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El catolicismo ha vuelto, o eso dicen

El catolicismo ha vuelto, o eso dicen
La publicación coincidente en el tiempo de una película y un disco es suficiente para que algunos corran a proclamar, nunca mejor dicho, la buena nueva: el catolicismo ha vuelto, los jóvenes abrazan la religión, la incertidumbre de época nos conduce a Dios..., en lo que parece más una muestra de 'whisful thinking' o incluso de profecía autocumplida: que de tanto decir que los jóvenes van a misa, acaben yendo Parece que el catolicismo vuelve con fuerza, la religión es la última tendencia, lo católico está de moda, los jóvenes andan huérfanos de espiritualidad y se acercan con interés renovado y sin prejuicios a la Iglesia Católica, los tiempos convulsos nos empujan hacia Dios como ancla firme, regresamos a lo sagrado… Digo “parece”, porque yo no me había dado cuenta de nada hasta que en la última semana he leído dos docenas de artículos apuntando todos en esa dirección y casi con los mismos argumentos. Los he leído con interés, ansioso por averiguar cuáles son las pruebas concluyentes de afirmaciones tan rotundas. ¿Se referían acaso a la multiplicación exponencial de salidas procesionales en mi ciudad en los últimos años, y la proliferación de procesiones “magnas” en hasta el último pueblo con el apoyo entusiasta de los ayuntamientos? Pero no, no van por ahí los tiros, son otras las manifestaciones de esa vuelta del catolicismo. En uno de los artículos señalaban dos ejemplos claros: el nuevo disco de Rosalía, en cuya portada aparece vestida de algo parecido a una monja, y la última película de Alauda Ruiz de Azúa, “Los domingos”, sobre una joven que quiere ingresar en un convento. Ah, bien, interesante, pensé. En otro artículo citaban a Rosalía y “Los domingos” como manifestaciones del fenómeno. En un tercer artículo, “Los domingos” y Rosalía. En el cuarto, el quinto y el sexto artículo coincidían en presentar como síntomas del nuevo momento religioso a… Rosalía y “Los domingos”. Acabáramos. Resulta que el último fenómeno social, la tendencia irresistible, el cambio de época, el inesperado giro generacional, el gol en las Gaunas del catolicismo que vuelve con fuerza, se apoya en solo dos obras recientes, coincidentes en el tiempo por mera casualidad, muy distintas entre sí y de dudosa intencionalidad religiosa: una película entre cientos, que habla más de relaciones familiares que de iluminaciones espirituales; y una cantante que lleva años reinterpretando fetiches del imaginario tradicional. Algún columnista añadía, alzando un poco la ceja intelectual, al filósofo Byun-Chul Han. Y para de contar. Uno creía que vivíamos tiempos cada vez más seculares. En España la práctica católica tocó suelo hace un par de años marcando mínimos históricos en todos los indicadores: porcentaje de población que se declara católica, número de bautizos y bodas por la iglesia, y no digamos ya vocaciones en seminarios y conventos. Pero ha bastado un ligero repunte en los indicadores, y la publicación de una película y un disco, para que algunos corran a proclamar, nunca mejor dicho, la buena nueva: el catolicismo ha vuelto. Por supuesto, la Iglesia Católica corre a subirse al carro: el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, no ha tardado en decir que más allá de modas y operaciones de marketing, en lo de Rosalía se ve “una corriente de fondo”. Leyendo estos días la vuelta del catolicismo, yo me acuerdo de cuando se decía, con el mismo rigor y convicción, que renacía el orgullo de ser español, que los barrios obreros votaban en masa a la ultraderecha, o que las jóvenes querían ser tradwives y quedarse en casa criando hijos y con la cena preparada para el maridito. Afirmaciones todas tan discutibles como esta de ahora del catolicismo regresado; y diría que pronunciadas por los mismos autores y en los mismos medios, en lo que parece una y otra vez una suerte de whisful thinking, o incluso un intento de profecía autocumplida: a ver si de tanto repetirlo, se acaba haciendo realidad. Que de tanto decir que los jóvenes van a misa, acaben yendo. No sé, yo diría que el catolicismo no ha vuelto, porque nunca se ha ido. Por su profunda raíz cultural e histórica, no ha dejado de ser inspiración para creadores (el último poemario de mi admirado Alex Prada, por ejemplo), lo mismo con vocación espiritual que provocadora, y por supuesto la moda o la publicidad. Pero sobre todo nunca se ha ido porque conserva intacto su poder institucional y económico en una sociedad supuestamente aconfesional, y no digamos su poder educativo y su capacidad de adoctrinar a generaciones de niños en sus colegios. Ese catolicismo no ha vuelto, siempre ha estado.
eldiario
hace alrededor de 10 horas
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