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Alhucemas: lecciones del pasado

Hace cien años España llevó a cabo en la bahía de Alhucemas la primera acción militar anfibia de carácter conjunto y combinado de la historia, una operación de destacada importancia en la historia militar mundial y que ofrece un modelo de valores individuales y colectivos en los ámbitos político, estratégico y militar. La 'gran estrategia' de la política pacificadora de España en el norte de África pedía una acción decidida y contundente contra los rebeldes del Rif. La decisión de pacificar la zona del Protectorado asignada a España en la Conferencia de Algeciras (1906), el Rif, después del desastre de Annual , fue valiente, apoyada en esa gran estrategia que asentó las fronteras del protectorado y que asegurarían las del actual Reino de Marruecos a la hora de su independencia. Fue una operación conjunta y combinada, con la participación de Francia, que requería iniciativa, decisión y coraje... y un desembarco. El desembarco comenzó el 8 de septiembre contra una costa hostil, fortificada, y finalizó el 13 de octubre con el dominio de toda la bahía, centro de gravedad del control de la región por las fuerzas rebeldes. Tras el fracaso del desembarco de australianos, neozelandeses, británicos y franceses en Galípoli en 1915, durante la I Guerra Mundial, el éxito en Alhucemas representó un aldabonazo táctico que validó los asaltos anfibios –descartados como operaciones impracticables– y abrió las puertas al desembarco de los aliados en Normandía en 1944, durante la II Guerra Mundial. Fue un hito histórico, la primera operación de una fuerza de desembarco y una fuerza anfibia operativa –naval– con apoyo aéreo y con la participación de carros de combate. Siguiendo los datos aportados por Raúl J. Martín en su libro 'El desembarco de Alhucemas: hito en la historia militar mundial' (CID 2025), la fuerza de desembarco, unos 18.000 hombres –de la Legión, de Infantería de Marina, Regulares, las autóctonas 'mehal-la' y harqueñas, Compañía del Mar, infantería peninsular, artillería, carros de asalto, ingenieros, sanidad, intendencia, etcétera– fue transportada en buques de la Marina de Guerra y de la Compañía Trasmediterránea, acompañados por tres barcos-hospital. El fuego naval de apoyo, bombardeando la costa, lo efectuaron los acorazados Alfonso XIII, buque insignia, y el Jaime I, dos cruceros, tres contratorpederos y el portaaeronaves Dédalo, con seis hidroaviones de bombardeo y otros tantos de reconocimiento, un dirigible y un globo cautivo y ocho buques de la Marina francesa: el acorazado París, los cruceros Estrasburgo y Metz, dos torpederos, dos buques monitores y un remolcador con un globo cautivo. Se utilizaron 136 aviones de la aeronáutica militar, 18 hidroaviones de la aeronáutica naval, 6 de la aeronáutica militar francesa y dos aviones de la Cruz Roja Española, sumando en total 162 aparatos. En su empleo, además de la innovadora capacidad de aeroevacuación médica, se optó por algo que hoy en día se utiliza con regularidad en los conflictos bélicos: las patrullas aéreas de combate, manteniendo en el aire entre seis y ocho aviones que daban apoyo cercano a la fuerza de desembarco y atacaban a las baterías enemigas. Destaca la previsión de la logística sanitaria operativa, con tres barcos-hospital y 350 literas para trasladar a los heridos y la posibilidad de aeroevacuación sanitaria junto con el apoyo de buques civiles. Las cifras globales dan constancia de la eficacia logística, algo básico en las operaciones anfibias: durante el día 8 desembarcaron unos 10.000 soldados y 2.000 toneladas de material. Muchas lecciones nos llegaron desde las playas de Alhucemas ese septiembre de hace un siglo: —La política precisa una 'gran estrategia' que sólo es posible con capacidad de gobierno y unidad de acción. —La disuasión, para ser efectiva, debe basarse en la credibilidad de una voluntad política firme y en la capacidad militar necesaria, alistada y disponible. —Los valores, unidad de acción, decisión y coraje en el nivel político-estratégico y militar condicionan el éxito. —La explotación de 'lo combinado' (alianzas) constituye un elemento de fuerza política, diplomática y militar, y la 'acción conjunta', que entiende las Fuerzas Armadas como un todo, con un mando único combinado y conjunto, fue una de las características que dio la victoria a la fuerza hispano-francesa. —La importancia de la logística, clave en las operaciones militares, y la decisión de apoyarse en la innovación tecnológica, algo de rabiosa actualidad, contribuyeron decisivamente al éxito de la operación. En Alhucemas, el empleo de las capacidades de la aviación en apoyo cercano a la fuerza de desembarco, la utilización de los carros de combate en apoyo del movimiento buque-costa de las barcazas de desembarco y del fuego naval de apoyo desde las unidades de la fuerza naval aportaron condiciones decisivas para el éxito del desembarco. Pero al final son los hombres quienes marcan la diferencia, su voluntad de vencer, su coraje, su valor y su espíritu de sacrificio escribieron una de las más gloriosas páginas de nuestra historia militar y de la mundial, con numerosos actos de entrega, espíritu de sacrificio y heroísmo , hasta «derramar, cuando fue preciso, la última gota de su sangre», como consagra la fórmula del Juramento a la Bandera. Que su recuerdo, reconocimiento y nuestra admiración hacia ellos no se desvanezca por nuestra desidia y que su presencia sea siempre una realidad en la historia de España, de la que tenemos que sentirnos orgullosos. Sin embargo, el reconocimiento del mérito del desembarco se mantiene ensombrecido por la percepción histórica timorata de los españoles, que, como dijo sir John H. Elliott al recibir el premio Órdenes Españolas, «somos grandes expertos en el arte de la autodenigración». «Historia magistra vitae est», sentenció Cicerón, y el recuerdo del desembarco en Alhucemas nos ayuda a identificar principios y lecciones que no debemos olvidar y que deberíamos poner en valor para enfrentar nuevos desafíos y afanes. Volviendo a sir Elliot: «[re]conocer la importancia de la historia como una disciplina necesaria en una época en la cual se la ve gravemente subvalorada». Vivimos en un mundo fundamentalmente ahistórico, dominado por 'fake news' y por reacciones instantáneas que deben más a la emoción que a la razón. Prevalecen el populismo, tanto de la derecha como de la izquierda, y unas ideologías que se aproximan más a la fantasía que a la realidad. Lo que falta, y lo que puede aportar la historia, es una amplia perspectiva sobre acontecimientos que aparecen tan inmediatos y tan acuciantes que se olvida que muchas veces tienen sus precedentes en épocas anteriores. Sirva este aniversario, que conmemoramos la semana pasada, para aumentar el orgullo de ser español, para promover el estudio de nuestra historia de una forma objetiva, enmarcada en su tiempo, con sus luces y sus sombras, y para convencernos de la necesidad de una 'gran estrategia' nacional que potencie nuestra capacidad de acción y disuasión político-militar y nos dé la seguridad que todos deseamos.

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