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¿Qué haría la derecha si Sánchez se presenta en 2027 y gana?

¿Qué haría la derecha si Sánchez se presenta en 2027 y gana?
Nada, ni una pretendida cruzada contra la corrupción, justifica la oposición abyecta que está haciendo la derecha a Sánchez. Aquí lo único que importa es tumbar a un presidente democrático al que han declarado ilegítimo desde el primer día. Si cae el usurpador, todo lo demás se olvidará al día siguienteSánchez insiste en que agotará la legislatura ante la petición de adelanto electoral de CCAA del PP Llevo varias semanas con una pesadilla recurrente. Elecciones generales. 2027. España arde más que Troya y Mississippi juntos porque Pedro Sánchez se ha obstinado en agotar la legislatura y repetir como candidato. La derecha está fuera de sí. Pese a que los actos políticos están prohibidos en las 24 horas previas a los comicios, en las calles se desarrolla una manifestación espontánea convocada por el PP con el lema: ‘Ndragheta o democracia’. El nombre de la organización criminal siciliana, Mafia, es sin duda más conocido que el de la calabresa, pero ya se ha utilizado en una marcha en 2025. Termina la jornada. El Partido Popular gana en número de votos y escaños. Sus escaños y los de Vox suman 170. El candidato popular (Feijóo, Bonilla, García Page… cualquier cosa puede pasar en dos años) sale al balcón de Génova y proclama, llorando desconsoladamente: “Hemos ganado”. Al igual que en las elecciones anteriores, le faltan seis escaños para amarrar la investidura. Y, a diferencia de las elecciones anteriores, Junts ha obtenido esta vez cuatro, dos menos que en 2023: ni siquiera ofreciéndole la independencia de Catalunya –cualquier cosa vale ya para tumbar de Sánchez– salen las cuentas. ERC ha dicho que con ellos no cuenten. Los partidos vascos, igual. Mientras el candidato del PP repite a gritos desde el balcón que ha ganado, un asesor le susurra al oído: “Presidente, ¿activamos la operación Dragon Rapide?”. El partido lleva tanto tiempo echado al monte que ya ni se toma el trabajo de disimular con las contraseñas. Al oír en el sueño lo del dragón, me despierto aterrorizado y bañado en sudor. Ahora en serio: ¿se han puesto a pensar qué sucedería en España si Pedro Sánchez mantiene su voluntad de agotar el mandato, como reiteró este viernes en la Conferencia de Presidentes, y en las elecciones de 2027 se presenta de nuevo como candidato y saca adelante la investidura? ¿Qué más líneas rojas podría cruzar la derecha que no haya cruzado en los últimos siete años, desde el mismo momento en que le negaron legitimidad a Sánchez pese a haber llegado a la Moncloa por vías democráticas? El líder del principal partido de la oposición llama públicamente “mafia” al Gobierno y “capo” a su presidente y ha convocado para mañana una manifestación con el lema ‘Mafia o democracia’, justo él, que paseaba en yate con Marcial Dorado. La presidenta de la Comunidad de Madrid lo llama hijo de puta desde la tribuna del Congreso de los Diputados, ella, bajo cuyo gobierno se aprobaron los protocolos de la vergüenza de las residencias y que vive en un ático comprado por su novio tras un pelotazo con las mascarillas en la pandemia y un presunto fraude a Hacienda. Lo que estamos presenciando no es nuevo. Felipe González, del que la derecha habla hoy con nostalgia, sufrió una brutal operación de acoso y derribo por parte del “sindicato del crimen”, en el que participaron periodistas de relumbre, personajes del mundo de las finanzas (Conde) y de los servicios de inteligencia (Perote) e incluso un premio Nobel (Cela). “González era un hombre con una potencia política de tal calibre que fue necesario llegar al límite y poner en riesgo el Estado con tal de terminar con él”, había de confesar años después uno de los miembros más destacados del grupo, Luis María Anson. Pese a los escándalos de corrupción que acorralaban al Gobierno y al PSOE, González había ganado en 1993 sus cuartas elecciones, y la derecha no lo pudo soportar. La única salida que encontró frente a la cruda realidad democrática fue crear un clima social irrespirable, sin importarle un comino las consecuencias que su estrategia podía tener para la convivencia de los españoles. Zapatero también recibió lo suyo por emprender negociaciones con ETA, como habían intentado todos sus antecesores, y en su caso con éxito. Y por otorgar a los homosexuales el derecho de casarse. Tal como ha observado Javier Pérez Royo en este diario, lo que estamos presenciando hoy es una reedición del sindicato del crimen, con la novedad de que el actual ha encontrado un aliado en algunos sectores del poder judicial. Lo que tenemos delante es una operación concertada para tumbar al presidente del Gobierno a como dé lugar. González estuvo casi 14 años en la Moncloa. Sánchez lleva siete, que sumarán nueve si concluye su mandato y que pueden alargarse a 13 si reedita su investidura en 2027. Inquieta imaginar cómo se tomaría semejante osadía la ya alteradísima derecha. No nos engañemos. Esto no va de que un crápula como Ábalos haya cobrado comisiones o llevado o no prostitutas a un parador, ni de que Leire Díez haya actuado en su nombre o en el del PSOE al reunirse con unos empresarios corruptos con el fin de averiguar sobre una supuesta o real trama dentro de la UCO. Mucho menos de que Begoña Gómez haya hecho esto o aquello con un máster (lo de Air Europa fue una pequeña confusión del juez Peinado) o que el hermano del presidente haya conseguido la dirección de los conservatorios de Badajoz. Si al PP le preocupara realmente la corrupción, no sería el único partido de España condenado como persona jurídica por lucrarse de una red corrupta (Gürtel). Ni un Gobierno suyo hubiera montado una –esa sí mafiosa– “policía patriótica” para perseguir rivales políticos y a su propio extesorero. Ni tendría una confluencia de intereses con un personaje como Víctor de Aldama, imputado en el caso hidrocarburos y puesto en libertad por largar algunas verdades y muchas mentiras contra el Gobierno. Y quizá se preguntaría, si de verdad le interesara la meritocracia en los conservatorios, cómo es que la hermana del presidente de la Junta de Andalucía es directora de uno en Málaga tras obtener 38,20 puntos sobre 50 posibles, cuando otra aspirante recibió 49,50. Nada, ni una pretendida cruzada contra la corrupción, justifica la oposición abyecta que está haciendo la derecha a Sánchez. Al PP le importa un bledo la corrupción. Lo único que le importa es derribar a un presidente al que han declarado ilegítimo desde el primer día y hacerse con el poder. Si cae el usurpador, todo lo demás se olvidará al día siguiente. Como cayeron en el olvido aquellas denuncias contra Sánchez de fraude electoral en las municipales y autonómicas de 2023 una vez el PP respiró tranquilo al constatar que había ganado de manera aplastante los comicios. Pero, volviendo al comienzo, ¿hasta dónde estará dispuesta a llegar esta derecha cada vez más cerril si no consigue tumbar a Sánchez?

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