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La veterana generación hidroeléctrica se engancha al nuevo modelo energético

Apenas a 15 minutos en coche del pueblo de Benasque (Huesca), un enclave donde se alza la mayor concentración de montañas de tres mil metros de los Pirineos, se encuentra la central hidroeléctrica de Eriste. El dato es importante porque así puede dibujar un paisaje de abruptas pendientes y ríos que discurren con fuerza encajonados en profundos cañones. Precisamente lo que necesita esta central para generar electricidad: el agua que se acumula más arriba en el embalse de Paso Nuevo y que baja a lo largo de 7,5 kilómetros por galerías excavadas en las montañas hasta un salto de 280 metros, donde coge la velocidad y la potencia necesarias para entrar por tuberías a la planta de Eriste y mover sus dos grupos de turbinas de 44 MW: 30.000 litros de agua por segundo pasan por cada equipo. Así se producen cada año 110 GW de energía, la que consumirían 28.000 hogares. «Toda la ciudad de Huesca podría ser alimentada por esta central», asegura Sergio Capuj, responsable de la Unidad Territorial Hidroeléctrica de Aragón en Endesa. En operación desde 1969 (fue construida por la empresa Energías Aragonesas), hoy la planta está totalmente automatizada lo que permite que pueda ser operada de forma remota desde el centro de control que Endesa tiene en Lérida. Un botón de muestra de cómo la veterana tecnología hidráulica aún resulta estratégica en la transición energética en la que estamos inmersos. Aguas más abajo, en esta comarca de Ribagorza, ya en el río Esera, se levanta una gran catedral hidráulica: la central de Seira, que conserva todo el encanto industrial de principios del siglo XX. Fue construida entre 1912 y 1918 por Catalana de Gas y Electricidad para alimentar la industria textil de Manresa. Desde entonces está en operación. «Coge el agua en el azud de Vilanova, situado a 9 kilómetros. El agua discurre por 8 kilómetros de galerías en el interior de las montañas hasta llegar al embalse decantador de la central, donde el agua se estabiliza y baja por dos tuberías hasta los tres grupos de turbinas, de 36 MW», cuenta Sergio Capuj. Esta vez, 20.000 litros por segundo pasan por los equipos. Producen unos 80 GW al año que pueden satisfacer las necesidades de 20.000 viviendas. Hoy Endesa también opera y controla en remoto esta central. A finales del pasado siglo se modernizó y repotenció la infraestructura, conservando su encanto industrial. Se ha convertido en uno de los cien elementos del Patrimonio Industrial de España. Incluso todavía hay alguna pieza, como los rodetes de las turbinas, que son de hace más de cien años y están en funcionamiento. Precisión suiza, país de donde llegaron los equipos originales. Pues bien, Eriste y Seira son dos de las 32 centrales hidroeléctricas que Endesa ha comprado este mismo año a Acciona, en una clara apuesta por una tecnología centenaria y con un prometedor futuro. «Encajan como una pieza de un puzle en el conjunto de la generación renovable de Endesa. Con estas adquisiciones ya cubrimos el 20% de la potencia hidráulica de España. Son activos rentables», garantiza Santiago Domínguez, director de Generación Hidroeléctrica de Endesa. Las hidroeléctricas son las grandes veteranas de la generación eléctrica. Antes de que llegaran las centrales de carbón, las nucleares, los ciclos combinados y los parques fotovoltaicos y eólicos, trabajaban a pleno pulmón para hacer llegar electricidad a las primeras ciudades e industrias. Entonces eran minihidráulicas con pequeñas turbinas que se instalaban en los cursos fluviales donde había algún salto o azud. Cerca de 1.300 han llegado hasta nosotros, según la Asociación de Productores de Energía Hidroeléctrica de España (Urwatt). «La energía hidroeléctrica fue clave para el desarrollo del país antes de la llegada de las térmicas de carbón y la energía nuclear. España aprovechó su geografía propicia para construir un número importante de grandes centrales», cuenta Javier Baztán, secretario general del Comité Nacional Español de Grandes Presas (Spancold). Así fue. De hecho, somos el primer país de Europa por número de grandes presas (unas 1.200, según este organismo). Entre los años cincuenta y noventa del siglo pasado, por ejemplo, se levantaron grandes colosos como la presa de Aldeadávila (Salamanca), con dos centrales hidroeléctricas, y el gran complejo de Cortes-La Muela (Comunidad Valenciana), con una central de turbinas y otra ya de bombeo, que fue la mayor de Europa. Ambas son propiedad de Iberdrola, que cuenta con más de 120 hidráulicas. «España es uno de los países con mayor capacidad hidroeléctrica de Europa junto a Noruega, Italia, Francia o Suecia», afirma Baztán. Supimos sacar partido a nuestra orografía e hidrografía como apunta Enrique Sola, director de Generación Hidráulica de Iberdrola. «Tenemos saltos -dice- y cuanto mayor es el salto más energía generamos. Y esto es muy relevante». Las centrales hidroeléctricas no son agua pasada, aunque hoy no conservan el relevante peso en el mix energético de otros tiempos. Llegaron a suponer en los años treinta del pasado siglo el 73% de la potencia instalada, según datos de Spancold. El año pasado, con 17.097 MW de potencia instalada, la hidráulica contribuyó un 13,3% al total de la producción nacional ocupando el quinto puesto de las tecnologías generadoras. «Su presencia en el mix ha aportado una reserva estratégica fundamental ante variaciones en la demanda o en la disponibilidad de otras energías», valora José María González Moya, director general de APPA Renovable. De tal modo que es una energía de la que no se puede prescindir. Ya no solo por su aportación en la producción de electricidad, sino porque se trata de una tecnología renovable y gestionable, lo que no pueden decir otras energías limpias como la fotovoltaica y la eólica que dependen del sol y el viento. «Las centrales hidráulicas cubren los huecos de las renovables que no se pueden gestionar: por ejemplo de noche, cuando no hay sol, o no hay viento. Pueden regular la producción de forma muy amplia y acoplar generación y demanda de forma síncrona», destaca Santiago Domínguez. Por eso, «el valor de la hidráulica no reside en cuánta electricidad genera, sino en cuándo lo hace», cree González Moya. Son además capaces de dar respuesta rápida. «Varían su potencia en cuestión de segundos», añade Pilar Luque, responsable de Hidráulicas en Naturgy. De hecho, ABC Empresa ha comprobado en una demostración en la central hidroeléctrica de Eriste, que estaba parada, cómo arrancó en apenas 7 minutos. Entre sus ventajas, se trata de una energía que no depende de la importación de otros combustibles ni energías, «ni está ligada a precios internacionales. Esto da mucha estabilidad», asegura Domínguez. «Estas centrales no consumen agua -continua-, sino que la toman de un punto del cauce y la vierten en otro. Y además aseguran la regulación del caudal de los ríos para usos de regadío, abastecimiento de agua potable, actividades deportivas...». Las centrales hidroeléctricas son ahora la pieza clave para la integración masiva de los parques fotovoltaicos y eólicos. Y esto ocurre porque existen dos tipos de centrales: las convencionales que generan electricidad turbinando el agua almacenada en un embalse y soltándola de nuevo a su cauce. Y las centrales reversibles, o también denominadas de bombeo, que son verdaderas baterías naturales. Están formadas por un depósito inferior y uno superior. Cuando sobra energía en la red (por ejemplo, en las horas centrales del día con gran producción fotovoltaica), esta se utiliza para bombear agua del depósito inferior al superior. «Y cuando hace falta energía se invierte este funcionamiento. Se turbina el agua almacenada en el superior y un generador aporta electricidad a la red. Es uno de los sistemas de almacenamiento de energía más eficiente de hoy», explica Fernando Abadía, del Consejo Asesor del Spancold. El bombeo es el futuro de la hidráulica considera todo el sector. Hoy contamos con 6GW de potencia instalada con esta tecnología, según Asociación Española de Almacenamiento de Energía (Asealen). Redeia, sin embargo, ofrece 3.3 GW. En cualquier caso, las centrales reversibles tienen un papel muy destacado en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) que pretende alcanzar 22,5 GW de almacenamiento en 2030, a través de diversas soluciones, entre ellas el bombeo y las baterías. Construir nuevas y grandes centrales hidroeléctricas tradicionales es prácticamente imposible. Los emplazamientos están agotados. «Sin embargo, en bombeos tenemos mucha capacidad de nuevas centrales aprovechando los embalses que ya tenemos», indica Enrique Sola. «Podríamos convertir la península en una gran batería hidráulica, aportando almacenamiento a largo plazo y apoyo a la red. De acuerdo con la información proporcionada por el Ministerio para la Transición Ecológica actualmente se han presentado ante el Ministerio al menos 64 solicitudes de nuevas concesiones de bombeo concentrándose la mayoría de ellas en las cuencas del Ebro y Miño Sil. En potencia instalada superan los 36 GW. España cuenta con ingenierías, tecnología y constructoras capaces de asumir ese reto. La mayoría de las infraestructuras de estas centrales, como las conducciones, pozos y la propia central son subterráneas, lo que garantiza un impacto ambiental muy reducido», explica Javier Baztán. «Estas centrales tienen una vida útil muy larga y una gran capacidad de almacenamiento en horas», destaca Pilar Luque. Las grandes empresas ya están trabajando en estas nuevas plantas de bombeo. Iberdrola acaba de construir un enorme complejo hidroeléctrico en el norte de Portugal sobre el río Támega. El sistema incluye tres presas con una capacidad (1.158 MW) y dos parques eólicos (274 MW). Es toda una gigabatería que aporta casi 900 MW de capacidad de bombeo. También ha puesto en marcha la central reversible de Valdecañas, en Cáceres, que cuenta con una potencia de 225 MW. Está hibridada con una batería de 15 MW. También Naturgy ha iniciado los trámites para construir una central reversible en Filgueira (Orense), que aprovecha el embalse existente como balsa inferior y plantea la construcción de una balsa superior, situada en el Concejo de Crecente (Pontevedra). La iniciativa se encuentra en trámite concesional ante la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. Su construcción tardará entre 9 a 10 años y tendrá una capacidad instalada de 485 MW. «Será una infraestructura en su mayor parte subterránea, minimizando su impacto visual y ambiental», afirma Pilar Luque. Y mientras se desarrollan estas centrales reversibles, las hidroeléctricas convencionales incorporan nuevas tecnologías para diferentes aplicaciones. «Todas las instalaciones han sufrido una modernización, y las antiguas turbinas han sido sustituidas por otras que generan más electricidad con la misma cantidad de agua», dice Pilar Luque. «Todas la operativa -añade- está automatizada de manera que las centrales se pueden arrancar, regular y parar la potencia desde centros de control en remoto. Y se trabaja de manera intensa en la vigilancia y monitorización del estado y comportamiento de las presas para garantizar su estabilidad y seguridad. Toda las presas tienen galerías en las que se instalan sensores que miden movimientos o desplazamientos de milímetros y se monitorizan fugas o pequeñas grietas». «Existen software muy avanzados que intentan modelizar el comportamiento del flujo para medir el rendimiento de los equipos hidráulicos. Y se incorporan herramientas de mantenimiento predictivo que nos permite adelantarnos a cualquier anomalía y optimizar la producción. Se utilizan drones para revisar presas en lugares de difícil acceso», cuenta Sola. «Nos sacaron del cero absoluto». Con esta contundente afirmación Enrique Sola, responsable de Generación Hidroeléctrica de Iberdrola, valora el gran papel que las centrales hidráulicas desempeñaron en el apagón del pasado 28 de abril, junto a la ayuda que llegó de Francia a través de sus centrales nucleares y de las conexiones con Marruecos. Estas plantas cuentan con un sistema de arranque autónomo ('black start'), es decir que se ponen en marcha ellas solas sin ningún apoyo exterior. Bien sea con baterías eléctricas, grupos diésel o el propio impulso del agua pueden activar sus servicios auxiliares y básicos, y desde ahí toda la central. Lo ilustra Fernando Abadía, del Consejo Asesor de Spancold: «Una vez que se produce un 'black-out', como el que se produjo en España, lo primero que ocurre es que todos los interruptores de seguridad de la red y de las centrales se desconectan automáticamente, es por tanto necesario volver a poner en marcha central a central e ir conectándolas a la red. La energía producida por las centrales arrancadas, en parte, hay que usarla también para arrancar otras centrales. Una vez puesta en marcha una central se conecta a la red y se van reconectando partes de la misma, esto es lo que se llama 'crear islas' y paulatinamente se van uniendo estas 'islas' hasta reconectar la totalidad del sistema. Es por ello que zonas de España, como por ejemplo Salamanca, solo sufrieron 2 horas de apagón y en otras más de 15 horas. Las grandes centrales hidroeléctricas tienen sistemas que las hacen autónomas para un arranque desde cero. Además necesitan un tiempo para sincronizarse y vencer las inercias mecánicas. Las hidroeléctricas y los bombeos requieren de un consumo mínimo de elementos auxiliares para iniciar el arranque. Son ellas las que reinician el sistema y generan la electricidad que alimentan, entre otros, los sistemas auxiliares de otras centrales que no disponen de esa capacidad. En el caso del apagón, uno de los grandes operadores, Iberdrola, puso la primera instalación de bombeo a disposición del operador a los 10 minutos. El resto de centrales de bombeo jugaron un papel muy relevante en el restablecimiento del servicio en las distintas zonas. Fue fundamental el papel que jugaron en el restablecimiento del sistema las grandes centrales hidroeléctricas de Iberdrola del Duero, todas ellas en la frontera con Portugal, y muy especialmente Aldeadávila que además de ser la central más grande de España su segunda central es reversible. Por eso, Salamanca solo tuvo dos horas de apagón». El apagón se produjo a las 12.33h. «A las 13 horas teníamos grupos hidroeléctricos disponibles en todas nuestras zonas para el operador del sistema. Una vez arrancados es el operador del sistema el que nos pide que vayamos suministrando energía según va conectando demanda», recuerda Enrique Sola, director de Generación Hidráulica de Iberdrola. Por ejemplo, Santiago Domínguez, director de generación Hidroeléctrica de Endesa, cuenta el caso de la central estratégica de Ribarroja que se encuentra en el río Ebro, entre Aragón y Cataluña, y está concebida para poder operar como isla. «En cuestión de minutos Ribarroja arrancó para dar respaldo a los servicios auxiliares de las centrales nucleares de Ascó y Vandellós», afirma. Las hidroeléctricas estuvieron a la altura. «Esta capacidad de respuesta inmediata pone en valor su utilidad», defiende José María González Moya, director general de APPA Renovable. Pues así se conectan las centrales hidroeléctricas, la veteranas de las renovables, a su espléndido futuro.
abc.es
hace alrededor de 8 horas
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