuntura. En la entrevista a La Razón, dijo: “Habrá quien piense que soy mentirosa. Lo respeto, pero he sido transparente”. Por supuesto que hay quien lo piensa. Muchos. Lo que no queda claro es que ella lo piense. Quizá algún día se confiese en la tele.
eldiario
hace alrededor de 13 horas
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