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Buscando esperanza en Nueva York

Buscando esperanza en Nueva York
Las propuestas de Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York constituyen el intento más radical en décadas de redefinir la agenda pública desde una óptica centrada en la vida de la clase trabajadora y las posibilidades que tiene una ciudad para abordar mejoras concretas y sustantivas Frente a tantas predicciones catastróficas que tratan de convencernos de la falta de alternativas a lo que ahora padecemos, conviene seguir el consejo de Italo Calvino en su libro “Las ciudades invisibles” cuando nos advertía de que “el infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.” No parece que la impredecible, pero al mismo tiempo sistemáticamente reaccionaria y autoritaria política de Trump nos permita encontrar muchos espacios que no sean puro infierno, pero lo que hoy mismo puede ocurrir en Nueva York quizás sea un ejemplo de lo que Calvino nos aconseja. Como ocurre con cada primer martes de noviembre (después de un lunes), en Estados Unidos hay elecciones. Y esta vez, al margen de algunos estados que eligen a sus gobernadores, hay muchas ciudades a las que les toca elegir alcalde. Entre ellas, Nueva York. En un artículo reciente, defendía, al referirme a las elecciones neoyorquinas, que en el escenario actual cada elección dirimirá dos maneras de entender el progreso, por un lado, los que afirman que no hay desarrollo sin facilitar la acumulación de capital y por el otro los que entienden que sin ampliación de derechos y libertades no hay democracia. Esa encrucijada (a la que se refirió recientemente Feijóo cuando nos planteó el dilema de prosperidad o democracia) definirá lo que en cada elección explique lo que es para cada quién democracia y estado de derecho. Las propuestas de Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York constituyen el intento más radical en décadas de redefinir la agenda pública desde una óptica centrada en la vida de la clase trabajadora y las posibilidades que tiene una ciudad para abordar mejoras concretas y sustantivas. Su énfasis en la “affordability”, en lo que colectivamente nos podemos permitir, busca romper con la lógica aparentemente indiscutible de la austeridad, centrándose en los derechos económicos y en la necesidad de contar con una infraestructura pública robusta. El impacto global de estas elecciones es considerable, ya que, como decía hace poco Robert Reich, el que fuera Secretario de Trabajo de Clinton, marcan una posible renovación del Partido Demócrata y el tránsito hacia modelos progresistas con incidencia internacional. Destacaría el esfuerzo de Mamdani de vincular su programa con necesidades reales y problemas concretos del día a día: transporte gratuito, guarderías universales, congelación de alquileres, salario mínimo, supermercados públicos, acceso a recursos en instituciones públicas de crédito, revalorización de empleos de cuidados y servicios esenciales y todo presentado con un discurso accesible y directo, que conecta y empatiza la angustia cotidiana de las clases populares de Nueva York. Su campaña ha sido clara y directa, evitando tecnicismos y presentando la idea de “lo que nos podamos permitir”, de “lo asequible”, como ampliación de derechos subvirtiendo la idea que no se disponen de recursos para tales propuestas. Presenta un programa de innovación financiera, con una visión del dinero esencialmente pública y social, en el que incorpora instituciones públicas de crédito, sistemas digitales de pago digitales sin comisiones y estrategias acompasadas de crecimiento del sector público.  Evidentemente, estas propuestas son las que más critican sus oponentes al considerarlas irrealizables. Se alude a la falta de competencias municipales para abordar el déficit o la emisión de moneda local o se afirma que la congelación de alquileres de las viviendas de los barrios populares provocará el deterioro de los edificios y reducirá la oferta inmobiliaria. No digamos el alud de críticas que ha recibido su propuesta de aumentar los impuestos a los más ricos para financiar sus propuestas, ya que, dicen, ello generará la fuga de capitales.  Sea como fuere, lo cierto es que Mamdani encabeza hoy las encuestas, con 20 puntos de ventaja sobre el acomodado Andrew Cuomo (a quien apoya Bill Clinton), y con una fuerte movilización de sus bases. El tremendo desgaste del Partido Demócrata contrasta con esa activación en una ciudad tan emblemática y, al mismo tiempo, tan especial como es Nueva York. Barack Obama ha llamado a Mamdani elogiando su campaña y mostrándose dispuesto a colaborar, ya que puede acabar teniendo un alto valor demostrativo para otros proyectos progresistas en EEUU y en el mundo. Conectando asimismo con la posibilidad de réplica en otros contextos urbanos, dado que, al final, las ciudades por alejadas que estén y por distinto que sea su sistema político, se parecen y aprenden unas de otras. Ni desde el realismo plomizo ni tampoco desde la añoranza es posible reconstruir nada ni buscar espacios de esperanza. Si no vamos buscando, sea donde sea, alternativas para avanzar en la profundización democrática, en una democracia “que podamos permitirnos”, no generaremos horizontes de progreso, no construiremos perspectiva colectiva de dignidad y bienestar. Y la candidatura de Mamdani es una propuesta de esperanza a la que, como decía Calvino, le hemos de dar espacio.
eldiario
hace alrededor de 14 horas
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