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Los cuarenta

AYER, mi buen amigo David, casi un hermano de sangre con el que llevo compartiendo la vida desde aquella guardería de Alfonsita de la calle Escoberos, cumplió 40 años. Esto, para que ustedes lo entiendan, significa que a mí me quedan cuatro meses para alcanzar la misma edad. A partir del 1 de septiembre todos los que me conocen –y los que no– podrán empezar a llamarme «cuarentón» con toda la razón del mundo. Vamos, que seguramente esté llegando al ecuador de mi vida y eso me produce un vértigo terrible por pensar que esto está pasando más rápido de la cuenta y que aquel niño espigado y rechoncho que soñaba con contar cosas al resto está cada vez más... Ver Más

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